¿A qué aspira el Sevilla? No, no, no me sean tramposos. No miren la clasificación ni escuchen a los profesionales que proclaman ambiciones infinitas y "la sana intención de ganar todos los partidos". Ignoren a Groucho Marx. ¿A quién va a usted a creer, señora, a mí o a sus propios ojos? Contesten según lo que ven cada fin de semana. ¿A qué aspira el Sevilla? ¿Al título? En fin, me muero de la risa. ¿Al segundo puesto? Psssss, depende de lo que apriete el Barcelona. ¿A la Champions? (Cuidado, un objetivo más que admirable.) Bueno, vale, sobre todo si adversarios como el Alavés se empeña en no convertir las ocasiones que un esquema defensivo cada vez más permeable facilita. O sea, y a tenor de lo contemplado en Mendizorroza… ¡qué gran resultado!
Recordarán seguro los seguidores sevillistas un par de ocasiones claras que desperdició su equipo para haberse llevado la victoria, faltaría más, pero en el tonto juego de los merecimientos sólo los amnésicos o los muy recalcitrantes olvidarían la media docena de oportunidades que se le fueron a los babazorros, que se van a Segunda por culpa de su mala puntería. Queda una jornada menos, ¡un pestiño menos que soportar!, y la distancia seguirá siendo considerable con el quinto cuando abra usted el periódico del lunes. No espere más que asombrarse con la racha de invencibilidad de este equipo feo y golpeado: dos en veintiséis jornadas. Un respetito, de todos modos, ¿ein?
Lo volvió a hacer. Julen Lopetegui sigue con su estrategia, ocurrencia, costumbre, manía o TOC de dejar transcurrir las primeras partes, a domicilio, sin que nada ocurra cerca del área del anfitrión. Es como esos adolescentes que desafían la autoridad del profesor con un ruidito molesto cada vez que se vuelve para escribir en la pizarra. ¿No quieres que lo haga? Pues espérate a ver. En Vitoria, toda la producción ofensiva del Sevilla antes del descanso consistió en dos tiros bastante desviados, uno de Gudelj y otro de Ocampos, más algunas escaramuzas del argentino y Tecatito Corona, que jamás conectaron con En-Nesyri, trabajador pero desesperantemente impreciso.
El marcador virgen del intermedio, así las cosas, era una bendición porque el Alavés, al que Mendilibar mandó presionar la salida de balón visitante, gozó de tres ocasiones muy claras dilapidadas por Joselu (taponó Koundé), Rioja (paró Bono) y Escalante, que mandó fuera un cabezazo en posición más que favorable. Casi todo el peligro de los vitorianos se originó por el costado de Acuña, que estuvo sencillamente espantoso en funciones defensivas: superado por Edgar en cada duelo e incapaz siquiera de despejar algunos balones sueltos que botaban por su zona con el descontrol de los partidos del recreo colegial. El sevillista experimentaba cierto alivio mediado el encuentro, pues su equipo no acarreaba la desventaja a la que se había hecho acreedor y ya sólo le quedaban por soportar 45 minutos de semejante espectáculo grotesco. Alguno, con la esperanza de que el alcohol contribuyera a ver el panorama de otra manera, se sirvió un trago largo durante la pausa.
Ni por ésas. Ocampos cruzó demasiado un tiro desde la esquina del área pequeña y, en los últimos minutos, Koundé se aventuró con una serie de regates a lo Garrincha para poner un pase de la muerte que no Munir no acertó a convertir. Podría haber entrado cualquiera de esos balones, claro, pero habrían certificado una de esas victorias inexplicables que tienen al Sevilla en la cúspide clasificatoria porque la realidad es que no se puede pretender sumar tres puntos con tres acercamientos mal contados. Joselu y Moya perdonaron también, y ni siquiera cabe agradecerle esta vez milagro alguno a Bono porque este 'clean sheet' es más achacable a la incompetencia local. Y, como siempre, es necesario agregar un nombre a la repleta enfermería sevillista, el de Marcos Acuña, que coronó un encuentro realmente horroroso con una retirada aquejado de lo que parecía un problema muscular. Los chicos del West Ham se estarán frotando las manos…
Deportivo Alavés (0): Pacheco, Tenaglia, Laguardia, Lejeune, Duarte, Escalante, Pere Pons (Manu García, minuto 72), Toni Moya, Edgar (Jason, minuto 78), Rioja (Vallejo, minuto 89) y Joselu.
Sevilla FC (0): Bono, Jesús Navas, Koundé, Gudelj, Acuña (Augustinsson, minuto 82), Delaney, Rakitic, Joan Jordán (Óliver Torres, minuto 57), Ocampos (Luismi Cruz, minuto 78), Tecatito (Munir, minuto 83) y En-Nesyri (Rafa Mir, minuto 57).
Árbitro: Alberola Rojas, castellano-manchego. Amarillas para Joan Jordán, Lejeune, Duarte y Pere Pons.
Está de cine, con un aplomo en la porteria tremendo y parando una barbaridad.
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