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El amor más incondicional

Play off a la División de Honor

Bernardo Ruiz
Bernardo Ruiz
12/07/2020
Alejandro y Andrea, los hijos de Lara, apoyaron al Morón desde el exterior”

Termómetros sensoriales, protocolos sanitarios y mochilas repletas de esperanza. La antesala de la primera semifinal del play off de ascenso a la División de Honor sénior fue una sucesión de estampas costumbristas que hubiera plasmado con soberbio arte el genial pintor de la Sevilla más real José García y Ramos. Y así, entre imaginarios pinceles, fueron ingresando en el Leonardo Ramos Yerga los componentes de las comitivas de la Peña Deportiva Rociera y la UD Morón CF. Unos, los protagonistas, en el césped, otros, los dirigentes, en el improvisado palco, y los últimos, un reducto de colaboradores con bufanda y bandera incluida, en la grada. 28 como cupo máximo por cada formación.

En el exterior, ocultos para el personal preso de la tensión, aparecían dos niños sobre sillas. Junto a un coche y a una mujer joven. Anónimos para la muchedumbre pero el apoyo incondicional más absoluto para un tipo que, con gorra blanca y polo a juego como traje de presentación, dirigía a ras de la línea de cal. El director de orquesta era José Antonio Lara y los zagales de las sillas de plástico, Alejandro y Andrea, sus hijos. 

Fieles testigos de los momentos de íntimo desasosiego de su progenitor durante las horas previas a la semifinal. "Siempre me apoyan", confiesa Lara en un diálogo con Muchodeporte. Alejandro, de 12 años y central expeditivo en la disciplina del Torreblanca de Javi Lozano, y Andrea, de 10, soportaron estoicamente el bochorno y la tensión hasta el cruel desenlace. "Soy padre soltero y están conmigo fines de semana alternos, pero siempre van a los partidos e, incluso, a los viajes", advierte con un tono de voz dulce. Como si la sonrisa de sus vástagos hubiera enterrado por un momento la puñalada del gol de Álex Rubio. 

Cuando su pareja, Elisabeth, conoció el escenario del play off eligieron la forma de animar al técnico de la UD Morón. "Llegaron un rato antes y me dieron ánimos al acabar", presume un hombre que ayer sintió en su piel el amargo sabor de la crueldad de un deporte, el fútbol, que para sus retoños es sinónimo de reencuentro y cariño. De apoyo y amor incondicional. Y así será hasta el final de sus tiempos.