Lo veo venir…

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 25/10/2020

Sólo Julen Lopetegui sabía la alineación. Con ese once en la mente entiendo que en las puertas de Stamford Bridge ya advirtiera de la llegada del huracán vasco. Avisó con insistencia de la dificultad del reto. Es normal el miedo que transmitía conociendo el once que tenía preparado. Si juntas a Sergi Gómez, Óliver, Óscar, Gudelj, En-Nesyri y a este Rakitic no hay ningún motivo para creer con seguridad en la victoria.

La puesta en escena escenifica la ausencia de recursos. El Sevilla no pudo salir de su campo hasta casi el minuto seis (5 minutos y 51 segundos). Salieron con tanto miedo y tan poco fútbol que el Eibar desató una presión extraordinaria que acobardó a los sevillistas. En el minuto dos la pelota pasó un metro del centro del campo pero volvió. En el cuatro y medio Vaclik, amargado de que le dieran la pelota una y otra vez, le pegó arriba, pero el balón regresó de un cabezazo al territorio sevillista. En seis minutos el Sevilla fue incapaz de avanzar unos metros. Se había dejado en Londres todo su atrevimiento.

Es difícil explicar cómo En-Nesyri parece cada partido peor futbolista. Cada gol suyo deja atrás demasiadas cuentas pendientes. Es duro aceptar el momento por el que atraviesa Rakitic. Su pasado lo engrandece pero el presente lo desnuda. Es complicado asumir que Rekik pueda ser menos contundente que Sergi Gómez porque eso sería muy mala noticia. Y es una realidad que Óscar ahora mismo es sólo una promesa. El Sevilla ha demostrado que tiene cuerpo para pelear con nivel en los días elegidos pero si acude a la segunda unidad su fuerza disminuye peligrosamente. Lopetegui deberá encontrar el equilibrio para evitar que en sólo unas semanas tengamos que oír de nuevo el cateto y casposo mensaje de "la Liga hay que cuidarla porque es la que da de comer". Al que piense eso ya le pido que me conteste a la siguiente pregunta: ¿Para qué cojones quieres, entonces, jugar la Champions? Pero es que ya lo veo venir…