muchodeporte.com Real Betis Balompié

Este cuento se ha acabado. ¿Se ha acabado este cuento?

Análisis del Betis tras el pacto con Lopera y Oliver

Lucas Haurie
Lucas Haurie
28/07/2017

Mejor un mal acuerdo que un buen pleito. Excepto entre los abogados, a quienes les va el sueldo en ello, existe un amplio consenso en la pertinencia de este aforismo. Los actores principales, el Real Betis por una parte y sus antiguos gestores por otro, tienen pues motivos para alegrarse por el acuerdo rubricado en la madrugada de un 28 de julio ya histórico. La mesa de negociación siempre es mejor escenario para arreglar un problema que los juzgados. Sin embargo, casi una década de conflagración civil ha abierto algunas heridas que no cerrará una firma. Y, desde luego, ha borrado para siempre a muchos de la lista de los hombres coherentes. La 'realpolitik' es así.

El club. Sin duda, la institución es la gran beneficiada por el fin de ese triste espectáculo que supone presenciar a una manada de hienas despedazando un cadáver a dentelladas. Mientras el Real Betis sufría alguno de los episodios más bochornosos de su historia y sus aficionados lamentaban el final de una rivalidad histórica (la distancia con el Sevilla ha sido durante este tiempo sideral, como comparar un triciclo con un Fórmula Uno), sus prohombres dejaban languidecer a la entidad entre una feroz rebatiña por el poder y el dinero. A partir de hoy, el Betis es un club normal, nada más y nada menos: sólo necesita encontrar a unos gestores capaces.

Manuel Ruiz de Lopera. Veinticinco años después de su legendario verano del 92, el de Cobi, el mejor dirigente de la historia del Betis es el gran derrotado y, a la vez, el gran triunfador de este largo litigio. Su derrota radica en que debe marcharse del que consideró "su" club hasta el punto de haber forzado en una junta general de accionistas su nombramiento como presidente perpetuo. Lo han desalojado por las bravas por un sencillo motivo: sus jurados enemigos han sido más listos que él, que tan listo se creía. Pero su triunfo estriba en que se marcha con su expediente jurídico blanqueado y una propina entre de doce y quince millones de euros. Quienes le auguraron un negro horizonte carcelario tendrán que seguir esperando pero el barco, ay, ya no se timoneará desde la calle Jabugo.

Ángel Haro. El nuevo amo: arranca la era "Don Haruel". Los clubes de fútbol tienden a ser estructuras presidencialistas y este empresario, por sus escasos escrúpulos y por sus conexiones políticas, se cierne como la figura ideal para ejercer el mando. Su buena sintonía con el Entorno, con el hermano mayor y con el hermano menor del Entorno, y con la membresía al completo de la Liga de Juristas Béticos, ALJB y MLJB, le garantiza una posición privilegiada cuando, repartidas las exiguas acciones que comprarán los béticos de a pie, se dé forma respetable a los chanchullos mediante los que configurará el nuevo mapa accionarial del Betis. A partir de ahí, el balón dictará sentencia.

Por Nuestro Betis. Pepe Tirado se dolía de una frase un tanto clasista que alguien escupió en su momento a los voluntariosos accionistas de PNB: "Los que desembarcaron en Normandía no desfilaron en París". Significaba esto que PNB, punta de lanza de las primeras batallas contra Lopera, cuando de verdad había que dejarse los dientes en una desigual pelea contra el poder, había sido empleado como carne de cañón a mayor gloria de quienes estaban destinados por designio genealógico a sentarse en el palco. Ha vuelto a cometer el mismo error, el pobre. Se prestó a ejercer de criado del nuevo amo en las previas de la junta del pasado 29 de junio, le darán algún sillón testimonial en alguna parte... y seguirá sin pintar nada. Más pronto que tarde, recuperará su encomiable espíritu crítico.

Luis Oliver. Un maestro, un genio, un faro, un referente, un crack, un líder. Sesenta generaciones de apellido compuesto nunca le harán tanto bien al Betis como el dirigente que, en su corto mandato, trajo a Pepe Mel y a Rubén Castro, las dos únicas alegrías que han tenido los béticos en estos siete oscuros años. Aunque tarde, el club se lo reconoce al fin: con una sabrosa cantidad de dinero y con el nombramiento de su hijo como consejero. La presencia de Oliver júnior en el órgano de gobierno de la entidad es la única esperanza de que alguien ponga un poquito de cordura en semejante manicomio.

Béticos por el Villamarín. Ahora resulta que son ellos los malos béticos y los que no anteponen los intereses del club a los suyos. Vivir para ver. Lo malo que es capaz de volverse un ser humano por un cargo, una comisión, un puesto de trabajo, una canonjía, un sobrecito, una tapa de ensaladilla...

Juan Carlos Ollero. Un hombre cabal pega en este circo lo mismo que un iglú en Sidi Ifni. ¿Qué puedo decirle, dilecto profesor? Citaremos a Albert Einstein: "Todo el mundo tiene que sacrificarse de vez en cuando en el altar de la estupidez".