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Entre el entorno y el popu(me)lismo

Lucas Haurie
Lucas Haurie
26/11/2014

Interesa a Juan Carlos Ollero la ampliación cuanto antes del consejo de administración del Betis y la inclusión en el mismo de miembros con peso de todas las sensibilidades. “Sin excepciones”, como él mismo remarcó en la rueda de prensa que ofreció nada más asumir el cargo. De lo contrario, al flamante presidente le van a poner la cabeza como un tambor los susurradores de guardia, que alrededor del Benito Villamarín se cuentan por centenares. Es un club muy raro éste que han pergeñado Alaya y su lobby de picapleitos, donde se prestan oídos al primero que pasa por la puerta. Literalmente. Ollero, que no cree en los hiperliderazgos porque sabe que de eso al mesianismo hay menos de un milímetro, desea huir de la figura del hombre providencial. Más que nada, por la tendencia que tienen éstos a quedarse con el santo y con la peana una vez se saben dueños de la situación. Y alrededor del Betis, acechan dos machos alfa con sus respectivos partidarios… pertrechados en trincheras irreconciliables. En un rincón, el ‘melismo’ populista; en el otro, el entorno ‘serrista’. Si tuviésemos que definirlo en clave sociológica, diríamos que batallan tuiteros 'enragés' contra rancios encorbatados. En medio, un club al que cada una de las dos banderías preferiría ver destruido antes que en manos enemigas. Y un presidente convencido de que nada hay más lejano a una gestión profesional que este sucio navajeo. ¿Se entienden así las estentóreas llamadas a la unidad de Juan Carlos Ollero? Cuyo propósito es encontrar una tercera vía para el banquillo (un entrenador fiable que ni pida la pasta gansa ni exija decidir hasta  el color de los banderines de córner) y poner a todo el beticismo a ayudar al Betis. Que ya va siendo hora.