Cabildo

Sobre el Miserere del maestro Eslava

José María Pinilla
José María Pinilla
22/03/2023

Los siempre atentos compañeros de Arte Sacro han hecho público estos días que la hermandad del Cristo de Burgos, una de las más cuidadosas con el acompañamiento musical durante su estación procesional, va a incluir en la cruceta de Madre de Dios de la Palma este próximo Miércoles Santo la adaptación de un versículo del célebre Miserere de Hilarión Eslava. Sírvanos esta grata noticia para bucear en tan notoria y magna obra y en su relación con nuestras cofradías.

Cuando un servidor tiene el placer de enseñar una obra de arte, gratificante tarea que por suerte se me presenta de forma regular en las cubiertas catedralicias, siempre hago hincapié en que para interpretar correctamente aquello que estamos viendo es oportuno despojarse de manera metafórica de las gafas de nuestro tiempo y ponernos en su lugar las de la época y cultura en las que la citada obra fue concebida y ejecutada. De este modo, desprovistos de la visión y los prejuicios consustanciales a nuestra realidad cotidiana, podríamos entender mejor por qué se hizo así y no de otro modo. Siguiendo esta recomendable práctica, situémonos en la primera mitad del siglo XIX en la vieja Híspalis.

En esa época, aunque con algo de retraso frente a otros países europeos, van calando los principios románticos en la expresión artística. Siguiendo la predecible ley del péndulo, supuso la reacción a la Ilustración y el Neoclasicismo, ya que antepuso las pasiones y los sentimientos a la intelectualidad y el orden lógico. El Romanticismo no fue, contrariamente a la simple opinión generalizada, un estilo exclusivamente literario. Más bien al contrario, implicó más una actitud ante la vida que un mero gusto estético y, por tanto, tuvo reflejo en distintas disciplinas artísticas, como es la música. En este escenario nos centramos en Miguel Hilarión Eslava Elizondo –su nombre completo–, que había nacido en tierras navarras a principios de este siglo y que llega a Sevilla con apenas 25 años en 1832 para ser maestro de capilla de la Catedral. Aunque se hizo sacerdote, escribió obras profanas, incluidas tres óperas en italiano. Sin embargo, al menos en nuestra ciudad, la fama le llegó por una obra sacra denominada Miserere (literalmente 'Apiádate' o 'Ten compasión'), que se ha definido como de estilo operístico y que ve la luz en 1835. Hay que comentar que el propio Eslava compuso otros Misereres para distintas ciudades andaluzas, no únicamente el nuestro. Incluso para Sevilla hizo un segundo, que es una evolución del primero.

Esta pieza, dividida en 14 versículos, se concibió para el tiempo litúrgico penitencial propio de la Cuaresma y la Semana Santa. De hecho, a principios del siglo XX nos consta que se interpretaba en la Catedral el Miércoles Santo al caer la noche. A modo de anécdota, hay noticias de que el retraso producido algún año en las cofradías de esta jornada llevó a que la que solía cerrar la nómina –la Sagrada Lanzada– se encontró en alguna ocasión las puertas de la seo cerradas por el comienzo del Miserere y tuvo que volver sobre sus pasos sin cumplir con su estación penitencial. Esto sucedió según la prensa en 1916, pero intuimos que no habría sido la única vez. Debido a la vinculación de la composición con este día de la Semana Santa, Manuel Ruiz Vidriet y Rafael Carretero incluyeron en su marcha El Refugio (de 1925 y dedicada a la Dolorosa de San Bernardo) un fragmento del versículo Redde de la obra del maestro Eslava.

Antes de esa fecha, pensando sin duda en interpretar estos sones tan apreciados por los sevillanos en nuestras cofradías, el inquieto Manuel Font Fernández de la Herrán (pilar fundamental en la fecunda saga de los Font) adaptó para banda de música en 1913 dos de dichos versículos: el II, titulado también Miserere, y el XI, llamado Benigne. Ambos tuvieron cumplida presencia en las carpetas musicales que sonaban tras nuestros pasos en el primer tercio del siglo XX, prácticamente hasta la jubilación del propio Font al frente de la Banda Municipal de Sevilla. La llegada de Pedro Braña como responsable de esta formación relegó estas versiones procesionales a un triste olvido... hasta ahora.

Así, casi una centuria más tarde, y gracias al encomiable empeño de la hermandad del Cristo de Burgos y de los siempre dispuestos responsables de la Banda del Maestro Tejera, Sevilla recuperará una huella musical de su pasado, que saldrá de los templos para volver a ser puesta en valor en la calle. Disfrútenla, ahora que su interpretación en las vísperas de la Semana Santa ha llegado a estar amenazada de desaparición. La incultura de Sevilla con la música clásica –paradójicamente somos la ciudad con más óperas inspiradas en ella– da para otro debate. Lo dejamos para otro día.