Cabildo

Expirando urbi et orbi

José María Pinilla
José María Pinilla
09/09/2023

Es bien sabido que los muchos siglos de historia que atesoran ciertas hermandades en no pocos casos las han llevado durante su trayectoria vital a deambular por diferentes templos hasta que encontraron acomodo en su sede actual para gozo de sus vecinos, a los que reconforta la cercanía de sus Sagrados Titulares. De mi época de frecuentar aquellos entrañables concursos de cultura cofrade hace ya unas tres décadas recuerdo preguntas como dónde se fundó tal corporación o cuáles llegaron a cohabitar en cierto convento ya desaparecido, ya que algunas de estas hermandades han resultado ser especialmente “nómadas”. Por el contrario, otras han tenido la ventura de no apartarse jamás de las zonas que las vieron nacer hace siglos. En este último grupo englobamos a la del Cristo de la Expiración y la Virgen del Patrocinio, arraigada de manera indisoluble en las entonces afueras de Triana, en la calle llamada en tiempos del Rosario en el camino hacia el Campo de Castilla, al abrigo del antiguo hospital de Santa María de las Cuevas.

La irrepetible silueta de su Crucificado, cumbre de la imaginería barroca, no se concibe en las primeras horas de la tarde del Viernes Santo sin dejar su impronta en las fachadas del viejo arrabal y recorrer lugares históricos como el Sitio del Punto –donde acababan los raíles de los tranvías a finales del XIX– o el Zurraque, tan vinculado al curtido de las pieles. El postrero hálito de vida de Jesús se impregna en las nuevas edificaciones que se levantan sobre corrales ya desaparecidos, cuyo espíritu de barrio perdura hoy en día, y en otras centenarias como la parroquia de la O, la segunda más antigua de Triana. Los mismos enclaves verán regresar de madrugada al extenso y cansado cortejo penitente, que volverá a pisar estas calles hasta que, bien entrada la noche, se cierren las puertas de su iglesia tras la luz de la candelería de la dulce Dolorosa que, de tanto llorar, se acabó quedando sin lágrimas que verter.

Permítanme revivir estos momentos –si es que fuera necesario un pretexto para ello– al hilo de una noticia que nos ha hecho soñar estos días. Como ya sabrán (y si no es así nos alegramos en contárselo), en la Santa Sede están dando forma a un acto especial que conmemore en 2025 el Año Jubilar de las Cofradías. Esto tendrá lugar en la propia Roma y para ello parece estar barajándose la presencia del Cachorro junto a la Virgen de la Esperanza de la hermandad del Nazareno del Paso de Málaga. Como a otros muchos, la propuesta me ha hecho recordar aquel pregón del padre Javierre en 1993 en el que cuantos lo escuchamos fantaseamos con la escena del singular paso de palio de la Virgen de la Amargura en la plaza de San Pedro del Vaticano. Lamentablemente, las bambalinas de la Dolorosa de San Juan de la Palma no se mecieron al son de Manuel Font de Anta por la Ciudad Eterna, pero ahora parece que hay visos de que una imagen sevillana de la devoción e importancia del Cristo de la Expiración pueda bendecir a toda la Cristiandad desde la Cátedra de San Pedro.

El proyecto se encuentra aún en fase embrionaria y habrá que superar diversas etapas, entre ellas el refrendo del cabildo de hermanos y el apoyo de la Sede Hispalense, hasta poderlo considerar una grata realidad. Pero ya dijo alguien sabio que soñar es gratis y que con la imaginación se llega de forma rápida –y barata, que en estos días no es poco– a cualquier destino. También nos resultó inverosímil en su momento que la Virgen de Regla paseara su señorío por Madrid en aquellas inolvidables Jornadas de la Juventud de 2010 y finalmente así sucedió. En este caso sería el Cristo al que las gubias de Ruiz Gijón llevaron la agonía de aquel gitano de leyenda el que haga contener el aliento a todo el que lo contemple. Seguro que habrá quien, como decía aquella abuela de Triana, correrá a esperarlo en la siguiente calle temeroso de que antes exhale su último suspiro y, descendido del Santo Madero y reposado sobre el regazo de su Madre, mute en la Piedad que el tempestuoso Miguel Ángel nos legó bajo la cúpula de San Pedro. Pero no teman. El Cachorro no se explica sin su barrio, así que tengan por seguro que regresaría a su casa. Mientras tanto, esperen, disfruten, sueñen...