El Sevilla prácticamente ha dejado encarrilado el pase a la siguiente fase de la Europa League. Lo ha hecho al sumar un seis de seis, primero en Estoril y hoy ante el debilitado Friburgo. Debilitado porque es colista de la Bundesliga, porque reservó a algunos jugadores principales y porque realmente está muy alicaído, muy tocado en su moral. Pero el Sevilla no juega un pimiento. Tiene un jugador ahora mismo que parece un extraterrestre, por bueno, que es Rakitic, el mejor un poco más arriba o un poco más atrás. Tiene un proyecto de futbolista, Jairo, que puede ser bueno, porque tiene uno contra uno letal, de pelotero caro. Le queda que eso sea capaz de hacerlo cada vez más veces y en situaciones de más compromiso. Y tiene un futbolista que cada vez me defrauda más, si es eso es posible. Hoy, Perotti, hizo un muy mal partido, otro, pero malo de verdad, y a la primera que pudo pidió el balón para tirar un penalti, echarle en cara a todo el mundo los justificados pitos que hubo para él y para el juego del equipo y todavía se quitó la camiseta (tarjetita) como si hubiese hecho el gol de Messi al Getafe pero en la final de un Campeonato del Mundo. Ventajista y tribunero. Pero sobre todo, en un bajo rendimiento que se eterniza. Un golito de vez en cuando y un detallito no engaña a nadie.
Tampoco estuvo nada fino Bacca, menos mal para él que Jairo, en una jugada maradoniana, le regaló el gol con todo hecho, el tanto y el partido, porque se acababa. Sí volvió a gustar en ataque Diogo Figueiras, y además esta vez no sufrió tanto atrás. Cala y Pareja se afianzan.
El Sevilla, sin Marin de inicio, con Gameiro reservado, jugaba con un trivote en el medio formado por Iborra (sigue fallón), Trochowski y el propio Rakitic. Los dos últimos permutaban posiciones. El rubio lo hacía bien en todos lados. Cuando jugaba más atrás daba inmejorables pases en largo, y cuando estaba más cerca del área, era el delantero más peligroso. Qué no se resfríe este hombre, por Dios.
Pero en general, era un Sevilla sin intensidad colectiva, que ante un rival entregado no era capaz de dejar las cosas claras. Llegaban algunas ocasiones sueltas, pero nada del otro mundo. Así se agotó el primer tiempo y comenzó el segundo. Incluso cuando Emery quitó a Trochowski, desnudó de nuevo el centro del campo, y el triste Friburgo, sin ser ni hacer nada del otro mundo, se hacía poco a poco con el control. Afortunadamente, cuando peor se ponía la cosa, Rakitic vio a Bacca, que se fabricó un penaltito que además fue castigado con expulsion de Diagné. Muy riguroso todo. Perotti montó su circo, pero el Sevilla se adelantaba, que era lo que parecía más complicado. Pero ni con el marcador a favor y en superioridad numérica no era capaz de gobernar el juego. Sí se veía más cerca el gol sevillista, pero no el control. Así que con todo de cara, no sentenció hasta que Jairo hizo de Messi y le regaló un gol a Bacca, ya en el descuento. Otro triunfo que deja el cuerpo cortado, pero infinitamente menos cortado que empatando o, peor, perdiendo.
Sevilla FC (2): Javi Varas, Diogo, Cala, Nico Pareja, Alberto Moreno, Rakitic (Cristóforo, m. 89), Iborra, Trochowski (Marko Marin, m. 56), Jairo, Perotti (Rabello, m. 77) y Bacca.
Friburgo (0): Baumann, Sorg, Diagné, Ginter, Günter, Fernandes, Höfler, Klaus (Freis, m. 69), Albutat (Kerk, m. 62), Coquelin (Mehmedi, m. 62) y Hanke.
Goles: 1-0, minuto 63: Diego Perotti, de penalti. 2-0, minuto 91: Bacca.
Árbitro: Vladislav Bezborodov, ruso. Expulsó a Diagné. Amarillas para Iborra y Perotti.
Asiste, manda, corre. El mejor de largo ante el Friburgo
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