¿Rytter? Como todos los daneses…

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 08/07/2018

La eliminación de España nos abría un esperanzador panorama para los seguidores fieles al fútbol: seguir disfrutando del Mundial sin los voceros oficiales y… sin José Antonio Camacho. El destino nos regalaba dos semanas por delante para olvidarnos del aburrido verano. El gozo en un pozo, porque Camacho sigue maltratándonos con el desgaste mental que provoca siempre oír un mensaje vacío. Unas simples píldoras recogidas en el Suecia- Inglaterra: "Todos los partidos son diferentes". Primer tópico. "Los centrales suecos están ahí en el área y dicen:  centrar que de aquí no nos movemos". Ole. "Cuando te meten un gol, ahora tienes que hacer dos para remontar el partido. Y eso no es fácil". Sublime. Los análisis de la selección española mejor dejarlos olvidados en un cajón para no ser tan crueles.

En este país, el hecho de haber sido futbolista parece que te habilita para ser entrenador, generador de opinión y comentarista. Camacho es el ejemplo del libro. Su currículum en estas otras áreas es extenso. Por regirme a nuestro territorio, tiene el mérito de ser uno de los peores técnicos que entrenaron al Sevilla. Llegó en la temporada 96 y se marchó unos meses después sin ganarle a nadie. Tras dejarse remontar un encuentro ante la Real Sociedad, soltó una de las suyas: "Con otro entrenador en el banquillo, no hubiésemos perdido". Salió por la puerta de atrás y ese Sevilla acabó con sus huesos en la Segunda División. Y en su aventura por nuestra tierra gestó lo que para mí fueron dos de sus mayores genialidades. Como diría Paco Gandía, esto es verídico: "Míster, qué nos puede decir de Rytter (un lateral fichado del Lyngby de Copenhague)". Su respuesta fue la siguiente: "¿Rytter? Bueno, sí, como todos los daneses…". Desternillante. El por aquél entonces joven Paco Cepeda le inquirió: "Pero habrá daneses buenos y daneses malos… digo yo". Ese mismo verano dijo que conoció a Colusso (un fichaje sospechosísimo del fútbol argentino) en el Mundial juvenil. Colusso no jugó en ningún Mundial juvenil jamás. Sus conocimientos aventuraban el desastre.

La pública vinculación reciente al fútbol de filósofos como Escohotado, de escritores de primer nivel como Javier Marías, de mentes cultas y lúcidas como las de Carlos Boyero y Enric González nos redimen y limpian esa corriente casposa y equivocada que relaciona a este deporte con mentes pobres y parásitos de sillón. La culpa no es de Camacho, es de los que siguen pensando que el fútbol sólo lo ven los gilipollas.