Lo mediocre está ya mal visto en el Sevilla

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 03/12/2018

La reflexión es extraída de la espléndida novela de Hermann Hesse 'El lobo estepario': "Lo que más odiaba era todo lo mediocre, normal y corriente". El fin de semana ha sido de todo menos... mediocre, normal y corriente. Que el pueblo le muestra la puerta de salida a aquellos que han convertido el poder en un cortijo y llevan 40 años tomando a la gente por gilipollas es una buena noticia. En la miedosa Andalucía no es normal este golpe en la mesa. No sé si será bueno o no, el tiempo lo dirá, pero a mí me gusta. Me gusta rechazar lo normal.

Si se trata de eludir lo corriente, ahí está para nuestro disfrute Quique Setién. El técnico del Betis ha salido reforzado de esa carga de artillería que lo espera desde hace tiempo. Setién sostiene muy vivo al equipo en Europa y lo mantuvo en Liga en pie cuando todos esperaban su caída para comenzar a atizarle. En los últimos tiempos, he variado mi relación con él. Antes disfrutaba con su fútbol y me enojaba con sus declaraciones. Ahora, prefiero su mensaje a su juego, aunque en ese debate no le otorgo toda la responsabilidad de algunos momentos desesperantes. En la Liga española hay diez equipos con mejor delantera y obviarlo en el análisis es injusto. Setién no cambia su visión de la vida, se revuelve si hace falta contra lo que él cree que son críticas injustas de la afición y asume los riesgos por su forma de interpretarlo todo. No es corriente y con esa diferencia ha zarandeado un club que llevaba años sin ser noticia de nada.

Durante siglos, el fútbol sevillano representó el alto grado de mediocridad que el aficionado representaba. Cualquier cosita valía siempre que hubiese tres euros para una cerveza, ensaladilla, el capirote y tres mangazos en la Feria. El Sevilla ha roto ese muro con decisión. Su valentía hizo reventar el corsé del conformismo y dinamitó todos los registros. El Alavés esperaba como vikingos atrincherados sedientos de sangre y su reacción, tras un escandaloso robo arbitral, fue digna de los elegidos. Ciertos aficionados, que llevan años siendo normales, corrientes y mediocres, se dedican ahora a tirar con bala por cualquier hueco que encuentran a un Sevilla que mostró en Mendizorroza una raza poco común. Algunos se ofenden, incluso, cuando otros animan al club a pelear por todo. Pobres mediocres. El equipo demostró que quiere estar ahí y ahora los que mandan deben asumir el reto de potenciar lo inservible. Lo mediocre ya está mal visto en este Sevilla. Ojalá estos días se alarguen en la eternidad y lo normal, corriente y mediocre se aleje de nuestras vidas.