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Desolación sevillista

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
10/09/2021

Septiembre oscuro, tirando a negro. Los amigos bromeamos en privado sobre la desolación –sí, otra más– que nos causó saber que el partido entre el SFC y el FC Indepe no va a celebrarse. Ya saben los motivos, no nos alargaremos. Pero nos van a permitir que cojamos los dardos, los afilemos con prietos labios y hagamos diana contra la Conmebol (ese infamante Brasil-Argentina), la FIFA (llamada aljoFIFA) y el fútbol atorrante de selecciones (le ponemos rostro a la selección y se nos aparece una engreída canica por cabeza llamada Luis Rubiales).

Por eso saciamos la irritación entre amigos con disparates que, por fortuna, caen en el pronto olvido. Uno habla del lamentable fútbol socialdemócrata y del estado del bienestar que se procura el balompié de hoy con tanto mimo y tanto melindre hacia el jugador. Otro comparte la idea, pero recuerda la socialdemocracia europea del fútbol con Holanda en los años grises pero bonitos de cuando los Neeskens, Cruyff, Michels, etcétera. Otro más sugiere pedir la disolución de la selección porque la única patria reconocida es la del equipo propio y la ubre sagrada que alimentó nuestra lejana crianza. Otro incluso habla de falta de noble virilidad a la antigua y otro lo rebate arguyendo que no hay que mezclar churras con merinas ni güelfos con gibelinos, lo que lo lleva justamente a mezclarse él solo en un embrollo histórico-sexual de consecuencias que sólo podrían contarse a oídos del obispo de Solsona…

En estas estamos, pues. Teníamos ganas de ver –incluso de recordar– cómo es –o cómo era– nuestro equipo. ¿Alguien se acuerda? Lo único que se nos viene a la mente es un cierto borrón de equipo aún por hacer que no jugó a casi nada entre los palmerales de Elche. Aparte de desear ver a los nuestros, también estábamos esperando a ver qué nos deparaba la puesta en escena del empobrecido FC Indepe, justo ahora que se celebra una nueva Diada en la que se pedirá que Catalunya se independice de Espanya (o sea, justo a la inversa de lo que deseamos muchos desde hace tiempo). El partido con el indigente equipo llorón no se disputará. Ni siquiera hay fecha prevista para la futura porfía entre los auténticos independentistas (nosotros) y los rebeldes y sedicentes catalanes (pedimos piedad y perdón a los catalanes de bien). Hasta el martes 14 de septiembre, Día Mundial de la Dermatitis Atópica, no veremos al olvidado SFC en su partido de Champions contra el Salzburgo. Nos consuela saber lo que dijo no sé quién acerca de que no existe nada más profundo que la piel. Estamos de acuerdo, pero el martes 14 y ese Día Mundial de la Dermatitis Atópica nos parece de una lejanía eternal.

No, no hay consuelo posible. Nos importa un pimiento que el presidente Pepe Castro haya arrojado la primera paletada a las obras del gran complejo residencial que se va a acometer en la Ciudad Deportiva del añorado José Ramón Cisneros. El gesto simbólico que supone es importante, tanto o más incluso que la inversión de 10 millones de euros que se emplearán en virguerías variadas. Pero la foto para la posteridad nos resulta inoportuna ahora. No hay consolación para la amargura del justo. Sentimos que nuestro pastor Javier Tebas nos ha traicionado. ¿Por qué?