Acoso y… no derribo

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 28/05/2018

En el vuelo directo a tierras alemanas, un amigo muy cercano a la oposición del actual presidente me asaltó con un cierto perfil de indignación: "A ver, me puedes decir por qué no criticas con dureza a Pepe Castro". Guardé unos segundos de silencio para darle suspense a la respuesta: "¿Qué tengo que criticar después de ganar tres Europa Leagues, después de clasificar al equipo tres años consecutivos en la Champions?". Y continué: "¿Sabes dónde va este avión? Pues a Múnich, a jugar con el Bayern los cuartos de la Liga de campeones... Será mejor esperar que se le caiga el proyecto para empezar a repartir palos. Creo que es lo más honesto, digo yo". Ahí acabó la conversación porque mi amigo fue incapaz de armar una réplica.

No hace mucho tiempo, si un periodista hubiera lanzado sobre el presidente del Sevilla una operación de acoso y derribo tan salvaje e injustificada como la que ha sufrido Castro, la propaganda oficial hubiese soltado a los perros de presa para devorar al plumilla. Y es que este año han ocurrido cosas muy extrañas. Desde el verano, se ha mantenido vivo un coro que pedía la dimisión de Castro ganara o perdiera el equipo, a veces sonó tan ridículo que no encontraron seguimiento alguno. Se le quiso hacer responsable también del acto de traición de Vitolo. Se armó una guerra civil tras perder una... final. Y hasta aparecieron auténticos desconocidos que patearon las puertas del Sánchez-Pizjuán el día que se analizaba la destitución de Montella. ¿De dónde salieron? La mayor bomba destructiva que se lanzó fue la denuncia de un socio que pidió la investigación de presuntos delitos de administración desleal y falsedad documental. Dieron por muerto a Castro. Estos oídos escucharon que había robado y que cuidadín porque podía visitar la cárcel. No llegaba a junio. El martes por la mañana la causa fue archivada, confirmándose así uno de los acosos más patéticos, ridículos y vergonzosos que el presidente del Sevilla ha tenido que superar.

Puedo llegar a entender que su oposición (léase José María del Nido) no supere que alguien con tantas deficiencias como Pepe Castro haya bordado con éxitos su mejor etapa, sea capaz de resistir estoicamente cuando las cosas se tuercen y tenga el apoyo total de los accionistas más fuertes. Quizá deba cambiar de asesores porque tampoco es entendible que quien para mí es el presidente más importante que ha tenido el Sevilla en toda su historia se haya creado tantos enemigos dentro del accionariado. Yo mismo le hubiese recomendado (gratis, por supuesto) una estrategia ideal para su regreso: espere a que el equipo se caiga y vendrán con un paso de palio a por usted... La compra de acciones por una y otra parte es salvaje y a precios alucinantes. La batalla por el poder y el dinero sólo acaba de comenzar.