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El futbolista inadvertido

Antonio Félix
Antonio Félix
05/01/2022

Ha pasado siempre, pero resulta particularmente sorprendente que en esta era de la metacomunicación, en la que cualquier información, por ignota que parezca, queda al alcance de un clic, siga existiendo esta peculiar figura en el fútbol: el jugador inadvertido. Se trata de futbolistas de primer nivel, que desarrollan su carrera en equipos potentes, que incluso juegan con las selecciones de su países pero que, sin embargo, permanecen ajenos a los estrambotes del mercado. Son casos realmente extraños. Mientras jugadores de medio pelo, promesas de nunca acabar o estrellas en decadencia copan portadas, generan noticia y mueven toneladas de dinero, ellos, tíos que siempre lo hacen bien, en ocasiones realmente bien, quedan permanentemente fuera del foco. Son sombras y son joyas. El Sevilla, de hecho, siempre basó los grandes equipos de estas últimas dos décadas en tipos de esta especie, maravillosos futbolistas desapercibidos.

El paradigma del mismo no podría ser otro que Frederic Kanouté. El último a destacar tampoco podría ser otro que Lucas Ocampos. Es difícil comparar la ascendencia que en el Sevilla tuvo el gran malí, pero a estas alturas de la película habría que decir que el huracán argentino no se le queda corto. Ocampos representa a la perfección la figura del futbolista inadvertido. Monchi lo captó hace tres temporadas cuando estaba a la vista de todos, en el Oympique de Marsella. Desde entonces, su dimensión en el Sevilla no ha parado de crecer, hasta alcanzar este año una importancia absoluta, capital. En los ejercicios anteriores se podía decir que Ocampos era el puntal del sistema ofensivo del Sevilla. Este año, el sistema ofensivo del Sevilla es exclusivamente Ocampos. Huérfano de las correrías de En-Nesyri, de las sutilezas de Suso y con el Papu en plan juguetito, el Sevilla prácticamente ha entregado su ataque al ciclónico poder del argentino. Están él y los laterales Acuña y Navas. Poco más.

El equipo, de hecho, ha venido ganando en su increíble racha de final de la primera vuelta de dos maneras, de milagro y por Ocampos. Y, sin embargo, el extremo sigue fuera del primer plano informativo. Los elogios son parcos para la bestialidad de su juego y el mercado sigue sin darle bola. Este invierno, sin ir más lejos, se ha hablado del interés por Koundé, por Diego Carlos y hasta por Fernando. Pero nada de Lucas, para gloria del Sevilla, que siempre ha hecho cima con futbolistas de este pelaje, estrellas cuya luz sólo ciega entre las puertas de Nervión. Ocampos, como tantos otros antes, pese a su increíble presente y su inmenso potencial, es el típico jugador que parece demasiado para un equipo como el Sevilla pero insuficiente para los grandes ricos de Europa. Eso dice, al menos, el mercado. No creo que tenga nada que objetar al respecto el Sevilla, cuya medida de éxito seguirá extraordinariamente vinculada a encontrar más y más Ocampos.