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1ª División (2023/2024) > Jornada 34

Quique ha dejado el currículum en el buzón de Orta

Lucas Haurie

El Sevilla jugará en Primera división la temporada próxima. He aquí la buena noticia, por la que en absoluto debe sacar nadie pecho, o quizá sí Quique Flores, pero que ni el más optimista daba por descontaba hace sólo siete semanas (y cinco jornadas porque hubo dos parones), cuando se pregonaba la Semana Santa en el Maestranza mientras el Celta ganaba en el Sánchez-Pizjuán. No seamos tan esnobs, por tanto, como para escupir en el plato de sopa porque aquí los señores han cenado muchas noches, durante esta temporada aciaga, aire con suspiros. Y de postre, jindama gorda.

La certificación matemática de la permanencia (la virtual era un hecho desde la victoria sobre el Mallorca) llegó al cabo de un partido más o menos agradable ante el Granada, que se fue de Nervión con el descenso pintado en la cara, si es que ya no lo tenía. Sería injurioso afirmar que este Sevilla jugó como los ángeles, entre otras cosas porque no está capacitado para ello, pero es innegable que la tranquilidad ha mejorado el fútbol de un equipo que ha madurado de la mano de un entrenador en cuyas capacidades pocos creían, incluidos quienes lo contrataron a la desesperada. Ha llegado el tiempo de las decisiones para preparar el futuro y, visto lo visto, sabe cabe evitar dos factores: la demora y la extravagancia.

Apenas superado el décimo minuto, Acuña adelantó al Sevilla al cabecear en el segundo palo, picado como mandan los cánones, un centro medido de Jesús Navas. Más o menos, y sin exagerar, la asistencia número siete mil cuatrocientos que lleva dadas el palaciego en los últimos dos decenios. La combinación con Ocampos había sido de alta escuela y el otro carrilero remató en un área cargada con muchos futbolistas de blanco. Enseguida, otro centro del capitán estuvo a punto de cazarlo Lamela. ¿Íbamos a ver una versión suelta del equipo de Quique Flores? Quizá era la intención… pero lo que no puede ser, no puede ser; y además es imposible.

Era un equipo asimétrico el que plantaba el técnico madrileño en el césped, que defendía en 5-4-1 pero se desplegaba en 4-4-2 con Kike Salas de lateral izquierdo y Acuña y Ocampos como exteriores puros. El dinamismo de Lamela, chisposo y con total libertad para moverse por todo el frente de ataque, incomodaba a los defensores del Granada, pero el problema estribaba en el doble pivote, incapaz de generar nada. La collera que conforman Agoumé y Soumaré, yuxtapuestos por segunda jornada consecutiva, es casi válida (nótese el adverbio) para el entorpecimiento del rival. Con la pelota, ambos son torpes tirando a nulos y ello facilita la presión de cualquier que se le ponga delante, hasta esta casi desahuciada tropa de Sandoval.

Así, los sevillistas parecían relajados en el tramo final del primer tiempo, quizá por haberse visto tan pronto en ventaja, e iban dando pasos atrás ante un Granada cada vez más envalentonado que rozaba el empate con un disparo lejano, tras driblar a tres rivales, de Jozwiak que se envenenó al rozar en un defensor, marcaba un gol (bien) anulado mediante Pellistri y antes, tras dos robos en zona sensible, había generado peligro por un par de escaramuzas de Arezo. En el descuento, Boyé malogró una contra clarísima de tres contra uno, o más bien la abortó Badé con un retorno veloz. En un partido con algo en juego, los nervios y los silbidos se habrían desatado… con toda la razón.

Tocaba agazaparse, por más que hubiese venido de visita un vicecolista con cara de muerto. Sucede que este Sevilla se ha salvado con un libreto y los músicos no son virtuosos capaces de interpretar cualquier partitura. Refugiaditos en 35 metros a la vuelta del descanso, pudo Soumaré saltar a un robo y poner la primera piedra de un contragolpe de alta escuela. En dos nanosegundos, Lamela lanzó a En-Nesyri, que habilitó a Ocampos a su derecha y corrió como un guepardo al segundo palo para recoger el pase del argentino y empujar el 2-0 a placer. No era una sinfonía futbolística, claro que no, pero sonó armoniosa la tocata y fuga del goleador marroquí.

Con la doble desventaja claudicó el Granada, que no volvió a acercarse por la portería de Nyland y se afanó exclusivamente en tratar evitar encajar un tercer gol, el que no lograron En-Nesyri ni Ocampos pese a rematar de cabeza en posición franca pero sí marcó, de muy bella factura, Dodi Lukebakio. Acababa de suplir el atacante belga a un fatigado Lamela, cuando inició con un contraataque que parecía haberse malogrado por un mal control de En-Nesyri, pero insistió Lukebakio hasta recuperar el balón en la esquina del área, donde hizo bailar a Rubio con sus recortes y se hizo sitio para largar un zurdazo a la escuadra más lejana. Este chico hace cosas, no me fastidien.


Ficha Técnica

Sevilla FC (3): Nyland, Jesús Navas, Badé, Sergio Ramos, Kike Salas (Nianzou, minuto 73), Acuña, Soumaré (Joan Jordán, minuto 89), Agoumé, Ocampos (Hannibal, minuto 83), Lamela (Lukebakio, minuto 73) y En-Nesyri (Véliz, minuto 83).

Granada CF (0): Batalla, Bruno Méndez, Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva, Sergio Ruiz (Hongla, minuto 62), Gumbau (Villar, minuto 77), Pellistri (Corbeanu, minuto 87), Jozwiak, Lucas Boyé (Melendo, minuto 77) y Arezo (Uzuni, minuto 62).

Goles: 1-0, minuto 11: Acuña. 2-0, minuto 51: En-Nesyri. 3-0, minut0 80: Lukebkio.

Árbitro: Busquets Ferrer, balear. Amarillas para Sergio Ruiz, Rubio, Ocampos y Badé.


El mejor del encuentro
Agoumé
Agoumé

Muy buen partido del mediocentro. Pases buenos, buena colocación. Se entendió perfectamente con Soumaré.