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Dos motivos para no fichar

Lucas Haurie
Lucas Haurie
11/02/2015

Las disquisiciones económico-futbolísticas se rigen casi siempre por factores pasionales, esto es, por todo lo contrario a lo que debería regirse un debate científico. Atraviesa el Sevilla un periodo de dudas inaugurado por la nefasta gestión de la eliminatoria copera frente al Espanyol, donde murieron todas las posibilidades (a la espera de un improbable milagro europeo) de hacer algo realmente memorable esta temporada. Desvanecidas las ilusiones, el personal debe hablar de algo. Y la conversación de moda desemboca en una pregunta. ¿Por qué no se ha fichado en enero? Básicamente, por dos motivos: porque no era necesario y porque las arcas no están para alegrías pese a las cuentas de la vieja que, muy al estilo de Pepe Mel en el Betis, realizan los expertos financieros de vaso-de-vermú-con-altramuces.

Primera explicación: el Sevilla no necesita fichar. Excepto en la portería, donde por fas o por nefas ninguno de los tres inquilinos convence, Unai Emery maneja una plantilla abundante. Puestos doblados en defensa, cuatro mediocentros (sin contar, claro, a Cristóforo), una miríada de medias puntas y tres delanteros de oficio, más una camada interesante que se foguea en el filial… ¿Por qué habría necesidad de fichar? Pese a la plaga de lesiones que irá mermando conforme pasen los días porque ninguna es grave, los sevillistas están en condiciones hoy de alinear un once plenamente competitivo. El plantel tiene carencias, desde luego, pero debido al bajo rendimiento de varios futbolistas y no a su escaso número: fichajes fallidos como Barbosa, Kolo o Arribas, lesiones recurrentes como las de Gameiro, Beto, Reyes o Tremoulinas, la irregularidad (por usar un eufemismo) de Iago Aspas, Deulofeu y Denis, el mal momento, más allá de unos números aceptables, de Bacca, la demostrada inutilidad en distintas posiciones de Iborra, futbolista versátilmente malo o francamente "polipaquete". Y, más que ninguna otra circunstancia, la terrible desilusión que hasta ahora ha supuesto Banega. La clave, como siempre, no es fichar sino conseguir que los fichajes rindan. Dicho lo cual, Emery tiene al equipo quinto, es decir, tampoco es que haya un incendio.

Segunda explicación: el Sevilla no tiene dinero para fichar. O digamos que sí lo tendría en un momento dado pero que no puede permitirse alegrías, y por consiguiente, como no hay ningún incendio declarado, no se las permite. Los últimos ejercicios económicos del club han sido devastadores. A medida que la situación procesal (y por ende financiera) de José María del Nido se iba deteriorando, las cuentas del club iban tornándose opacas mediante burdos procesos de maquillaje que calaban entre una opinión pública y publicada dispuesta a transigir con cualquier disparate. Ni los fichajes costaron lo que se dijo que costaron ni los traspasos fueron por lo que se dijo que fueron ni, sobre todo, los célebres fondos de inversión eran cosa distinta a un instrumento mediante el que menear el dinero hasta marearlo y así llevarlo a cualquier bolsillo. ¡Esas cesiones con opción de compra obligatoria! Desde su vuelta, José María Cruz trata de racionalizar unas cuentas caóticas... con disimulo porque sabe que cerró los ojos durante demasiado tiempo.

Y esto es todo.