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¡Vivan la Europa League y la Conference!

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
27/08/2022

Aparte de la socorrida Liga española, los sorteos de Champions, Europa League y Conference League nos divierten y alivian de la "pena de Telediario" que padecemos en este último y grosero fin de semana de agosto. Hablamos de otra "pena de Telediario", distinta de la que suele recaer sobre los acusados por presunta corrupción, los cuales deben hacer el ignominioso pasillo entre idas y venidas a los juzgados y ante el foco mediático de los medios de comunicación. Ahora, no obstante, padecemos otra "pena de Telediario", coincidiendo con el fin de las vacaciones para el españolito medio. Asiste uno cual reo, inerme y desarmado, al carrusel de 'canutazos' a bañistas y veraneantes a granel, a quienes se les entrevista o se les pulsa su opinión ante el que va a ser su último baño del verano, mientras apuran las horas de solaz que les quedan antes de la vuelta al engrudo de la rutina. ¿No resulta irritante o depresivo o las dos cosas? De ahí la "pena de Telediario", pero por la parte que nos toca: ver el Telediario es una suerte de condena últimamente.

Por eso el fútbol, como siempre, corre a rescatarnos de la grosería del veraneo. La Liga disputa ya su tercera jornada. El Real Betis duerme a esta hora a pierna suelta como líder tras ganar a Osasuna y el Sevilla FC aguarda su primera expiación ante el Almería en el Power Horse Stadium, también llamado como Estadio de los Juegos del Mediterráneo o, incluso, como el Manolo Escobar Arena. Pero, al alimón, anda el personal futbolero aprendiéndose de memoria los grupos que han tocado en las distintas suertes europeas por parte de la UEFA. El calendario se conocerá en breve (se desconoce aún mientras perpetramos estas líneas), pues hay que perfilar mil y un detalles, a fin de evitar desencuentros azarosos entre aficiones rivales y otras logísticas relacionadas con guerras, conflictos y hasta con liturgias religiosas.

El pedigrí de la Champions suele mandar en cuanto a la atención que concita. El Sevilla FC, por lo que toca a los nuestros, ya conoce el grupo del segundo corredor de la muerte que le ha tocado en el Grupo G con Manchester City, Dortmund y Copenhague (el primer corredor de la muerte le tocó al FC Barcelona o FC Indepe o FC Palancas: Bayern de Múnich, Inter de Milán y el más leve Viktoria Plzen). Ocurre, sin embargo, que la Champions adolece de encanto añadido para los que, como es nuestro caso, se interesan por las veleidades e intríngulis de los equipos que la disputan. Ya hemos dicho muchas veces que el fútbol europeo a nivel UEFA es una estupenda manera de aprender geografía e historia para fardar de sapiencia exprés ante los amigos en las barras de los bares (antes, claro está, de la tercera o cuarta ingesta de zumo de cebada).

Como interés alterno, la Champions ofrece poco en cuanto a menú de gustación de perlas futbolísticas. Eso sí, ha entrado en escena este año el equipo que concita nuestra atención por lo singular: el Maccabi-Haifa. Dícese del club verde y blanco de la tercera ciudad israelí, de ruidosa afición, y que vinculamos ocasionalmente con el intercambio de petardos de largo alcance con la franja de Gaza cuando israelíes y palestinos de Hamas intercambian obsequios. El Maccabi-Haifa, que apeó al Trabzonspor turco del acceso a la Champions, ha pedido no disputar en casa la tercera jornada europea (4-5 de octubre) para que no coincida con la más sagrada fiesta judía del Yom Kippur. Dícese del día de la expiación hebrea, que culmina otros diez días de arrepentimiento. Este día mayor los judíos van cinco veces a la sinagoga, se abstienen de comer y de beber desde el ocaso de la jornada anterior. Tampoco se lavan ni pueden usar ningún ungüento para el cuerpo. No se permiten las relaciones conyugales. De lo que se deduce, sin necesidad de asesoría por parte del  Mosad, que el hincha del Maccabi-Haifa tendría difícil asistir a un partido en su estadio del Sammy Ofer en pleno Yom Kippur.

Por su parte, el Shakhtar Donetsk, oriundo del idílico Dombás, tendrá que disputar sus partidos en Varsovia por causa de la guerra, que entrará ya en fase otoñal. El Legia Varsovia le cederá su estadio en régimen de arrendamiento y el 5% de lo recaudado en partidos de Champions se destinará a ayudar a víctimas de la guerra en Ucrania. Ya hablamos por aquí en su día de los entresijos de todo tipo que han acompañado a este peculiar equipo de la zona prorrusa de Ucrania, pero que se ha hecho un habitual de la máxima competición europea en atención a dos rasgos cromáticos: el color butano de su elástica y el color caoba por lo general de los muchos brasileños que han integrado su plantilla (la guerra ha hecho mella y son muy pocos hoy los súbditos de Bolsonaro y/o de Lula Da Silva que continúan en el primer equipo).

Como es sabido también, la liga en Ucrania ha comenzado justo ahora su curso con distópicas medidas de seguridad (los partidos se disputarán en estadios vacíos, bajo sirenas antiaéreas y siempre cercanos a refugios subterráneos). El Dinamo de Kiev, como el Shakhtar, combinará sus partidos domésticos, que se disputarán en la capital y en ciudades occidentales de Ucrania, con sus respectivos lances en la Europa League.

La final de la Champions se celebrará por fin en Estambul, en el estadio olímpico Atatürk, el próximo 10 de junio de 2023. ¿Estaremos vivos para entonces? Por culpa de la pandemia, la gran final no pudo disputarse como estaba fijado en Estambul ni en 2020 ni en 2021. El elefantiásico estadio Atatürk (más de 75.000 almas) se levanta en el distrito radial de Basaksehir, justo en ese lejano lar estambulí donde el Istanbul Basaksehir FK, considerado el equipo-espejo del presidente Erdogan, intenta ganarse en vano un hueco en el corazón futbolero de los turcos (el Istanbul Basaksehir FK, tan conocido por los sevillistas, sí disputará este año sus partidos de Conference en el Grupo A).

La fiesta mediática y un tanto horteril de la Champions en 2023 coincidirá en Turquía con el primer siglo de vida de la República fundada, tras las cenizas del Imperio Otomano, por Mustafa Kemal Atatürk, el padre de la moderna patria de los turcos que da nombre al gran recinto interplanetario. En el estadio Atatürk, por cierto, juega actualmente sus partidos de la Superliga turca el Fatih Karagümrük SK, que, salvo para los frikis del dato peregrino, no nos dice absolutamente nada, salvo que el gran Andrea Pirlo es su actual entrenador. Ni que decir tiene que la Europa League concita todo nuestro interés alternativo, por no hablar de la gran fiesta de las anécdotas que nos proporciona nuestra querida Conference League. Al Real Betis no le ha tocado ninguna perla extravagante: la Roma del sin par Mourinho, el Ludogorets búlgaro (de atuendo igualmente verde y blanco) y el Helsinki finés.

En la Europa League, a la Real Sociedad le ha tocado, por un lado, el ya conocido Sheriff de Tiraspol, de la ambigua región prorrusa de Transnistria, en la hoy aterrada Moldavia, y que mantiene su pulso independentista con el gobierno moldavo de Chisinau ante la mirada complaciente del Kremlin. En lo futbolístico, el Sheriff (su nombre obedece a un tinglado empresarial que todo lo toca por aquellos lares) se dio a conocer con la gesta heroica del pasado año en el Santiago Bernabéu ante el Real de Madrid (su por entonces entrenador, Yuriy Vernydub, corrió a alistarse en el ejército ucraniano cuando estalló la guerra de Ucrania en febrero). Precisamente por causa de la guerra, la UEFA le ha prohibido al Sheriff jugar en Transnistria, independizada unilateralmente en 1990, y lo obligará a jugar en Chisinau, capital de Moldavia. Aparte de contra el Manchester United, los donostiarras se enfrentarán también al Omonia chipriota. Y es aquí, en Chipre, donde el exotismo futbolístico alcanza unos de sus picos más apetitosos tanto en Europa League como en la Conference. Véase si no.

Quien dice Omonia dice la antítesis del Appoel de Nicosia, su encarnizado rival en lo deportivo y en lo político (especie de Podemos vs. Vox). El Omonia histórico obedece a una escisión del Appoel, ocurrida en 1948, cuando ciertos jugadores del propio Appoel se negaron a posicionarse contra los comunistas en la guerra civil griega sucedida tras la Segunda Guerra Mundial. De ahí que el Omonia se halle vinculado al izquierdismo a ultranza y el Appoel al derechismo agresivo (sus ultras son declaradamente fascistas, anticomunistas y antiturcos: recuérdese que Chipre, junto con Irlanda, es el único país dividido en la UE entre la parte chipriota propiamente y la parte turca perteneciente a la República Turca del Norte de Chipre). Por si fuera poco, el izquierdismo radical de Gate 89, los ultras del Omonia, llevó a sus ultras a escindirse del propio club histórico para fundar por su cuenta el Omonia 48. Lo hicieron para denunciar las maneras empresariales y capitalistas que había adoptado el club en los últimos años. Como curiosidad añadida, el Appoel de Nicosia no disputará competición europea alguna este año. Sí lo harán el AEK de Larnaca (ciudad próxima a la línea verde que separa la zona turca del resto de Chipre) y el Apollon Limasol, titular futbolero de la ciudad homónima. Sin duda, Chipre nos ofrece sus tentaciones futbolísticas...

La resonancia del conflicto y la guerra en las competiciones europeas, aparte de Ucrania, la traen también los azerbayanos del Qarabag Futbol Klubu, que disputará la Europa League. Su nombre remite al sangriento conflicto que mantienen Armenia y Azerbayán en la paramera de Nagorno-Karabaj, en el Cáucaso. El Qarabag, que juega en la capital Bakú, es oriundo de la hoy fantasmal ciudad de Agdam, conquistada a los armenios por el ejército azerbayano en la reciente y segunda guerra del Alto Karabaj.

La Conference League, como decimos, no defrauda en absoluto. La disputará también otro equipo turco que, a buen seguro, nos concederá una gran felicidad en cuanto a anecdotario: el Sivasspor (fue aquí, en esta ciudad del Mar Negro, donde el citado Atatürk proclamó la revolución que lo llevaría a fundar la actual República de Turquía). Al igual que el Sivasspor, otro candidato a proveernos de tardes de gloria será el Shamrock Rovers, natural de Dublín y el equipo más laureado de Irlanda, el único casi en Europa que está gestionado integralmente por sus propios socios. Viste, por supuesto, con elástica verde y blanca a rayas horizontales, igual que el Celtic de Glasgow. El Shamrock remite declaradamente a los valores irlandeses (o sea, a los tópicos). De ahí que en el escudo luzca el trébol irlandés (llamado precisamente shamrock). El actor Collin Farrell es su socio de honor.

Por su parte, una nueva parada en Israel nos lleva a conocer al curioso Hapoel Beer-Sheva, uno de los rivales del Villarreal en la Conference. Da nombre a la bíblica ciudad del sur de Israel, situada en el secarral del desierto del Néguev y donde tuvo lugar, para los amantes de la Gran Guerra, la célebre carga de la caballería australiana para liberar los pozos de petróleo en el frente de Palestina que se hallaban en manos de los turcos otomanos (batalla de Beerseva, octubre de 1917). El Hapoel Beer-Sheva, propiedad de la empresaria israelí Alona Barkat, luce ocasionalmente una camiseta ajedrezada en rojo y blanco, al modo del damero croata. El judaísmo futbolero está de moda y lo seguiremos con sumo interés.

La última parada en esta crónica viajera sobre perlas exóticas nos lleva a... ¡¡Kosovo!! En estos días ha vuelto a estallar la tensión entre los serbios del norte de Kosovo y el gobierno de Pristina por causa de la implementación de matrículas y documentos con sello al uso a los que obliga la autoridad de Kosovo. Pues bien, el KF Ballkani, de la ciudad de Suva Reka (en la zona de Prizren), jugará en el Grupo G de la Conference. Kosovo no es reconocido como país soberano por algunos países, caso de España, que bien hace. La guerra de los Balcanes de los noventa mantiene en Kosovo su larvado sueño a la espera de otro posible aquelarre. Precisamente, en la ciudad de donde es originario el KF Ballkani, Suva Reka, es el lugar en el que la OTAN mantiene un destacamento constante desde el final de la guerra de Kosovo (1998-1999) en prevención de violencias varias. No es improbable que ahora, en septiembre, se agiten los enconos en esta herida aún abierta en los Balcanes. Lo dicho, pues. Con todos estos alicientes, comparada con la Europa League y la Conference, la Champions nos parece aburrida en cuanto a oferta alternativa. ¿No creen? La diosa Europa, raptada y fecundada por Zeus en una playa de Creta, halla toda su esencia inmortal gracias al fútbol de los periféricos. ¡Vivan la Europa League y la Conference!