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Álvaro Varela: Especialista en ciclos paralímpicos

Lucas Haurie
Lucas Haurie
25/03/2024

Álvaro Varela es un ejemplo incontestable de precocidad y de éxito en los ciclos paralímpicos. El sinsabor del undécimo puesto en individuales del tenis de mesa en Tokio, que compensó con un bronce por equipos con su inseparable Jordi Morales, no le quitó ilusión para pelear por una plaza en París 24. En las vitrinas del sevillano hay medallas de todos los tipos y competiciones, si bien no hay ninguna como el oro que se colgó en Sídney 2020, cuando alcanzó su cima y se convirtió en el único palista en ganar en unos Juegos Paralímpicos.
 
Nació con una polineuropatía que le provocó atrofia muscular en piernas y brazos, una enfermedad degenerativa que combate con preparación física y empeño. Su padre, Álvaro, competidor de cierto nivel en los circuitos de Madrid, le enseñó a jugar. Compartían horas y horas sobre estrategias, materiales y técnicas para el revés en el sótano de su casa en el barrio de El Porvenir. Con su primer club, el CTM San José de la Rinconada, ganó un bronce en el Campeonato de España y en un torneo juvenil de Palencia.
 
Se curtió en España en pruebas con rivales sin discapacidad, en pleno reinado de Manuel Robles en la categoría en silla y posteriormente en su mano a mano con el granadino José Manuel Ruiz, al que sólo le arrebató el título nacional de Granollers en 2000. Con 15 años ya se asomó al panorama internacional en el Europeo de Estocolmo con una sorprendente plata. Y a la temporada siguiente, se impuso en el Campeonato del Mundo con el título universal individual.
 
Desde el oro en su primer Campeonato del Mundo en París en 1998, acumula ocho medallas (cinco primeros puestos, dos platas y un bronce) en siete participaciones; dieciocho preseas en Europeos (once de oro) y un oro, tres platas y dos bronces en seis Juegos Paralímpicos. El triunfo en Australia fue inolvidable porque cumplía mayoría de edad y era su primer concurso en la cita que todo deportista sueña con disputar.
 
Lleva más de dos décadas en la alta competición, su gran desafío, no por acumular éxitos, sino para sentirse como uno más. Ese coraje desde niño fue fundamental para dar el salto de calidad y conseguir independencia económica desde 2008 con el Plan ADO Paralímpico, aunque sacó tiempo para licenciarse en Turismo. La pandemia fue dramática para él, ya que por poco abandona el deporte, porque la falta de actividad y el sedentarismo son muy dañinos para su cuerpo. Nada ha podido tumbarle. París 2024 es su meta predilecta.