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El Gringo está de vuelta: "Le tengo fe a Sampaoli"

Scotta regresa a 'su' Sevilla y valora el momento actual del que fuera su equipo en los setenta

José Antonio Jiménez
José Antonio Jiménez
24/03/2017

Dieciséis fueron los goles que anotó en su primera temporada en el Sevilla FC (la 76/77). Los mismos que en el curso de su adiós (79/80). Han pasado los años, han llegado los títulos al hispalense barrio de Nervión, pero el sevillismo militante nunca lo olvidará. Siempre tendrá presente en sus oraciones a Héctor Horacio Scotta, un tipo querido por todos que está de vuelta. Aunque sea por unos días. Un mes para ser exactos, en los que seguro tendrá el cariño de la gente, disfrutará de la compañía de sus amigos y de una de sus pasiones: la Semana Santa, festividad en la que incluso participa en la lejana y singular Buenos Aires. "Lo hablaba estos días con Baby Acosta y me comentaba que parece que fue ayer cuando me fui y han pasado ya casi cuarenta años. El tiempo pasa, qué le vamos a hacer... Pero no me puedo olvidar de Sevilla. Aquí me atendieron fenomenal el tiempo que estuve. Es una alegría grande que la gente se siga acordando de mí y que me sigan parando por la calle. Querrá decir que uno se portó bien. Que cumplió con el Sevilla", comenta al respecto un hombre de fútbol que ahora se gana la vida con las promesas de San Lorenzo. "Ojalá estuviera jugando ahora en el Sevilla, seguro que estaría ganando más plata", asegura sobre un tiempo que lógicamente le habría gustado vivir.

Rápido, puede que no excesivamente técnico, pero certero ante el arco rival. Y con  un disparo tan potente como temido. Así era 'El Gringo' sobre un terreno de juego, un ariete al que Miguel Muñoz obligaría a cambiar de aires cuando mejor estaba. "A Eugenio Montes Cabezas, un padre para mí, le dije que me vendiera para que el club ganara algo de plata por un jugador que no contaba para el entrenador”, enfatiza sobre tal cuestión. Muchos no lo saben, pero en sus tiempos mozos fue capaz de anotar 60 goles en una única temporada. Una barbaridad. Un hito que ni siquiera han sido capaces de superar o de igualar los galácticos Leo Messi o Cristiano Ronaldo. "Fue en 1975, en San Lorenzo. Tenía un puntero izquierdo, Oscar Ortiz, un jugador muy rápido y habilidoso que te tiraba muy buenos centros para sólo empujar la pelota. Sabía de mi rapidez y me facilitaba las cosas. El récord todavía está  vigente".

A sus más de 60 primaveras, Scotta habla desde la experiencia de un Sevilla FC plagado de compatriotas. En el campo y en el banquillo. Donde está Jorge Sampaoli, del que vaticina algo que seguro agradará al sevillismo. "No lo conocía. Después supe que había salido campeón con la 'U' de Chile y que lo había hecho muy bien con la selección chilena. Es un gran técnico que puede hacer campeón al Sevilla. ¿Por qué no? El juego del Sevilla está decayendo en las últimas jornadas, hay rachas buenas y malas. Hasta el Madrid las ha tenido. Pero le tengo fe a Sampaoli y al equipo. Todo se andará", apunta al respecto. ¿Messi o Maradona? Un debate tampoco ajeno para Scotta. "Son dos épocas distintas. Como futbolista, Maradona fue el mejor. Messi lo es ahora y hay que respetarlo. Pero juega muy bien en el Barcelona y en Argentina no responde cómo en su equipo. En Barcelona tiene jugadores que le acompañan, pero con Argentina los futbolistas no se amoldan a los que quieren los técnicos".

A Messi lo único que le falta por ganar es un Mundial. Un campeonato que César Luis Menotti le impidió jugar a nuestro protagonista en 1978, el disputado en su país. "Estuve en la gira que hicimos en el 76 por Europa, la que acabamos en Sevilla tras pasar por Kiev, Polonia... Era de San Lorenzo y Menotti no quería jugadores de ese equipo porque era de Huracán. Dos equipos entre los que había una gran rivalidad. Me había ilusionado, pero me quedé en Sevilla que fue mejor. Claro que la espinita de jugar un Mundial en casa siempre te queda. Y eso que gané en el 71 los Juegos Panamericamos en Colombia", relata no con cierta tristeza.

De lo lejano a lo cercano. Básico en el triunfo blanco en no pocos derbis (debutó con gol y victoria en un histórico Trofeo Ciudad de Sevilla) y voz autorizada para hablar del vecino. De un Betis que antes tuteaba a los nervionenses y que ahora lo ve desde la larga distancia que hay entre los que luchan por todo y los que se conforman con mantenerse en la élite. "En Argentina me centro en el Sevilla y sé menos del Betis. Lo negativo le puede suceder a todo el mundo. No sé si los jugadores son mal comprados, no soy el más adecuado para hablar del tema. En mi época tenía grandes jugadores y siempre jugaba bien. Ahora no le veo bien".

Y hablando de fútbol con Scotta es una obligación preguntarle por la potencia que le imprimía a la pelota. "Vino sola, no hice nada. Tenía un tío que era zurdo que le pegaba muy fuerte, igual agarré algo de él. Trabajaba y buscaba la distancia y nada más", relata antes de rememorar algún curioso efecto colateral tras una de su infinidad de faltas. "A Asensi el del Barcelona le pegó la pelota en la boca del estómago, le dejé las marcas del balón. En Barcelona iba a tirar una falta y me dijo que no se pondría en la barrera (risas). Luego también sucedió algo parecido con un jugador vasco que no recuerdo muy bien su nombre (Rojo II, según apunta la siempre útil hemeroteca)".

Por último le preguntamos por su nieto, Valentino Fattore Scotta, un chaval que igual dentro de unos años lo vemos defendiendo los colores de su Sevilla FC en Primera división. "Ojalá tenga suerte y llegue algún día al primer equipo. Es un chico que se cuida, muy inteligente. Entiende muy bien cómo se mueve el fútbol. Sabe qué tiene que hacer", rubrica al respecto el orgulloso abuelo.

Scotta está de vuelta, aunque de manera temporal. Su paso siempre será recordado pese a que no pudo cumplir las expectativas deportivas generadas por los rectores del Sevilla FC.