Cabildo

Todo se está consumando

Semblanza del Viernes Santo

José María Pinilla
José María Pinilla
07/04/2023

La jornada de la muerte de Jesucristo es un compendio de cofradías selectas y absolutamente exquisitas. A estas alturas de la Semana Santa el cansancio se nos ha hecho obligada compañía y todo parece que se apacigua, se ralentiza, como queriendo aferrarse a unos días que se nos escapan por este año. Pero aún queda mucho por ver y vivir, así que sumérjanse en una tarde y noche espléndidas. Este 2023 es marcadamente especial al final de la calle Castilla, pues conmemoramos medio siglo de la actual Señorita de Triana y celebramos que el Cachorro se salvó del cruel fuego que consumió a su Madre. Cuando vean al Cristo en el que Ruiz Gijón plasmó la muerte de aquel gitano de la leyenda, recuerden a quien decía que iba corriendo a verlo otra vez antes de que expirase del todo, de lo real que parecía su expresión moribunda.

En un barrio del Arenal con un aire diferente al de esta misma mañana, la elegancia hecha hábito nazareno seguirá el camino marcado por la Cruz de Guía más antigua de nuestras cofradías. La corporación que reunía a los toneleros del puerto nos llevará a la Sevilla romántica de los Montpensier. Todo está medido aquí, desde el juego de insignias a los excelentes repertorios musicales de ambos pasos. Cuando el cortejo carretero alcance la Plaza Nueva, por otra calle avanzará la Soledad que Gabriel de Astorga nos regaló. La hermandad que surgió alrededor de la Cruz del Caño Quebrado es otra delicia para saborear de principio a fin. Una confidencia: este año la Municipal de Mairena lleva Expiración del maestro Font Fernández. Ojalá pueda oírse tras esta joya de paso.

Aun siendo el día de la muerte del Redentor, dos de las cofradías nos lo presentarán cargando anacrónicamente con la cruz. En la primera de ellas llegará desde el Puente de Triana la dulzura que Pedro Roldán dejó para nuestra veneración. Tras Él, la Dolorosa que, como decía aquella saeta, encerraba tanto amor en un nombre tan breve. Por su lado, desde la histórica Costanilla, la Acrópolis sevillana como acertadamente oí llamar, el Señor cae abatido y requiere la ayuda de un tal Simón de Cirene, efigie tan excepcional como la cofradía de San Isidoro. La casa de oro para la Virgen de Loreto nos hará seguir su manto prodigioso con la mirada cuando se nos aleje. Se acerca el día a su fin, pero aún hemos de degustar la dolorida e infantil mirada de Nuestra Señora de Montserrat. Su personalísimo palio, rescatado del XIX, y los distinguidos sones de Tejera en su trasera crearán estampas irrepetibles. Cerramos el Viernes, ya en plena noche, entre los naranjos de Doña María Coronel arropando a la Virgen de la Piedad mientras llora sobre el cuerpo inerte de su Hijo. Todo toca a su fin de manera inexorable.