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¿Por qué y cómo se extinguió el Trofeo Ciudad de Sevilla?

EL ESCAPARATE

Alejandro Delmás
Alejandro Delmás
17/08/2019

Si en esta semana que comienza el lunes 19 de agosto nos halláramos transitando por un año entre 1972 y 1981... esta misma sería la semana que los futboleros de Sevilla contemplarían quizá con la mayor expectación del año: la semana del Trofeo 'Ciudad de Sevilla', en los días inmediatamente anteriores al 'Ramón de Carranza'... de aquellos viejos años. Habida cuenta de que el 'Ciudad de Sevilla' propiamente dicho se extinguió después de diez ediciones cabales, siempre entre 1972 y 81... aunque entre un descomunal éxito económico y de público, las nuevas generaciones de hoy tienen derecho a preguntarse qué sucedió con aquel relampagueante cuadrangular conocido como 'Er Trofeo'. De 1982 a 1994 aún se celebrarían cinco ediciones fantasmales, como tristes caricaturas de las hirvientes diez primeras. Tras 1981, Sevilla y Betis ya sólo volverían a competir juntos una vez, en 1992: el año de la Exposición Universal de La Cartuja pero para entonces... 'Er Trofeo' ya estaba herido de muerte, prácticamente finiquitado. Quizá la frase 'morir de éxito' se acuñó pensando en el 'Ciudad de Sevilla'. ¿Por qué y cómo pasó todo?

Sobre la fecha del 'Ciudad de Sevilla', sólo cabe decir que era la ideal de un trofeo veraniego en los años 70 y 80, cuando la Liga de Primera División llegaba a arrancar en fechas tan tardías como un 14 de septiembre (en 1969-70, por ejemplo). Los éxitos y dineros que generaban los cuadrangulares de Huelva y Cádiz, 'Colombino' y 'Carranza', movieron a que aquel alcalde sevillano de 1972, Juan Fernández-Rodríguez y García del Busto -alcalde ideal para un franquismo terminal- diera el paso de 'apretar el botón'. La idea ya se acariciaba desde 1971. En el 72, el amable y cachazudo J. F-R y G. del Busto, hermano cofrade de Pasión, convenció a los dos presidentes del fútbol sevillano, José Núñez Naranjo (Betis, en Primera División) y José Ramón Cisneros Palacios (de un Sevilla C. F. de la época recién e inopinadamente descendido a Segunda) para que diesen el visto bueno a la organización de un certamen 'bueno, bonito y barato': con importantes ingresos para cada club y para el Ayuntamiento. El Trofeo 'Ciudad de Sevilla', 'Er Trofeo', se planteó como de celebración alterna anual en cada año en uno de los dos primeros estadios sevillanos. Se pactó que Betis y Sevilla nunca se enfrentarían en semifinales. Obviamente, el Betis y el Sevilla (por orden alfabético) constituían base y piedra filosofal del rectángulo sevillí; pero al mismo tiempo, como la rana con el escorpión, la rentable, eterna rivalidad llevaba incorporada en esa travesía la dosis suficiente de veneno... que iba a poner punto final a la travesía y al mismo Trofeo.

MARMOLEJO... Y LA ETERNA RIVALIDAD.- El Ayuntamiento de Juan F. R. García del Busto encargó la producción material del Trofeo al celebrado orfebre Fernando Marmolejo, nacido en el Arenal, y con taller en la calle Baños: no en vano, Marmolejo se había ocupado de las reproducciones del tesoro de El Carambolo... y hasta de las mismísimas jarras de azucenas (o 'atanores') de la Giralda. La contratación de los equipos extranjeros quedó encomendada al hábil intermediario o 'matchmaker' Fernando Torcal. Básicamente, el dinero de los ingresos se iba a dividir en cinco partes, al alza según recaudación: 'fijos' para Betis y Sevilla, otra parte para el Ayuntamiento, que incluía gastos de organización y contratación de equipos foráneos (Torcal)... y dos 'bonus' o pluses: para el equipo que pusiera su estadio y para el campeón. Este ya fue uno de los caballos de batalla: el Sevilla de Eugenio Montes Cabeza siempre argumentò que la superior capacidad del Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán le hacía merecer a su club una subida al alza del 'bonus' por cesión del estadio, siempre que 'Er Trofeo' se disputara en Nervión.

Desde las oficinas municipales en Plaza Nueva se lanzó y gestionó la celebración de una verbena o velada popular -a base especialmente de cantaores, bailaores y grupos flamencos, con estrellas como Rocío Jurado, Matilde Coral...- en dos escenarios, 'A' y 'B', en el Parque de María Luisa, Plaza de España: después de cada final. Allí se entregaban 'formalmente' el mismo Trofeo y los galardones individuales del certamen, máximo goleador, portero menos goleado, 'Juego Limpio', etc. La liquidación de la verbena, a partir de 1978, iba a constituir el primer aviso o torpedo serio de que 'Er Trofeo' llevaba plomo en las alas. Y eso, aunque desde 1977 se había agregado un 'Trofeo' en versión para juveniles: si no quieres arroz...

En lo que uno -que vivió las cimas y las simas del evento- entiende como 'Er Trofeo' auténtico, entre 1972 y 81, se registra un palmarés con empate a cuatro títulos entre Betis y Sevilla, con una conquista por barba para C. R. Vasco da Gama y West Bromwich Albion. En las cinco ediciones 'menores' entre 1982 y 1994 cuando, como queda dicho, Betis y Sevilla sólo coincidieron una vez (1992) se cuentan tres éxitos del Sevilla, uno del Peñarol y otro del Oporto, este último en el ya referido Año de la Expo: 1992.

Curiosamente... no se iba a producir una final de 'eterna rivalidad' sevillana hasta la cuarta edición del Trofeo 'Ciudad de Sevilla', tal como fue concebido y parido. Hasta 1979, José Núñez Naranjo estuvo al frente del Betis durante la mayor parte del ciclo 1972-81. Por el Sevilla, y tras la aceptación inicial de José Ramón Cisneros, el ciclo presidencial de Eugenio Montes Cabeza (hasta 1984) fue el que tuvo que lidiar con los delicados avatares del certamen. Ya puede adelantarse que Eugenio Montes -uno de los directivos mejor valorados por Ramón Sánchez-Pizjuán- mantenía un talante de absoluta firmeza contra el Trofeo sevillano: que él, Montes, quizá no hubiera firmado en el verano de 1972, como Cisneros sí hizo: la prudencia 'montista' le impulsaba a echar el freno de mano ante un eventual duelo fratricida que significaba jugarse a una carta o moneda al aire de una final 'amistosa' (??) los beneficios -abonos, etc- y expectativas de toda una pretemporada. 

Al prudente, sensato Montes no le convencía el riesgo que tenía el asunto: a cambio de no tanto dinero. Una simple derrota ante el 'eterno rival', en una finalísima sevillana, podía torpedear la campaña de carnets de abono, podía hacer cambiar planificaciones y hasta alterar al alza los presupuestos de fichajes. Demasiado riesgo para un simple... 'Trofeo'. Núñez Naranjo no pensaba muy alejado de Montes, pero como, por ejemplo, el Betis cosechó 3/4 Trofeos de 1974 a 77, entre la satisfacción de la gente verdiblanca, Núñez -que de inmediato habría de pechar con un dramático descenso, en 1978- aparcó las críticas públicas.

FRENESÍ: 1977, 78 Y 80.- Pese a hallarse braceando en Segunda, el Sevilla golpeó primero, por partida doble, y alzó los dos primeros títulos -el inaugural, en el Estadio Sánchez-Pizjuán- al batir en las finales de 1972 y 73 a Honved (1-0) y Dínamo Moscú (2-1). Curiosamente, el Betis dominó los partidos de consolación de esos dos años ante equipos de tan buen cartel como Peñarol e Independiente. En 1974 y en Nervión, un Betis recién retornado a Primera como campeón de Segunda, ya a las órdenes de Ferenc Szusza, sorprendió a un excelente Benfica, aún con  'La Pantera' Eusebio... más Jordao, Humberto, Nené o Simoes: pero entre todos ellos, y tras el 0-0 después de la prórroga... la decisión de la final quedó en manos del meta donostiarra del Betis: José Ramón Esnaola Larburu, quien detuvo a los benfiquistas nada menos que tres de los seis penaltis de desempate: entre ellos, el definitivo, a Simoes, ya en la segunda tanda, el que dio paso a la puntilla, de pies de Sebastián Alabanda.

Esto ocurría el viernes 23 de agosto de 1974. Para los anales queda que aquel mismo Betis venía de derrotar en la consolación del Trofeo Colombino, en la ardiente tarde onubense del 18-8-74, a un Bayern Múnich flamante campeón de Europa, con Beckenbauer, Uli Hoeness, Gerd Müller... por 5-0. Los más viejos del lugar quizá no lo recuerden: pero así fue y así ocurrió, en una tarde onubense de calor increíble, con los alemanes bochornosamente desparramados ante cuatro goles de Anzarda y otro más de Alabanda. Ese 'Colombino' de 1974 lo ganó el Feyenoord, heredero del Ajax de Johan Cruyff en el trono del fútbol holandés.

A partir de 1975, ya con Fernando de Parias Merry como alcalde (último del franquismo)... empezaron las cinco finales sevillanas casi en fila: que 'Er Trofeo' nunca había conocido en sus tres primeras ediciones. De entrada, y ya con el Sevilla -de Montes y Roque Olsen- de regreso a Primera, 1-0 para el Betis en Heliópolis, gol de Anzarda... y primeros síntomas de tensión extradeportiva. En 1976, de regreso a Nervión y con llenazo brutal, el Sevilla se toma la revancha: 1-0, diana de Héctor Horacio Scotta, la primera de una serie que el llamado 'Gringo', el gran cañonero de San Lorenzo de Almagro, iba a colocar en las redes del Betis: por ejemplo, aquel mismo curso 1976-77, sendos 'scottazos' sentenciaron los dos Sevilla-Betis de Liga, 0-1 y 3-2 para el Sevilla. Sólo como ejemplo, los beneficios del 'V Trofeo Ciudad de Sevilla', el de 1976, se repartieron así para Sevilla y Betis (las liquidaciones venían al dedillo): 19'163 millones de pesetas para el Sevilla... y 11'663 millones de pesetas para el Betis. Traducido a dinero de hoy, esto sería igual a unos 117.000 euros en las arcas sevillistas... y unos 70.000 para el Betis. Esta diferencia de 1976 se explica porque el Sevilla firmó el título: y en su propio estadio.

El viernes 26 de agosto de 1977... muchas cosas saltaron por los aires en el campo de un Betis que había conquistado la I Copa del Rey... hacía dos meses exactos. En la tercera final sevillana en tres años, el partido se le fue de las manos al cotizado árbitro francés René Vigliani. El Betis campeón de Iriondo venció por 3-1: tres goles de Attila Ladinsky (dos, en sendos penaltis) ante un nuevo, solitario tanto de Scotta. Con 3-1, Rafael Jaén mandó fuera un penalti a favor del Sevilla. Al comienzo de la segunda parte, Curro Sanjosé y Javier López se agredieron (tras dura entrada de López a Enrique Montero)... y fueron expulsados por Vigliani. 

Pero la mecha estaba prendida: cuando los jugadores del Sevilla subieron a recoger la 'Giralda' del segundo puesto, Paco Gallego, legendario capitán e internacional sevillista, fue golpeado en las gradas del Villamarín... y devolvió los golpes. La 'Giralda' saltó por los aires, mientras los jugadores sevillistas y el propio Gallego se enzarzaban con aficionados del Betis. "Digan que nos han agredido sin contemplaciones; hasta la Copa se ha roto", proclamó Gallego a los periodistas, en el mismo vestuario del Sevilla. "Ché, esto no es un público, y me refiero a los que han agredido a Gallego y han roto nuestra Copa, son peores que indios", corroboraba nada menos que Héctor 'Gringo' Scotta. 

Escenas de alta tensión se sucedieron en la misma verbena de la Plaza de América. "Hugo Cabezas (que había provocado tensiones y las jugadas de los penaltis del Betis) es un jugador que le va a traer problemas al Betis", señaló Luis Cid 'Carriega', que ya entrenaba al Sevilla. "Las escenas que vi ese día... en mi vida las he vuelto a ver. Una Copa, con su tapadera, la Giralda, volando literalmente por los aires... subimos a defender a Paco Gallego, claro. Todo se había vuelto muy espeso, muy conflictivo, y así era muy difícil", recuerda, en estos días de hoy... nada menos que Pablo Blanco. 

Además, el Betis también se impuso en juveniles (2-0), pero al día siguiente, sábado 27-8-77, los titulares de Prensa eran así de expresivos: 'Tremenda tensión emocional'. 'Hubo incidentes en el campo y en la grada; en mayor medida entre los espectadores que entre los protagonistas del choque decisivo'... 'No fue agradable el espectáculo'... 'Sanjosé y López fueron expulsados y hubo intercambio de golpes entre jugadores y aficionados'... 'En el terreno, la pólvora; en la grada, la mecha'. Sin TV en directo (Canal Sur y las privadas estaban lejos de existir), la recaudación bruta de aquella final Betis-Sevilla de 1977 había superado los 16 millones de pesetas, para un arqueo total del Trofeo que rozaba los 60 millones de pesetas: unos 360.000 euros de hoy. Pero el golpe al evento había sido mortal de necesidad.

1978-81: DESPEDIDA Y CIERRE.- En 1978 era el Betis el que se hallaba en Segunda, tras el 'shock' de un descenso dramático: nuevas heroicidades de 'Gorriti' Esnaola ante el Standard de Lieja llevaron a los verdiblancos a la cuarta final ante un Sevilla que iba a dar cuenta del Wisla de Cracovia en las tandas de penaltis, tras empate a cero. En la semifinal Betis-Standard,  la noche del 22 de agosto de 1978, ante 70.000 espectadores en el Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán (aunque los milagros del vasco del Betis ya se produjeron dentro de la madrugada del 23)... Esnaola detuvo ¡¡cinco!! de los 13 penaltis que le lanzaron en tres tandas los tiradores de un espléndido equipo del Standard. 

Tras 0-0, prórroga y 140 minutos de drama entre un calor tropical e insufrible (se agotó el agua embotellada a la venta en el recinto nervionense), Esnaola paró cinco tiros de penalti: a Labarbe, Plessers, Wellens, Poel y el soberbio mito 'liegeois' que era Eric Gerets. Encima, J. R. Esnaola remató con la transformación del penalti final al meta Michel Preud'Homme, el que liquidó la tercera tanda y la semifinal. 

Fue lo que el abogado Juan Manuel Mauduit, que se encaminaba a presidir el Betis, describió a Fernando Gelán como 'una película de Hitchcock'. Por el Betis habían fallado los artistas de la tecnica: Cardeñosa, Benítez, Gerrie Mühren... y un Antolín Ortega que disparó al poste de Preud'Homme el 'match ball' de la primera tanda. Un Betis recién amerizado en el océano de Segunda y a las órdenes de José Luis García Traid (fallecido en 1990, tras una operación estética) pasó así a la final del VII Trofeo 'Ciudad de Sevilla', donde una nueva sentencia del 'Gringo' Héctor Scotta, también de penalti -Gustavo Fernández detuvo a Gerrie Mühren otro máximo castigo que podía haber firmado el 1-1-, daría al Sevilla su cuarto Trofeo de la ciudad, rompiendo el empate a tres con el Betis. Sólo en el Trofeo 'Ciudad de Sevilla', Héctor Horacio Scotta anotó tres tantos a Esnaola, en tres finales. Algunos años después - y siempre-, Esnaola diría: "Scotta chutaba muy fuerte y con muchísima precisión, a muy pocos he visto combinar tanta fuerza y precisión, pero el que a mí me daba más problemas en el Sevilla era... Baby Acosta, que era muy listo, muy hábil. Inteligente. Se te ponía delante en los córners y no te dejaba salir".  

1978 fue el año de despedida de la verbena del Parque, roída en las entrañas desde los graves incidentes de 1977. Se subieron los precios, mientras los recelos no paraban de crecer. En 1979, ya con Luis Uruñuela como primer alcalde de la nueva democracia, y con el bético Manuel Clavero Arévalo, entonces Ministro de Cultura (y Deportes) en el palco del Villamarín, ahí irrumpió un soberbio Vasco da Gama: que, entrenado por Otto Gloria y con 'cracks' como Dudú, Marco Antonio o Roberto Dinamita iba a lograr el primer título de un equipo extranjero. Fue en Heliópolis, después de batir por 3-1 al Sevilla en semifinales... y resistir en la final al Betis con sólo nueve jugadores desde el minuto 57, cuando el Vasco, que ahí vencía por 1-2 (Benítez; Paulinho y Roberto Dinamita), ya se quedó con dos hombres menos tras las expulsiones de Gaucho y Paulo César. Una portentosa técnica de juego sacó del apuro a los cariocas y, tras empate del Betis (2-2, Cardeñosa) y prórroga... esta vez no iban a surgir más milagros de Esnaola. 

El Vasco da Gama decidió con cuatro tiros de penalti, sin fallo ("cuando se tiran los penaltis así, es imposible pararlos", razonaba el propio Esnaola), después de que por el Betis erraran el canterano Paco Arana y Eduardo Anzarda. "Ese Vasco era un equipazo con recursos como pocos he visto. Los laterales hacían cambios de orientación... de banda a banda, fíjate, lo nunca visto. Marco Antonio era buenísimo: y tenían a Roberto Dinamita para apuntillar. Pudieron bien con nosotros... y con un buen Betis: aquí, pese a jugar con nueve", recuenta Pablo Blanco. Pero, sin final sevillana y con los precios al alza, la recaudación bruta apenas había tocado los 50 millones de pesetas, en claro descenso desde 1977 y 78. El partido de consolación entre Sevilla y Slovan Bratislava (0-2), se detuvo en cuatro millones de pesetas de taquilla, apenas 24.000 euros de estos tiempos. 'Desconsolador', titulaban las crónicas.

El 22 de agosto de 1980, con la verbena muerta y enterrada, y en plena caída de la recaudación, llegó el remate de los tomates: el Betis (ahora dirigido por... Luis Carriega) venció por 1-2 en el Sánchez-Pizjuán, con doblete de Cardeñosa frente al tanto de Enrique Montero (el 1-1). Iba a ser el único triunfo bético en el corazón de Nervión entre 1968 y 1986. "El éxito es mayor porque se ha conseguido en este estadio", recalcó Antonio Benítez, jerezano (y trianero) capitán del Real Betis Balompié. "El Sevilla fue un gran rival", alababa Carriega, caballerosamente: pero iba a servir de poco. Se había producido una nueva expulsión de Sanjosé, tras incidente con Morán, y a Eugenio Montes Cabeza ya se le notaba muy harto: "El árbitro (García Carrión) ha influido en el resultado, no ha querido ver dos penaltis en el área del Betis y nos ha dedicado todas las tarjetas, aunque lo de Sanjosé haya sido una estupidez inadmisible". El partido terminó entre lanzamiento de objetos -latas, botellas, etc...- y se registraron disturbios en las zonas interiores de las gradas del Sánchez-Pizjuán, con desperfectos en las instalaciones. Cada jugador de aquel Betis de 1980 recibió una prima de 300.000 pesetas (como 1.800 euros de hoy), de la directiva verdiblanca que ahora presidía Juan Mauduit. Bien curiosamente, y por las obras premundialistas en su estadio de Heliópolis, el Betis regresaría en poco más de un mes al Ramón Sanchez-Pizjuán, donde entre septiembre y octubre de 1980 jugó dos partidos de Liga como 'local': ante Las Palmas (4-1) y Atlético de Madrid: 0-1.

En 1981, y en un Villamarín árido, agostado y pelado de césped, un excelente West Bromwich Albion (entrenado por Ronnie Allen, con Brendan Batson, Cyrille Regis, Moses...) noqueó sin paliativos a un Betis dirigido de modo efímero por Luis Aragonés (1-4, semifinales)... y en la final, por 0-2, al Sevilla que había apartado por 3-1 al Southampton: donde Kevin Keegan aún ofrecía pinceladas. A esas alturas, el alcalde Uruñuela hacía preparativos para el Trofeo de 1982: pero este ya no se celebraría con la primera excusa oficial de la saturación de fútbol a consecuencia del Mundial España-1982. Nada volvería a ser lo mismo. El Trofeo de la Ciudad de Sevilla, 'Er Trofeo' de verdad se extinguía con empate a cuatro títulos entre Betis y Sevilla, y 3-2 para el Betis en esas durísimas finales directas que, en su frenesí pasional, condenaron sin remisión el Trofeo de verano más rentable de España. Le llamaron 'Er Trofeo'. RIP.

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