Yonki y gitano

Me levanto y me voy

Víctor Fernández 05/04/2021

¿Debemos mordernos la lengua y tragar? Es la pregunta que se hace el profesor Darío Villanueva en su nuevo ensayo que destapa esa corrección política que nos conduce directamente a convivir con la estupidez. Si uno se echa al lado y observa con frialdad, la invasión se ha consumado. No hay solución. Ya puede empezar Juan Cala a correr en dirección a Noruega porque el peso del buenismo y los bienqueda caerá inminentemente sobre sus hombros. Será acusado sin pruebas. Da igual. Seguramente tuvo un gesto maleducado y reprochable, pero la reacción del Valencia servirá para que este país cuyos gobernantes negocian con indecentes ya tenga algo que le faltaba: un gesto racista en el fútbol. Es curioso, el daño moral que provocó Cala no impidió que los rivales tan afectados saltasen como conejos de nuevo al campo al entender que podían perder los puntos. ¿Qué más da unos puntos ante una agresión tan feroz?

Pero hay más, porque la idiotez se ha extendido por todos lados y se ha introducido en las venas de los medios de comunicación. Los gestos vandálicos de varios miles de aficionados del Athletic fueron definidos por el Lendakari como “actos insolidarios” por saltarse las medidas de seguridad sanitarias. Los telediarios criticaron que los que se dedicaron a quemar contenedores "habían incumplido las medidas de seguridad e iban sin mascarillas”. Se olvidaron de la violencia y de la alteración del orden público, el problema es la mascarilla…  No hubo detenidos. Sin duda, la idiocia ha llegado para quedarse. Esta forma de vivir tan sensible, educada, limpia y pulcra debe ser nueva, porque en mis oídos aún me retumba eso de “sevillano, yonki y gitano” y el “ea, ea, ea Puerta se marea” que se cantó a voz en grito y con la permisividad de esas fuerzas morales que ahora lo vigilan todo. Por cierto, hay Liga y el Sevilla sigue enredando…