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1972 y 1988: La URSS bate a EE UU y cambia el mapa olímpico: Belov, Sabonis, Gomelski...

El Escaparate

Alejandro Delmás
Alejandro Delmás
05/04/2020

Estos días, medio salvajes, medio primitivos, las televisiones andan por ahí recordando partidos y personajes imborrables de los años 70 y 80 -las grandes épocas donde se abrió el deporte mundial de masas- con especial foco en baloncesto, fútbol, tenis, sus grandes encuentros y personajes de aquellas épocas: finales o grandes citas de Campeonatos de Europa y Mundiales, Juegos Olímpicos, las correrías de Fernando Martín, Drazen Petrovic, Diego Armando Maradona, Michael Jordan, Juan Gómez 'Juanito', 'La Quinta del Buitre'... sin duda, los resultados de audiencia deben estar respondiendo; en un ambiente 'ochentero', los partidos y personajes, tan imborrables o míticos como 'enlatados' se repiten una y otra vez, por más que se acuda siempre a comentaristas 'excelsos' que saben tanto de baloncesto o tenis de los 80 y 90 (por ejemplo)... como el aquí firmante de la fauna de las Islas Marianas.

Hemos podido revisar, pues -entre el asombro generalizado hacia ciertos caracteres y acontecimientos-, cintas y encuentros de gran calibre... y una película sobre la celebérrima final olímpica de baloncesto de los Juegos de 1972, en Múnich: 'Tres segundos' o, en inglés, 'Going Vertical': 'Dvizhenie vverkh', el título original ruso, 'Moverse hacia ariba'. Fue película que arrasó en las taquillas de Rusia en el invierno de 2017-18, con dos millones de espectadores en una semana y que relata los entresijos de aquella Selección de la Unión Soviética que, al batir a la de EE UU por 51-50 y tras un escándalo histórico... arrebataba por primera vez el oro olímpico en baloncesto a los Estados Unidos de América. 

Después volveremos sobre esa final entre el 9 y el 10 de septiembre de 1972 en la Basket Ball Halle de Múnich (hoy, Rudi-Sedlmayer-Halle, o Audi Dome)... pero no sin antes elaborar una pequeña historia/recordatorio para quienes no vivieron aquellos días: aquella final olímpica de 1972 y la semifinal de 1988, con nueva victoria (82-76, más posterior título) de la entonces Unión Soviética sobre sendas selecciones estadounidenses resultaron ser elementos decisivos -lo nieguen o no los americanos y los elementos de la FIBA- en que, finalmente, los jugadores 'profesionales' de la NBA pudieran participar en los Juegos Olímpicos: cosa que antes de 1988 estaba vetada, no era posible. De hecho, la clasificación estadounidense en los Juegos de 1988, la tercera plaza -medalla de bronce- fue la peor hasta entonces de un equipo olímpico de los Estados Unidos de América.  Sólo fue igualada -y en derrotas totales, empeorada- por el llamado 'Nightmare Team' o 'Equipo de Pesadilla' que la NBA 'formó' para los Juegos de Atenas, en 2004: Juegos desarrollados (para aquellos estadounidenses) entre una sucesión de escándalos o escandalitos. 

Hasta 1989, un jugador de cualquier nacionalidad que fuese a jugar a la NBA... no podía ser llamado para su Selección nacional: ese fue el caso de Fernando Martín Espina con la penúltima España de Antonio Díaz-Miguel. Aparte de ciertas diferencias con ese seleccionador nacional, con Antonio Díaz-Miguel Sanz, Martín ya no se pondría más la camiseta de España desde que firmó contrato en la NBA (Portland Trailblazers) en 1986-87: y eso que, hasta su muerte, el 3 de diciembre de 1989, Martín retornó a las filas del baloncesto FIBA (Real Madrid) entre 1987-88 y 1989-90: temporada esta última que FM ya no finalizó por mortal accidente de tráfico en Madrid.

Este veto FIBA a los profesionales/NBA en las selecciones también fue otra de las razones por las que soviéticos y yugoslavos no dejaban partir a la NBA a sus mejores estrellas, que empezaron a llegar al 'Draft' NBA a mediados de los años 80, con importante explosión en 1986: Arvydas Sabonis (URSS, primera ronda-27/Portland); Drazen Petrovic (Yugoslavia, tercera ronda-60/Portland), Sasha Volkov (URSS, quinta ronda-134/Atlanta) y Valeri Tikhonenko: URSS, sexta ronda-157/Atlanta. Cabe reseñar que los primeros europeos 'drafteados' por la NBA fueron el pívot francés Jean-Claude Lefebvre (218 centímetros de altura, el 'Rifle Eiffel', número 64 en 1960, Lakers) y el famoso Dino Meneghin, pívot internacional italiano de 204 cms., elegido en 1970 por los Atlanta Hawks: número 182. 

Por su parte, Fernando Martín había sido elegido en el número 38 (segunda ronda) del 'Draft de 1985 por New Jersey Nets, que luego traspasaría sus derechos a los Blazers de Portland. De aquel mismo 'Draft' de 1985, el pívot búlgaro Gheorghi Glouchkov (2,03) salió elegido con el número 148 por Phoenix Suns. El potente pero no muy brillante Glouchkov firmó contrato con los Suns para esa misma campaña 85-86 y asi se convirtió en el primer europeo en jugar en la NBA sin haberse formado en EE UU. Aquel mismo curso 85-86, los alemanes Schrempf y Uwe Blab se enrolaron en Dallas Mavericks... pero se habían formado, respectivamente en las Universidades de Washington e Indiana. 

Glouchkov, Blab, Schrempf o cualquier otro jugador extranjero de la NBA (como lo fue el propio Martín) no podrían volver a sus respectivas selecciones hasta que, en junio de 1989, la FIBA del ahora recién fallecido Secretario General Borislav Stankovic votó favorablemente (con la oposición de la Unión Soviética) la apertura total a los profesionales de la NBA... más la invitación y el ingreso de ejecutivos de la NBA en el Consejo Directivo de la Federación Estadounidense, 'USA Basketball'... y el anuncio anticipado de la irrupción del 'Dream Team' de la NBA en los Juegos de 1992, en Barcelona. De hecho, en el Congreso FIBA de 1986, ya se había votado la apertura a los jugadores de la NBA con resultado favorable de 31-27... pero con 19 abstenciones que impedían la requerida mayoría absoluta. Si al menos ocho de aquellas abstenciones FIBA de 1986 hubieran sido votos favorables... la NBA ya habría aparecido en los Juegos de 1988, en Seúl.

DE 1972 A 1988: BELOV, SABONIS, GOMELSKI.- Por circunstancias profesionales de un concreto reportaje -en el verano de 2002-, el aquí firmante pudo reunirse en una misma imagen, en Málaga y en el aparcamiento del Pabellón 'José María Martín Carpena', a tres mitos del baloncesto soviético, de todas las Rusias; específicamente de Lituania y de Rusia. Se trata, de izquierda a derecha, del llamado 'Zar de Lituania', Arvydas Romas Sabonis (221 centímetros de altura), con camiseta corinto sin mangas; tras el firmante -con polo verde, en el centro- asoma la cabeza del escolta Valdemaras 'Valdi' Homicius, oro olímpico en Seúl con la URSS, al igual que Sabonis, y también al igual que 'Sabas' (y Marciulionis, Kurtinaitis...), bronce en los Juegos de Barcelona-1992, ya con Lituania. 

Y a la izquierda de todos, en camisa y pantalón corto, con gafas en la camisa y pelo entrecano, se halla nada menos que el siberiano (de Tomsk) Sérgei Aleksándrovich Belov, 'Sérgei Belov' (190 centímetros de altura, vivió entre 1944-2013): 15 medallas internacionales con la Unión Soviética, entre ellas el oro olímpico de 1972, dos veces Campeón del Mundo, otras cuatro campeón de Europa, plusmarquista de internacionalidades absolutas con la URSS (217 en total, 'Héroe de la Unión Soviética')...), dos veces campeón de Europa de clubes con el TSKA/CSKA de Moscú (en cuatro finales, en tres de ellas... Mejor Jugador de la Final) y récord de medallas en Campeonatos Mundiales: cuatro, junto con los brasileños Amaury, Ubiratán, Wlamir, los yugoslavos Kresimir Cosic y Drazen Dalipagic. 

Además, Sérgei Belov también posee el récord de medallas en Eurobasket, junto con el propio 'Kreso' Cosic (croata, mormón de Brigham Young, fallecido en 1995) y con Pau Gasol: siete medallas continentales para cada uno de este trío. Nada puede ser más merecido que el sobrenombre con que se conocía a Sérgei Belov: el 'Jerry West soviético'.

Una foto relativamente 'actual' de Sérgei Belov con un periodista español o con un español en general resulta poco menos que impensable: Belov falleció en 2013 después de una larga enfermedad vírica, cuando ya había sido Presidente y Seleccionador de la Federación de Rusia. Aquel verano de 2002, Belov se hallaba en la Costa del Sol como primer entrenador del equipo ruso Ural Great, donde lo ayudaba Homicius. Belov y Homicius intentaban poner a punto al 'Zar' Sabonis (con segunda residencia en Torremolinos), quien se disponía a jugar una última temporada en la NBA, con 'sus' Blazers de Portland: 2002-03: 6,1 puntos y 4,3 rebotes de media en 15,5 minutos de juego durante 78 partidos, 'plurilesionado' y ya con 38 años cumplidos para 'Sabas' en ese año final del 'Zar' en la NBA. En Portland, Sabonis era el 'Big Red', el 'Gran Rojo', tras haber sido reparados sus maltrechos tendones de Aquiles y rodillas en el verano de 1988 por Robert Cook, el traumatólogo de los Blazers, con experiencia como cirujano militar en la Guerra de Vietnam.

LAS CRÍTICAS DE SÉRGEI BELOV.- Estas fueron las cosas que Sérgei Belov confesó aquella tarde malagueña de mediados de julio de 2002 al aquí firmante, en vísperas del Mundial FIBA de Indianapolis (donde España, quinta, batió a una Selección estadounidense de la NBA): "Llevo 30 años diciendo lo mismo: no tengo una sola duda de que el resultado de nuestra final de 1972 en Múnich ante EE UU fue totalmente legal. La gente recuerda las discusiones del final, pero no que nosotros, la URSS, siempre fuimos delante durante el partido. Lo que pasó al final fue malo, porque empañó nuestro triunfo, que era merecido. Pero, de haberse tomado otra decisión, se habría tratado de algo irregular. ¿Un robo? Eso es lo que dicen los americanos, que no quisieron sus medallas de plata: pero el triunfo de ellos, en condiciones injustas hubiera generado algo peor, un campeón olímpico indigno".

"El cambio de sistema, la 'perestroika' y la desaparición de la Unión Soviética hundieron no sólo al baloncesto, sino a todo el deporte de Rusia. El nuevo sistema no sólo no funcionó, sino que desactivó lo que iba bien. Todo funcionaba y toda esa estructura se vino abajo. No creo que se pueda regresar a mis tiempos". 

"No hay que dar explicaciones, pero jugar en el TSSKA/CSKA era lo máximo que había en Rusia y en la URSS. Y la única manera de recibir un sueldo por jugar y entrenarse era con un despacho de oficial del Ejército. Pero si me pregunta si creo en los valores de la camaradería, la colaboración y el trabajo en conjunto, respondo que sí. En el Ural Great de Perm, Homicius y yo somos como un solo entrenador dividido en dos cuerpos, porque creemos en esos valores".  

('Valdi' Homicius traducía y apostillaba a Belov. Homicius asentía y matizaba: "Los extranjeros nunca han conocido demasiado nuestros valores e integración en la antigua Unión Soviética: para nosotros, las personas han estado siempre por encima de ideologías. Y hemos sufrido mucho por esto". Unos años después, el propio Iván Edeshko, tan ruso -a pesar de haber nacido en Bielorrusia-, coincidiría de pleno con 'Valdi'.)

Continuaba Sérgei Belov: "Arvydas Sabonis ha sido el mejor jugador que he visto. Nadie con su altura y sus problemas de lesiones ha sido capaz de hacer lo que él. Pienso que aún ahora puede acabar jugando bien... si verdaderamente se lo propone. Homicius remataba: "Sergei Belov no puede decir que el mejor fue él, pero en Rusia todos lo piensan". Según Belov, y en aquel ardiente 2002... "A Pau Gasol sólo le he visto en algunos partidos de la NBA. No le conocía de España ni le había visto en el Barcelona. Llama la atención por la altura y coordinación. Me gusta mucho por el margen de mejora que tiene, porque, con lo que es, aún puede ser mucho mejor". Y al fin, Belov analizaba así su característica mecánica de tiro: casi sin doblar las piernas, alzándose desde los talones en esa suspensión mortal...... "Mi tiro, mi bote, mi suspensión... son habilidades naturales que vienen con uno. Pero, ¿usted sabe con qué disciplina había que entrenarse en el TSSKA, en Moscú?" 

Entre las siguientes imágenes, queda otra del firmante, en plena acción de entrevista (en 1988) a Alexander Yakóvlevich Gomelski, el técnico de Kronstadt/San Petersburgo que, a través del respeto con todos los jugadores de todas las repúblicas y nacionalidades -que lo llamaban 'Papa'- supo mantener unida a la Selección de la Unión Soviética hasta su gran victoria final de los Juegos Olímpicos de 1988: con ese 82-76 a EE UU en semifinales (28 puntos de Rimas Kurinaitis; 13 puntos y 13 rebotes de Sabonis ante el 'Almirante' David Robinson en desquite de la final madrileña del Mundobasket 1986) y el posterior éxito de oro en la final ante la penúltima Yugoslavia de Drazen Petrovic: 76-63, con 20 puntos y 15 rebotes 'del tal' Sabonis: y 21 tantos del potentísimo escolta zurdo Sarunas 'Saras' Marciulionis, ya 'drafteado' en 1987 por Golden State Warriors para la NBA.

En los Juegos de 1972, Gomelski -que nunca se llevó bien con Sérgei Belov, al impedirle su salida final para jugar en el extranjero; Belov relacionaba a 'Papa' con el KGB- había pasado a ocupar un puesto ejecutivo en el 'Goskomsport', el Comité Soviético (Olímpico/Ejecutivo) de Deportes. Tras un discreto tercer puesto en el Mundial de 1970, Gomelski había dejado a la Selección soviética en manos de Vladimir Kondrashin, técnico del Spartak de Leningrado. Kondrashin ya hizo a aquella URSS de los Belov, Zarmukhamedov, etc... campeona de Europa en 1971, en el Eurobasket de Essen. Y ya sin Andreiev, el vital gigante de 217 centímetros del TSSKA de Moscú, lesionado drásticamente en la espalda. "Gran jugador, mala persona", solía decir Gomelski de un Sérgei Belov al que 'Papa' acusaba de haber creado mal ambiente en la Selección olímpica soviética de los Juegos moscovitas de 1980 (bronce final para la URSS, ante España)... precisamente por haberse vetado desde el Goskomsport -donde Gomelski manejaba hilos- una buena oferta de salida al exterior (de Italia) para que Belov rematara su ilustre carrera con algún buen dinero..

LA FINAL DE 1972.- La hazaña de Kondrashin y de aquellos jugadores que Sérgei Belov capitaneó en Múnich es bien sabida: en la medianoche muniquesa entre el 9 y el 10 de septiembre de 1972 (con jugadores españoles como Juan Corbalán sentados a pie de pista, con los Juegos ya terminados, sólo a falta de esa finalísima de baloncesto), la URSS de Kondrashin venció por 51-50 en la Basket Ball Halle de Múnich (donde el Real Madrid ganaría la Copa de Europa en 1978) a una Selección de EE UU que llegaba en una serie de 63 triunfos seguidos en los Juegos y que no había perdido nunca una final olímpica desde que arrancó el baloncesto olímpico: en 1936, en el Berlín de Hitler. Pero aquella fortísima, granítica Selección de la URSS había jugado más de 200 partidos como un equipo, como un bloque compacto, entre 1970 y 1972. Y así pasó todo...

Las medallas de plata de los 12 jugadores de EE UU que perdieron la final olímpica de Múnich ante la URSS, en la medianoche del 10 de septiembre de 1972, quedaron inicialmente guardadas en un banco muniqués, una sucursal del 'Dresdner Bank'. Pero fueron trasladadas y ya parece que no se moverán de donde están ahora: el Museo Olímpico de Lausana. En esa medianoche del 10 de septiembre de 1972, esa selección de EE UU perdió de modo increíble esa final. En la cláusula IX de su testamento, su capitán, Kenny Davis, establece que, a su muerte, ni su mujer, Rita, ni sus hijos Jill y Bryan, ni sus descendientes pidan ni acepten "jamás" ese medalla de plata de los Juegos Olímpicos de 1972.

Con Dwight Jones y Mikhail Korkia expulsados por agresión mutua, Jim Brewer fuera del partido... y sólo a falta de tres segundos, el base-escolta Doug Collins, entonces en Ilinois State, luego jugador en la NBA, y después entrenador de Michael Jordan en los Chicago Bulls, encestó dos tiros libres que sellaban el 50-49 para EE UU: primera ventaja estadounidense en todo el 'físico' partido). Collins anotó tras robo de balón a la URSS, contragolpe en transición... y brutal falta del georgiano Zurab Sakandelidze, hoy ya fallecido. Recordó Doug, años después: "Casi me desmayé por la caída. Pero cuando escuché al 'Coach' Hank Iba decir 'si Doug puede andar, él será quien tire esos tiros' no dudé, fui y los tiré como si estuviera en el patio de mi casa". Tras los tiros libres, con 49-50 para EE UU, el reloj corrió tres segundos. Y sonó la bocina del fin. 

Entonces irrumpieron los técnicos soviéticos, dirigidos por Vladimir Kondrashin y su ayudante Sérgei Bashkin: reclamaban un tiempo muerto pedido por Bashkin antes de los tiros libres de Collins (de hecho, la bocina de la mesa, donde cronometraba 'un tal' Joseph Blatter, sonó durante el segundo tiro libre de Doug). A instancia directa del propio Secretario General de la FIBA de aquellos días, el británico Renato William Jones, la mesa anuló el final del partido, inicialmente decretado por la sirena del marcador electrónico (sin señales de 30 segundos, que eran unas extrañas bombilas verdes y rojas con periodos de cinco segundos, debajo del soporte de cada canasta). El árbitro principal, el brasileño Renato Righetto, no quería dar el 'tiempo muerto' a los soviético. Ahí estalló la polémica de ya casi cinco décadas: tras el tiempo de Kondrashin, decretado por William Jones, la URSS cambió al ala-pívot Alshan Zarmukhamedov por el base-escolta Edeshko, buen pasador. 

La pétrea Selección de Kondrashin volvió a sacar y volvió a perder el balón con un pase a la nada... pero con un teórico solitario segundo como tiempo de juego. Entonces, la mesa, con Renato William Jones, Secretario General de la FIBA, ya instalado allí e interviniendo en el equipo de jueces avisó que el marcador no se había 'reseteado': tocaba jugar los tres segundos que de verdad quedaban. En pleno caos, los americanos accedieron por las malas, cuando algunos de ellos (como el técnico ayudante John Bach, después también en los Bulls de Jordan) aconsejaban irse a vestuarios. Pero Henry 'Hank' Iba dijo: "No quería haber ganado el partido y que después, en el vestuario, alguien me dijera entre el champán que en realidad habíamos perdido la final". En efecto, Jones amenazó con una descalificación sumaria a los estadounidenses, si éstos se iban. Pero en realidad (y así lo admitiría años después el propio William Jones), el Secretario General de la FIBA nunca pudo prevenir el 'shock' final que iba a estallar sobre la Basket Ball Halle...

Vino el milimétrico pase en 'lob' o globo largo, casi como de béisbol, de Edeshko a Alexander Belov (201 centimetros de altura): Belov se hizo sitio y anotó un tirito corto a tablero entre Jim Forbes (2,03) y Kevin Joyce (1,91), que habían caído ante 'Sasha' Belov casi por su propio impulso­: fue el 51-50 para la URSS, el júbilo explosivo de los soviéticos y las lágrimas de los universitarios americanos. Tom Henderson culpó al célebre 'coach' Iba, campeón olímpico en Roma y Tokio: "Si nos hubiera dejado correr, les hubiésemos llevado corriendo hasta Rusia. Ahora, mi medalla de oro está en el cuello de algún ruso". El árbitro búlgaro Arabadjan (al que los americanos llamaron literalmente 'bandido de Sierra Morena') aún vive: en Nueva York: "Dejamos entrar a ese bastardo aquí, con nosotros Dios mío, si es que perdonamos a todo el mundo", se lamentaba aún en 2012 Bob Paul, jefe de Prensa de la selección estadounidense en 1972. "Nunca aceptaremos esa medalla", repite Doug Collins... a quien el 'Redeem Team' de 2008 sí dedicó su propio oro ante España, en los Juegos de Pekín.

En 1978 falleció oscuramente Aleksánder 'Sasha' Belov (nada que ver con Sergei; 'Sasha' era de San Petersburgo/Leningrado). ¿Desterrado, represaliado el KGB a causa de 'contrabando'... por un sarcoma cardíaco que ya se le declaró en 1972...? Los campeones de todas las Rusias (de los que hoy sólo viven cuatro: el 'disidente' lituano Modestas Paulaskas, Zarmukhamedov, Edeshko y el ucraniano Polivoda, que se niega por sistema a viajar a Moscú)... fueron declarados Héroes de la URSS. Ellos, los entonces soviéticos, vivieron los Juegos en una casa alquilada, fuera de la Villa. En aquella 'Casa Rusia', una cristiana limpiadora alemana intentó hacer creer en Dios a gente como Kondrashin (que necesitaba el dinero de la prima para operar a un hijo discapacitado e impedido, en silla de ruedas)... Sergei y Alexander Belov o el filiforme Zarmukhamedov. Ellos, los soviéticos, dijeron que, para empezar, necesitarían 'un signo divino'. La mujer, la limpiadora alemana les prometió que tendrían ese signo del Cielo. Lo tuvieron. Aunque tal vez, y como quizá hubiera dicho el 'Padrecito' Don José Stalin, el mejor signo divino para la URSS en Múnich llegó de las manos de los dos Belov: aquella milagrosa, memorable canasta final de Aleksánder.(ocho puntos y ocho rebotes totales).. y los 20 puntos del gran capitán Sergei Aleksándrovich Belov sobre los 51 tantos totales de la Unión Soviética. 'Ese' Sérgei Belov, 'nuestro' Sérgei Belov.