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Mel no confía en que llegue la llamada

El madrileño, mucho más pendiente de la Real

Redacción
Redacción
21/10/2014

Pepe Mel es el nombre en el Betis. No Velázquez, que ya no tiene nada que decir, y sí el madrileño, que prácticamente se ve como la única solución para arreglar este estropicio de temporada.

El técnico, que vive en Sevilla, espera noticias. Sabe que hay un equipo que le va a caer en el momento que tropiece el próximo fin de semana: la Real Sociedad. Jagoba Arrasate tiene las horas contadas y Mel sería el recambio elegido por el club blanquiazul. A Mel le encantaría trabajar en San Sebastián. Buen club, gran ciudad, no excesiva presión, dinero y una plantilla con sus problemas pero también con varios jugadores muy interesantes. La Real visita el campo del necesitadísimo Córdoba, que acaba de cambiar de entrenador. Andan los vascos muy alicaídos, así que no habría que descartar otra derrota, ni mucho menos.

Pero el Betis tambien merodea al madrileño. De momento, con más ruido que nueces. Mel se encuentra plenamente integrado en la ciudad. Tiene amigos en todas partes. Le queda alguno en el club, 'controla' a gente cercana al influyente entorno, también guarda buena relación con algunos periodistas... Lo que le está llegando es que el teléfono le puede sonar con la llamada del Betis. Él no lo tiene nada claro. Más bien todo lo contrario. Cree que no se producirá el diálogo y que los tiros de Platas, Alexis y Molina irán por otro lado.

Mel no se cerraría a una vuelta, ni mucho menos, aunque, eso sí, quien tendría ahora la fuerza sería él. Más que dinero, pediría margen para organizar el club según su criterio. Por ejemplo, eso de tener como 'jefes' a Alexis y Chuti Molina no le haría ninguna gracia. Si diez meses después recurren a él, es porque el despido como mínimo fue precipitado. Por tanto, para no repetir errores, habría que dejar las cosas muy claras antes de empezar a andar. Ahí tendría pocos pases.

En cuanto al reconocimiento del error por parte del club de llamarlo, este aspecto también pesa, aunque la situación es tan grave que pasaría a ser una cuestión accesoria. Nada que el cariño de la afición y dos buenos resultados no puedan arreglar. Lo cierto es que el deseado está ahí, aunque él no se ve la quiniela.