La fuerza del mercado

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 02/08/2018

La potente rueda de la economía provocará que, más pronto que tarde, un paquete mayoritario de acciones del Sevilla sea vendido a una poderosa compañía inversora. Es la esclavitud del mercado y la bendición del capitalismo: vender para crecer. No hay duda, el Sevilla será vendido. Pero esto no debe entenderse como una noticia negativa, todo lo contrario. El imperio Apple fue gestado por dos chavales con cuatro euros e instalados  en un garaje. La historia la conocen todos: la idea triunfó, la empresa creció, las acciones se dispararon y el gigante acabó comprando la marca y echando a Steve Jobs. Parece que no les fue mal.

El Sevilla es un milagro imaginado en su día por el talento y la valentía de José Maria del Nido y moldeado por el genio de Monchi. En esta aventura, antes o después, tuvieron su protagonismo esos (ahora) benditos viejos que pagaron mucha pasta de su bolsillo, que sustentaron la caída unas veces (Alés, Carrión, Guijarro…) y en otras supieron darle continuidad a una brillante idea, como ha sido el caso del actual presidente Pepe Castro. Pero en una ciudad en la que el paro es el mayor de los problemas, en la que se le pide al empresario que no se le contrate para seguir cobrando la paguita, en la que las empresas fuertes se pueden contar con los dedos de una mano, la invención del exitoso Sevilla es un milagro nacido en un garaje y bajo el talento de Del Nido y Monchi.

El juguete fue creciendo y creciendo hasta colarse entre los más poderosos. Y llegaron las operaciones espectaculares y los títulos y el Sevilla generó confianza. La ley del mercado es muy clara: la confianza crea crédito. El crédito produce crecimiento económico real. El crecimiento refuerza la confianza en el futuro y abre el camino para más crédito todavía. La máquina se puso a funcionar y a facturar hasta manejar presupuestos de 200 millones de euros. Todo se ha disparado. El aficionado se limita sólo a valorar si el último fichaje es acertado o no, mientras que la economía gira a la velocidad de la luz. Nadie paga 1.500 euros por una acción que costó 60 euros si no entiende que el producto no lo vale y si no palpa que la confianza exterior en la empresa es tan mayúscula que le doblarán el precio.

El Sevilla será vendido como fue vendida Apple. Porque no se sostiene que algo que costó 60 euros y por el que en breve se podrían pagar 3.000 siga estando en manos de cuatro sevillistas sin que el club acabe recostándose en un poderoso grupo inversor como ha ocurrido en todos los grandes equipos europeos.  ¿Cómo diablos creen que el Atlético de Madrid ha sido capaz de retener a Griezmann? Es el mercado, las implacables leyes del capitalismo que permiten la evolución. En esta ruleta y a este nivel de grandeza no hay lugar para los cuentos y es desconcertante observar cuando algunos piden a los grandes inversores que no muevan pieza cuando por detrás están vendiendo sus tres acciones que les regaló el abuelo. El Sevilla se venderá, pero cuando todas las partes, incluidos los hinchas más sentimentaloides, asuman que es el paso obligado para dar otro salto mortal.