muchodeporte.com Andalucía Deportes

El gallo de Morón hace carrera en el kárate

Redacción
Redacción
29/11/2019

Un niño hiperactivo, un rasgo común en muchos de los semblantes que tratamos en nuestro serial de promesas y realidades del deporte andaluz, encontró en el kárate a los siete años una manera de desfogarse, de soltar tanta energía contenida. Su madre le encaminó al tartán y Antonio Ángel Álvarez inició una andadura prometedora. Una medalla de bronce en el Campeonato del Mundo júnior a primeros de noviembre confirmó que su progresión es la adecuada.

Maduró pronto. Con 15 años participó en su primer evento nacional. Supo que no se trataba de una prueba más. "Me quedaba mucho por aprender y mejorar, pero en ese campeonato observé que, o te lo crees, o estás fuera, no te queda otra si quieres ser alguien en el deporte de alta competición", confiesa. La técnica y la fortaleza física son dos de los factores esenciales en el kárate, pero buena parte del éxito radica en la dureza mental al tratarse de un deporte de contacto controlado, de enorme habilidad. "Cualquiera puede sorprenderte, si te despistas", admite este sevillano de Morón, que acaba de ganar la medalla de oro en un torneo internacional en Lisboa.

El sinsabor de un cuarto puesto en el Campeonato de Europa de Croacia se lo quitó con ese bronce en Chile. Álvarez reconoce, ante todo, el sacrificio de sus padres, la ayuda de sus entrenadores, de los profesores de su instituto, de personalidades políticas y la Federación Española y Andaluza para haber vivido "una sensación especial, única". Para el sevillano, "no existe nada que me pueda hacer más ilusión que representar a España, es algo único".

Álvarez se hizo con un sitio en el podio al vencer al jordano Zaki Abou Qaoud que sirvió también para celebrar en la capital chilena el Día Mundial del Kárate, así que la conmemoración fue doble. Después de 30 años de existencia, el Club Shotoyama tenía en sus vitrinas medallas andaluzas, regionales y europeas. Antonio Ángel inauguró las vitrinas de galardones mundiales.

Manolo Serralbo, su entrenador de toda la vida, refleja la ambición que le inculcan: "Siempre aspiramos a lo máximo, nos queda la medalla olímpica". Cuida especialmente las torceduras de tobillos, uno de sus puntos débiles, y las molestias que padece en ocasiones en la rodilla, pero Antonio Ángel Álvarez se prepara siempre al límite, porque le gusta entrenar al máximo en cada jornada. El aliciente siempre es la siguiente competición.

Su máxima ambición, todavía con 17 años y una larga carrera por delante, es representar a España en unos Juegos Olímpicos. De momento, ya tiene la máxima distinción de su pueblo, el Gallo de Morón, que recientemente le entregó el alcalde de la localidad.