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¿Y ahora qué, NBA?

FRANQUICIA SUR

Javier Márquez Mata
Javier Márquez Mata
16/07/2019

La liga, desde sus comienzos, ha sido partidaria de regular lo que ocurría entre sus participantes. La NBA siempre ha buscado justicia, que los grandes equipos y mercados no abusen de su potencial frente a otros equipos de lugares menos favorables. Traído a idioma de mortales, los jugadores prefieren jugar en Los Angeles o Miami, que en Denver o en Oklahoma, por lo que se regula favoreciendo a estos pequeños mercados con el objetivo de que estén en posición de retener a sus mejores jugadores, que podrían verse atraídos por los cantos de sirena de grandes ciudades. Pero, estas reglas últimamente no están siendo suficiente para los Charlotte u Oklahoma de turno, las franquicias han perdido peso a la hora de decidir, ahora son los jugadores quienes deciden y los dueños presionan a Adam Silver (en la imagen) al respecto.

Los últimos acontecimientos que se ciernen sobre la NBA preocupan y mucho a sus dirigentes, o al menos debería. Los jugadores de un tiempo a una parte han tomado demasiado poder, ya no solo a la hora de dejar la franquicia de origen en la agencia libre, decisión que vienen a ser única y exclusivamente del jugador, sino también en cuanto a forzar traspasos a otras franquicias.

Este último es un problema bastante grave, en los últimos años se han registrado demasiados casos de jugadores que no siguen en su franquicia, imponiendo su voluntad de marchar a otros equipos donde optar al anillo. Es una acción muy repetida y que requiere de una actuación pronta y eficaz.

Las normas que tienen que ver con esta parte del mercado son entre otras la regla de los máximos y los supermáximos, dando ventaja al equipo de origen, en posición de ofrecer más años de contrato por una cantidad superior de dinero que los destinos foráneos. 

Sin embargo, la tendencia en esta época es la del cambio de destino, más que la de quedarse en la franquicia de origen como Lillard. Raro es el caso de jugadores que se quedan, desde LeBron hace un año, a casos como Durant, Irving, D’Angelo o Kawhi Leonard. Este último es el ejemplo más evidente, ganó el anillo y abandonó la franquicia con tan solo 22 días de diferencia.

Más grave se presenta el caso Paul George. El alero estadounidense ha solicitado y presionado por ser traspasado dos veces, y las dos veces se ha salido con la suya. Así no es como las cosas deberían funcionar, Adam Silver es consciente de ello, como se hacen eco varios periódicos en Norteamérica.

Los jugadores se hayan, cada vez más, en posesión del destino de la franquicia, Paul George ha convertido a Oklahoma City Thunder en una franquicia en reconstrucción dinamitando el traspaso de Russell Westbrook hacia Rockets, este sin voluntariedad del jugador. Iniciando una época de oscuridad, previa a otro momento de lucidez más adelante.

La NBA tiene que tomar medidas, medidas inmediatas, porque si las franquicias dejan de poder controlar su destino, algunas pueden dejar de querer pertenecer a una liga de la que no tienen voz ni voto.

Adam Silver, ¿Y ahora qué?