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La vida, pasión, martirio y extinción del 'Trofeo Ciudad de Sevilla'

El Escaparate

Alejandro Delmás
Alejandro Delmás
06/08/2022

Cuando la España futbolística que aún resiste -incluido su departamento andalusí- se sigue preguntando por qué 'escapan' sus equipos a jugar amistosos, 'bolos' o 'trofeítos' absolutamente rentables a parajes de lo más exótico, he aquí que aún esta misma semana, este pasado jueves 4, nos hemos topado en Cádiz con la LXVIII (58ª) edición del Trofeo 'Ramón de Carranza', aquél que se llamó 'Trofeo de Hierro'. Ha sido a un solo partido, Cádiz-Atlético de Madrid (1-4) y, hablando claro, en lo que ya no pasa de triste remedo de lo que fuese el evento más memorable del fútbol veraniego andaluz, con apertura en 1955 y ediciones tan memorables como las de 1958, 64, 69, 74, 75, 80, etc. 

En 1955, el 'Carranza' se abrió hasta con tres títulos en fila del Sevilla... que desde 1958 desapareció del gran evento 'gadita' hasta 1981 a cuenta de cierto formidable escándalo en la final del 58 ante el Realísimo de Madrid, con expulsión de Marcelo Campanal en pleno ojo del huracán y terrible crisis directiva en las entrañas del recinto cadista. El Real Madrid venció por 2-0... y el Sevilla no regresó al 'Trofeo de Hierro' hasta 1981, para vivir ahí el drama de la rodilla destrozada de Enrique Montero ante el Palmeiras del 'verdugo' José Fernando Polozzi; esto, cuando el cambio de Montero ya se había solicitado en la banda. En 1964, el Betis 'de' Rogelio Sosa alzó un 'Carranza' épico e imborrable ante el Benfica de Eusebio, campeón de Europa en 1961 y 62... y finalista en 1963. Con los magos Ademir da Guía, Luiz Pereira, Leivinha.. el Palmeiras paulista ofreció 'shows' de fútbol con sus tres títulos entre 1969, 74 y 75, aunque los propios Sevilla (1955-57), Real Madrid (1958-60), Atlético de Madrid (1976-78), Vasco da Gama (87-89) y Betis (1999-2001) produjeron series de tres títulos seguidos. Par de 'Carranzas' seguidos han conquistado también Barcelona, Flamengo, Cádiz, Sevilla (además del trío inicial) y el propio Atlético de Madrid, líder de conquistas en el 'Trofeo de Hierro', con once (11), dos más que el Cádiz (9). En 'Copas Carranza', el Sevilla domina al Betis por un mínimo 7-6. Pero no desvariemos.

'TRILOGÍA EN LA BAJA ANDALUCÍA'.- En 1965 y en Huelva, el binomio formado por el periodista sevillano José Antonio Blázquez y su compadre, el empresario y ganadero onubense José Luis Martín Berrocal, se sacaron de la redoma el llamado 'Trofeo Colombino', fortificado por el bello trofeo de la 'Carabela de Plata' y el eslogan 'blazquiano' de 'Fútbol-Fútbol a orillas del Odiel'. En 1972, entre la segunda semana de agosto, la del 'Colombino', y la última de este mismo mes, en cuyo fin de semana se dibujaba el imponente 'Carranza'... acabó apareciendo el Trofeo 'Ciudad de Sevilla' de cuyo explosivo éxito y desaparición aún cuesta reunir razones lógicas... que ahora intentaremos agrupar.

El caso es que al menos durante una potente decena de años, entre 1972 y 81, 'Colombino', 'Ciudad de Sevilla' y 'Carranza' compusieron una hermosa trilogía de trofeos futbolísticos que atraían a grandísimos equipos al verano agobiante de la Baja Andalucía (también había buenos trofeos en Málaga, Granada, Jaén, Linares, etc.)... y con resultados tan espectaculares como el 5-0 del recién ascendido Betis de Szusza a un Bayern Múnich flamante campeón de Europa, el domingo 18 de agosto de 1974, en la consolación de un 'Colombino' que conquistó el Feyenoord (verdugo del Betis en la semifinal) y en tarde criminal de calor junto al Odiel. Cuatro goles de Eduardo Anzarda y otro más de Sebastián Alabanda carbonizaron a un 'cocido' Bayern de los también flamantes campeones mundiales (con Alemania Federal) Beckenbauer, Schwarzenbeck, Gerd Müller, Uli Hoeness... todos, entrenados por Udo Lattek. El meta internacional Sepp Maier viajó a Huelva... pero no se puso ante este bético 'tsunami'.

LA GESTACIÓN 'DER TROFEO'.- Así, si se tratara de una eventual tercera semana de agosto y si nos halláramos transitando por un año entre 1972 y 1981... ésa sería la semana que los futboleros de Sevilla contemplarían quizá con la mayor expectación de todo el verano: la semana del Trofeo 'Ciudad de Sevilla', en los días posteriores al 'Colombino'... e inmediatamente anteriores a la edición 'Ramón de Carranza' de aquellos viejos, felices tiempos. Y sí; cabe expresarles sentimiento de pesar a aquéllos que no vivieron esos tiempos, 'the way we were'. 'Those were the days', cantaría Mary Hopkin. 'Qué tiempo tan feliz'. 

Habida cuenta de que el 'Ciudad de Sevilla' propiamente dicho se extinguió después de diez ediciones cabales, siempre entre 1972 y 81... aunque entre un descomunal éxito económico y de público, las nuevas generaciones de hoy tienen derecho a preguntarse qué sucedió con aquel relampagueante cuadrangular conocido como 'Er Trofeo'. De 1982 a 1994 aún se celebrarían cinco ediciones fantasmales, como tristes caricaturas de las hirvientes diez primeras. Después de 1981, Sevilla y Betis ya sólo volverían a competir juntos una vez, en 1992: el año de la Exposición Universal de La Cartuja. Pero para entonces... 'Er Trofeo' ya estaba herido de muerte, finiquitado y liquidado. Quizá la frase 'morir de éxito' se acuñó pensando en el 'Ciudad de Sevilla'. ¿Por qué y cómo pasó todo?

Sobre la fecha del 'Ciudad de Sevilla', sólo cabe decir que era la ideal de un trofeo veraniego en los años 70 y 80, cuando la Liga de Primera División llegaba a arrancar en fechas tan tardías como un 14 de septiembre (en 1969-70, por ejemplo). Los éxitos y dineros que generaban los cuadrangulares de Huelva y Cádiz, los citados 'Colombino' y 'Carranza', movieron a que aquel alcalde sevillano de 1972, Juan Fernández-Rodríguez y García del Busto -alcalde ideal para un franquismo terminal- diera el paso de 'apretar el botón'. El plan se acariciaba desde 1971. 

"Creo que el Trofeo 'Ciudad de Sevilla' es una aspiración de todos los sevillanos. Sin triunfalismos, queremos empeñarnos en este certamen futbolístico como un disfrute social y deportivo de los sevillanos. La emoción está asegurada con la participación de los dos equipos de la ciudad, Sevilla y Real Betis, que van a ser los grandes protagonistas de los partidos. Y precisamente porque en verano la ciudad se queda casi con la mitad de los habitantes, que no pueden permitirse el lujo del veraneo, es a estos últimos a quienes queremos brindar el disfrute de estos días de emoción", aseguraba Juan Fernández-Rodríguez y García del Busto al presentar la idea.

Así que para 1972, el amable, cachazudo J. F-R y G. del Busto, hermano cofrade de Pasión, convenció a los dos presidentes del momento en el fútbol sevillano, José Núñez Naranjo (Betis, en Primera División) y José Ramón Cisneros Palacios (de un Sevilla C. F. de la época recién inopinadamente descendido a Segunda tras campaña aciaga) para que diesen el visto bueno a la organización de un certamen 'bueno, bonito y barato': con importantes ingresos para cada club y para el Ayuntamiento. Llegaba el Trofeo 'Ciudad de Sevilla', 'Er Trofeo'. Muy poco después, en sólo un año más (1973), Eugenio Montes Cabeza, estupendo y eficaz directivo de la guardia pretoriana de Ramón Sánchez-Pizjuán, llegó a la presidencia del Sevilla... y desde el minuto uno se pudo observar que 'Er Trofeo' no era plato del gusto de Montes. Más bien, un cáliz bien amargo.

El cuadrangular sevillano se planteó como de celebración anual, y cada año en uno de los dos primeros estadios sevillanos. De entrada, se pactó que Betis y Sevilla nunca se enfrentarían en semifinales. Bastante había con pensar en la temida y temible final entre los 'eternos rivales'. Obviamente, el Betis y el Sevilla (por orden alfabético) constituían base y piedra filosofal del rectángulo 'sevillí'; pero al mismo tiempo, como la rana con el escorpión, la rentable, eterna rivalidad llevaba incorporada en esa travesía la dosis suficiente de veneno... que iba a poner punto final a la travesía y al mismo Trofeo.

El Ayuntamiento de Juan F. R. y García del Busto ('no ha parado hasta llegar a 'Del Busto', se decía...) encargó la producción material del Trofeo al celebrado orfebre Fernando Marmolejo, nacido en el Arenal, y con taller en la calle Baños: no en vano, Marmolejo se había ocupado de las reproducciones del tesoro de El Carambolo... y hasta de las mismísimas jarras de azucenas (o 'atanores') de la Giralda, los inquietantes 'atanores'. 

La contratación de los equipos extranjeros quedó encomendada al hábil intermediario o 'matchmaker' Fernando Torcal, que no siempre envió unidades de primer orden, a fin de ajustar al máximo ese presupuesto... que basaba sus beneficios en las dos sociedades sevillanas. Básicamente, el dinero de los ingresos se iba a dividir en cinco partes, al alza según recaudación: 'fijos' para Betis y Sevilla, otra parte para el Ayuntamiento, que incluía gastos de organización y contratación de equipos foráneos (Torcal)... y dos 'bonus' o pluses: para el equipo que pusiera su estadio y para el campeón. Desde casi la salida, éste ya fue uno de los caballos de batalla: el Sevilla de Montes Cabeza siempre argumentò que la superior capacidad del Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán le hacía merecer a su club una subida al alza del 'bonus' por cesión del estadio, siempre que 'Er Trofeo' se disputara en Nervión. A Montes tampoco le gustaba la eventualidad del deterioro y presunto daño en las instalaciones -y lo que era peor, en los importantes abonos de temporada- en caso de conflictos o derrotas ante un Betis que entre 1975 y 81 exhibía un plantel repleto de calidad, internacionales... y campeón de la I Copa del Rey, además de semifinalista en 1976, con quinto y sexto puestos ligueros en 1977 y 81... dejando aparte la 'sima' del descenso de 1978.

Desde las oficinas municipales de la 'Casa Grande' se lanzó y gestionó la celebración de una verbena o velada popular -a base especialmente de cantaores, bailaores y grupos flamencos, con estrellas como Rocío Jurado, Matilde Coral...- en dos escenarios, 'A' y 'B', en el Parque de María Luisa, Plaza de España: después de cada final. Allí se entregaban 'formalmente' el mismo Trofeo y los galardones individuales del certamen, máximo goleador, portero menos goleado, 'Juego Limpio', etc. La liquidación de la verbena, a partir de 1978, iba a constituir el primer aviso o torpedo serio de que 'Er Trofeo' ya llevaba plomo en las alas, después de la 'batalla' de 1977, de la que ahora hablaremos. Y esto, aunque desde 1977 se había agregado un 'Trofeo' en versión para juveniles: si no quieres arroz...

LA ETERNA RIVALIDAD.- En lo que uno -testigo de las cimas y las simas del evento- entiende como 'Er Trofeo' auténtico, entre 1972 y 81, se registra un palmarés con empate a cuatro títulos entre Betis y Sevilla, con una conquista por barba para C. R. Vasco da Gama y los 'tordos' del West Bromwich Albion. En las seis ediciones 'menores' entre 1982 y 1994, Betis y Sevilla sólo chocaron una vez (1994, 2-1 para el Sevilla, goles de Moya, Suker y Sabas) y se cuentan tres éxitos añadidos del Sevilla (1982, 84, 94), uno del Peñarol (1985), otro del VFB Stuttgart (1993) y otro del Oporto, este último en el ya referido Año de la Expo: 1992. Y ya puede adelantarse que a Manuel Ruiz de Lopera, 'conducator' del Betis entre 1992 y 2010, le gustaba verse ante un Trofeo de eterna rivalidad sevillana tanto como a Eugenio Montes Cabeza; entre poco y nada.

Curiosamente... no se iba a producir una final de 'eterna rivalidad' sevillana hasta la cuarta edición del Trofeo 'Ciudad de Sevilla', tal como fue concebido y parido. Hasta 1979, José Núñez Naranjo estuvo al frente del Betis durante la mayor parte del ciclo 1972-81. Por el Sevilla, y tras aquella inicial aceptación del abogado José Ramón Cisneros Palacios, padre de Óscar Cisneros, actual decano de los abogados sevillanos... el ciclo presidencial de Eugenio Montes Cabeza (hasta 1984) fue el que tuvo que lidiar con los más delicados avatares del certamen. 

Montes -uno de los directivos mejor valorados por Ramón Sánchez-Pizjuán- mantenía un talante de absoluto recelo contra el Trofeo sevillano: que él, Montes, quizá no hubiera firmado en el verano de 1972, como Cisneros sí hizo: la prudencia 'montista' le impulsaba a echar el freno de mano ante la no muy sana -pero cercana- posibilidad de un duelo fratricida que significaba jugarse a una carta o moneda al aire de una final 'amistosa' (??) los beneficios, previsiones -abonos, etc...- y expectativas de toda una pretemporada. 

Al prudente, sensato Montes no le convencía el riesgo que tenía el asunto. Y eso, a cambio de no tanto dinero. Una simple derrota ante el 'eterno rival', en una finalísima sevillana, podía torpedear la campaña de socios, podía hacer cambiar planificaciones y hasta alterar al alza los presupuestos de fichajes... a cambio de una pequeña opción de ganar lo que, fuera como fuese, no pasaba de ser un certamen local. Un poco demasiado riesgo para un simple... 'Trofeo de Sevilla'. Núñez Naranjo no es que pensara muy alejado de Montes, pero como, por ejemplo, el Betis cosechó 3/4 Trofeos de 1974 a 77, entre la satisfacción de la gente verdiblanca, Núñez -que de inmediato habría de pechar con un dramático descenso, en 1978- aparcó los recelos y las críticas públicas.

EL CÉNIT: 1977-80- Pese a hallarse braceando en Segunda tras el descenso de 1972, el Sevilla golpeó primero, por partida doble, y alzó los dos primeros títulos -el inaugural, en el Estadio Sánchez-Pizjuán- al batir en las finales de 1972 y 73 a Honved (1-0) y Dínamo Moscú (2-1, tras prórroga, diana definitiva de Pablo Blanco, en final extrañamente televisada). Curiosamente, el Betis dominó los partidos de consolación de 1972 y 73 ante equipos de tan buen aire como Peñarol e Independiente. En 1974 y en Nervión, un Betis recién retornado a Primera como campeón de Segunda, ya a las órdenes de Ferenc Szusza, sorprendió a un excelente Benfica, aún con  'La Pantera' Eusébio da Silva (ya más allá de la treintena)... más Jordao, Humberto, Jaime Graça, Nené o Simoes: pero pese a todos ellos, y tras el 0-0 después de la prórroga... la decisión de la final quedó en manos del meta donostiarra del Betis: José Ramón Esnaola Larburu, quien detuvo a los benfiquistas nada menos que tres de los seis penaltis de desempate: entre ellos, el definitivo, a Simoes, ya en la segunda tanda, el que dio paso a la puntilla, de pies de Sebastián Alabanda.

Esto ocurría el viernes 23 de agosto de 1974. Era el mismo Betis que venía de arrasar por 5-0 en la consolación del Trofeo Colombino, cinco días antes, al Bayern Múnich de los Beckenbauer, Uli Hoeness, Gerd Müller... por 5-0. Los más viejos del lugar quizá no lo recuerden; pero así fue y así pasó. A partir de 1975, ya con Fernando de Parias Merry como alcalde (último del franquismo)... empezaron las cinco grandes finales sevillanas de lo que fue 'Er Trofeo' de verdad. Y casi en fila. Esa temida finalísima... que 'Er Trofeo' no había conocido en sus tres primeras ediciones. Y fue como... beber la cicuta.

De entrada, y ya con el Sevilla -de Eugenio Montes y Roque Olsen- de regreso a Primera-, el 29 de agosto de 1975, 1-0 para el Betis en Heliópolis, gol de Anzarda... y primeros síntomas de tensión extradeportiva. El 27 de agosto de 1976, de regreso a Nervión y con llenazo brutal, bru-tal, el Sevilla se toma la revancha: 1-0, diana a Esnaola (minuto 14, en 'Galería') de Héctor Horacio, 'Hache Hache', Scotta, primera muesca de una serie que el llamado 'Gringo', el gran cañonero de San Lorenzo de Almagro, iba a colocar en las redes del Betis: por ejemplo, aquel mismo curso 1976-77, sendos 'scottazos' sentenciaron los dos Sevilla-Betis de Liga, 0-1 y 3-2 para el Sevilla. A Héctor Scotta le jaleaba triunfalmente el sevillismo de la época con los sones de 'La Marcha de Infantes': 'Ya viene Scotta, ya viene Scotta'... o, cuando iba a tirar uno de sus cañonazos a balón parado, 'Psss, psss... que viene, que viene'. En sus momentos, el internacional barcelonista Asensi y el vasco racinguista José Ángel Rojo, 'Rojo II', cayeron noqueados en sendas barreras por sendos, mortales 'scottazos'.

... Sólo como ejemplo en detalle, los beneficios del 'V Trofeo Ciudad de Sevilla', el de 1976, se repartieron así para Sevilla y Betis (las liquidaciones venían al dedillo): 19'163 millones de pesetas para el Sevilla... y 11'663 millones de pesetas para el Betis. Traducido a dinero de hoy, esto sería igual a unos 117.000 euros en las arcas sevillistas... y unos 70.000 para el Betis. Esta diferencia de 1976 se explica porque el Sevilla firmó el título... y en su propio estadio. En ese mismo 'Ciudad de Sevilla', el Sevilla estrenó sus míticas equipaciones 'Adidas' de cuello de pico, con las tres bandas encarnadas en hombros y laterales.

Pero el viernes 26 de agosto de 1977... muchas cosas saltaron por los aires en el campo de un Betis que había conquistado la I Copa del Rey... hacía dos meses exactos. En la tercera final sevillana en tres años (tras apear el Betis al Vasas, y el Sevilla, al Benfica)... el partido se le fue de las manos al cotizado árbitro francés René Vigliani. Aquel bonito, brillante Betis de Rafael Iriondo, flamante campeón de Copa y rumbo a la Recopa 77-78 (y al descenso de 1978), batió al Sevilla por 3-1: tres goles de Attila Ladinsky (dos, en sendos penaltis) ante un nuevo, solitario tanto de 'Hache Hache Gringo' Scotta. Con 3-1, Rafael Jaén mandó fuera un penalti a favor del Sevilla. Al comienzo de la segunda parte, Curro Sanjosé y Javier López se agredieron (tras dura entrada de López a Enrique Montero)... y fueron expulsados por Vigliani. 

BATALLA... Y TRACA FINAL.- Pero la mecha estaba prendida: cuando los jugadores del Sevilla subieron a recoger la 'Giralda' del subcampeón, Paco Gallego, legendario capitán e internacional sevillista, fue golpeado en las gradas del Villamarín... y devolvió los golpes. Seccionada en dos trozos, la pobre 'Giralda' saltó por los aires -quizá, como el mismo Trofeo en sí-, mientras los jugadores sevillistas y el propio Gallego se enzarzaban con aficionados del Betis. "Digan que nos han agredido sin contemplaciones; hasta la Copa se ha roto", proclamó Gallego a los periodistas, en el mismo vestuario del Sevilla. "Ché, esto no es un público, y me refiero a los que han agredido a Gallego y han roto nuestra Copa, son peores que indios. Da vergüenza vivir esto", corroboraba nada menos que Héctor 'Gringo' Scotta. A esa misma noche pertenece la imagen que abre este texto, tomada en el vestuario 'local' del Estadio 'Benito Villamarín'. De izquierda a derecha, el delantero José Antonio Eulate, el tecnico bético Esteban Areta, el directivo Juan Petralanda, el entrenador Rafael Iriondo, el directivo Adolfo Palomino, el portero Manolo Campos y el masajista Vicente Montiel se insertan entre los trofeos 'Torre del Oro' (al primer clasificado sevillano) y el mismísimo 'VI Trofeo Ciudad de Sevilla', la reluciente, barroca, monumental orfebrería de Marmolejo junto a la cual, de espaldas, se encuentra el aquí firmante; entonces... los periodistas podían entrar en los vestuarios. Madre de Dios Bendito.

Escenas de alta tensión se sucedieron en la misma verbena, en la Plaza de España y en la Plaza de América, a medianoche y más adelante. "Hugo Cabezas (que había provocado tensiones y las jugadas de los penaltis del Betis) es un jugador que le va a traer problemas al Betis", señaló Luis Cid 'Carriega', que ahí entrenaba al Sevilla. "Las escenas que vi ese día... en mi vida las he vuelto a ver. Una Copa, con su tapadera, la Giralda, volando literalmente por los aires... subimos a defender a Paco Gallego, claro. Todo se había vuelto muy espeso, muy conflictivo, y así era muy difícil", recuerda, estos días de hoy... nada menos que Pablo Blanco. 

Además, el Betis también se impuso al Sevilla en la final de los juveniles (2-0), pero al día siguiente, sábado 27-8-77, los titulares de Prensa eran así de expresivos: 'Tremenda tensión emocional'. 'Hubo incidentes en el campo y en la grada; en mayor medida entre los espectadores que entre los protagonistas del choque decisivo'... 'No fue agradable el espectáculo'... 'Sanjosé y López fueron expulsados y hubo intercambio de golpes entre jugadores y aficionados'... 'En el terreno, la pólvora; en la grada, la mecha'. Sin TV en directo (Canal Sur y las privadas estaban lejos de existir), la recaudación bruta de aquella final Betis-Sevilla de 1977 había superado los 16 millones de pesetas, para un arqueo total del Trofeo que rozaba los 60 millones de pesetas: unos 360.000 euros de hoy. En todo caso, el golpe al evento había sido mortal de necesidad.

LA DESPEDIDA: 1980 y 1981.- A partir de 1977, ya dentro de la evolución de la (hasta hoy) llamada 'democracia'... los dos 'eternos rivales' exigieron que el Ayuntamiento se apartara de la primera línea de controly demandaron la organización directa del certamen (que quedó bajo supervisión de las dos gerencias) más la reducción al mínimo de gastos protocolarios. La Verbena del Parque de María Luisa quedaba 'tocada' en la línea de flotación. Los clubes aumentaron ingresos. En 1977, el Betis había ingresado muy poco más de 16 millones de pesetas (inclusive, con el 18% por poner el campo), mientras que en 1978, los verdiblancos casi subieron a los17 millones, cuando el torneo de la ciudad se jugó en un 'Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán'... que registró tres noches a máxima capacidad, con más de 70.000 espectadores por noche... entre el 22 y el 24 de agosto de 1978.

En 1978 era el Betis el que se hallaba en Segunda (bajo riendas de José Luis García Traid, hasta la primavera de 1979), tras el 'shock' de un dramático descenso. Y entonces, nuevas heroicidades de 'Gorriti' Esnaola ante el Standard de Lieja llevaron a los verdiblancos a la cuarta final ante un Sevilla que iba a dar cuenta del Wisla de Cracovia en las tandas de penaltis, tras empate a cero. En la primera semifinal, Betis-Standard (0-0), la noche del 22 de agosto de 1978, ante 70.000 espectadores en el Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán (aunque los milagros del vasco del Betis ya se produjeron dentro de la madrugada del 23)... Esnaola detuvo ¡¡cinco!! de los 13 penaltis que le lanzaron en tres tandas los tiradores de un espléndido equipo del Standard. Todo, dentro de un total de... 28 tiros desde el punto de penalti, todos después de la prórroga. Pero no sólo eso; el meta de Andoain y del Betis convirtió... sus dos tiros desde el punto de penalti, incluido el último de los 28, el definitivo en el 10-9 final 'score' por los tiros de penalti después del 0-0 en los 120 minutos totales de juego.

A partir del segundo tiempo 'regular' del alucinante Betis-Standard, ya dentro en una medianoche como de brujas, el árbitro murciano Jiménez Sánchez expulsó al central internacional Biosca por agredirse con el islandés Ásgeir Sigurvinsson. Después, Jiménez Sánchez excluyó al defensa internacional belga Michel Renquin (presente en dos Mundiales). El partido concluyó con 10 jugadores en el Betis... y 9 hombres en el campo para el Standard, lo que acabó provocando desajustes en las tandas de penaltis, donde Esnaola ejecutó dos tiros, tras ardientes discusiones entre entrenadores, árbitro y directivos... y convirtió los dos. Por ejemplo, el neerlandés 'Mariscal' Gerrie Mühren ('exAjax') falló uno de sus dos tiros.

Tras 0-0, prórroga y 140 minutos de drama entre un calor tropical e insufrible (se agotó el agua embotellada a la venta en el recinto nervionense), Esnaola paró cinco tiros de penalti: a Labarbe, Plessers, Wellens, Poel y el soberbio mito 'liegeois' que era Eric Gerets. Encima, tras 'taponar' a Gerets, J. R. Esnaola remató con la transformación del penalti final al legendario meta Michel Preud'Homme, el tiro que liquidó la tercera tanda y la semifinal. 'Esnaola, Esnaola', titulaba jubilosamente 'ABC de Sevilla' en su portada del miércoles 23.8.1978.

Fue lo que el abogado Juan Manuel Mauduit, que se encaminaba a presidir el Betis, describió a Fernando Gelán como 'una película de Hitchcock'. Por el Betis habían fallado los artistas de la tecnica: Cardeñosa, Benítez, Gerrie Mühren... y un Antolín Ortega que disparó al poste de Preud'Homme el 'match ball' de la primera tanda. Un Betis recién amerizado en el océano de Segunda y a las órdenes del citado García Traid (fallecido en 1990, tras una operación estética) pasó así a la final del VII Trofeo 'Ciudad de Sevilla', donde una nueva sentencia del 'Gringo' Héctor Scotta, también de penalti -Gustavo Fernández detuvo a Gerrie Mühren otro máximo castigo que podía haber firmado el 1-1-, daría al Sevilla su cuarto Trofeo de la ciudad, rompiendo el empate a tres con el Betis. Sólo en el Trofeo 'Ciudad de Sevilla', Héctor Horacio Scotta anotó tres tantos a Esnaola, en tres finales. "Scotta... no sólo chutaba muy fuerte, sino que lo hacía con muchísima precisión", recuerda hoy Esnaola del llamado 'Gringo', el del eco de 'La Marcha de Infantes' en Nervión.

1978 fue el año de despedida de la verbena del Parque, roída en las entrañas desde los graves incidentes de 1977. Se subieron los precios, mientras los recelos no paraban de crecer. En 1979, ya con Luis Uruñuela como primer alcalde de la nueva democracia, y con el bético Manuel Clavero Arévalo, entonces Ministro de Cultura (y Deportes) en el palco del Villamarín, ahí irrumpió un soberbio Vasco da Gama: que, entrenado por Otto Gloria y con 'cracks' como Dudú, Marco Antonio o Roberto Dinamita iba a lograr el primer título de un equipo extranjero. Fue en Heliópolis, después de batir por 3-1 al Sevilla en semifinales... y resistir en la final al Betis con sólo nueve jugadores desde el minuto 57, cuando el Vasco, que ahí vencía por 1-2 (Benítez; Paulinho y Roberto Dinamita), ya se quedó con dos hombres menos tras las expulsiones de Gaucho y Paulo César. Una portentosa técnica de juego sacó del apuro a los cariocas y, tras empate del Betis (2-2, Cardeñosa) y prórroga... esta vez no iban a relampaguear los milagros de Esnaola. 

El Vasco da Gama decidió con cuatro tiros de penalti, sin fallo ("cuando se tiran los penaltis así, es imposible pararlos", razonaba el propio Esnaola), después de que por el Betis erraran el canterano Paco Arana y Eduardo Anzarda. "Ese Vasco era un equipazo con recursos como pocos he visto. Los laterales hacían cambios de orientación... de banda a banda, fíjate, lo nunca visto. Marco Antonio era buenísimo: y tenían a Roberto Dinamita para apuntillar. Pudieron bien con nosotros... y con un buen Betis: aquí, pese a jugar con nueve", recuenta Pablo Blanco. Pero, sin final sevillana y con los precios al alza, la recaudación bruta apenas había tocado los 50 millones de pesetas, en un claro descenso desde 1977 y 78. El partido de consolación entre Sevilla y Slovan Bratislava (0-2), se detuvo en cuatro millones de pesetas de taquilla, apenas 24.000 euros de estos tiempos. 'Desconsolador', titulaban las crónicas.

KO EN NERVIÓN: BORROW.- El 22 de agosto de 1980, con la verbena muerta y enterrada, y en plena caída de la recaudación, llegó el remate de los tomates: el Betis (ahora dirigido por... Luis Carriega) venció por 1-2 en el Sánchez-Pizjuán, con doblete de Cardeñosa frente al tanto de Enrique Montero (el 1-1). Iba a ser el único triunfo bético en el corazón de Nervión entre 1968 y 1986. "El éxito es mayor porque se ha conseguido en este estadio", destacó Antonio Benítez, jerezano (y trianero) capitán del Real Betis Balompié. "El Sevilla fue un gran rival", subrayaba un bien caballeroso Carriega. Pero esa caballerosidad ya iba a servir de poco. Se había producido un nuevo 'episodio' desagradable, la expulsión de Sanjosé, tras grave incidente con Morán, y al presidente sevillista Eugenio Montes Cabeza ya se le notaba muy harto ante tanto contratiempo con el Betis: "El árbitro (García Carrión) ha influido en el resultado, no ha querido ver dos penaltis en el área del Betis y nos ha dedicado todas las tarjetas, aunque lo de Sanjosé haya sido una estupidez inadmisible". 

Este partido (la única vez que el Betis venció al Sevilla en Nervión, bajo ningún concepto, entre 1968 y 1986) terminó entre lanzamiento de objetos -latas, botellas, etc...- y al fin se registraron disturbios en las zonas interiores de las gradas del 'Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán', con importantes desperfectos en las instalaciones sevillistas. Cada jugador de aquel Betis de 1980 recibió una prima de 300.000 pesetas (como 1.800 euros de hoy), de la directiva verdiblanca que ahora presidía Juan Mauduit. Bien curiosamente, y por las obras premundialistas en su estadio de Heliópolis, el Betis regresaría en poco más de un mes al propio Ramón Sanchez-Pizjuán, corazón de Nervión. donde entre septiembre y octubre de 1980 jugó dos partidos de Liga como 'local': ante Las Palmas (4-1) y Atlético de Madrid: 0-1.

En 1981, y en un Villamarín árido, agostado y pelado de césped, un excelente West Bromwich Albion (entrenado por Ronnie Allen, con Brendan Batson, Cyrille Regis, Moses...) noqueó sin paliativos a un Betis dirigido de modo efímero por Luis Aragonés (1-4, semifinales)... y en la final tumbó con claro 0-2 al Sevilla, que había apartado por 3-1 al Southampton: donde Kevin Keegan aún ofrecía pinceladas. A la semana siguiente... el brutal 'quebrantahuesos' Polozzi reventó la rodilla de Enrique Montero en el Sevilla-Palmeiras de semifinales del 'Carranza. A esas alturas, el alcalde Luis Uruñuela hacía preparativos para el Trofeo de 1982: pero este ya no se celebraría como tal (el Sevilla sí organizó un triangular propio con CSKA Sofia y Ferencvaros pero sin el Betis), con la 'bienhallada' excusa oficial de la saturación de fútbol a consecuencia del Mundial España-1982.

Nada volvería a ser lo mismo. El Trofeo de la Ciudad de Sevilla, 'Er Trofeo' de verdad (los estertores irregulares que vinieron a continuación, hasta 1994, hasta fueron eso... 'estertores', espasmos como en penoso sucedáneo) se extinguía en la noche de los tiempos con empate a cuatro títulos entre Betis y Sevilla, y 3-2 para el Betis en esas durísimas finales directas que, en su frenesí pasional, condenaron sin remisión al Trofeo de verano más rentable de España. El 'Carranza'... más o menos ahí sigue. A aquel imponente 'Trofeo' de Sevilla le llamaban 'Er Trofeo'. Así fueron su vida, pasión, martirio y extinción... cuando todos éramos más felices, mucho más felices. ¿Qué pasó? No sé si a alguien le puede valer esta explicación de George Borrow ('Don Jorgito, El Inglés'), en su libro 'La Biblia en España', líneas también recogidas por Ramón J. Sender en su 'Viaje a la aldea del crimen' ('Casas Viejas, 1933'). Pero es tal que así: "Los andaluces de clase alta son probablemente en términos generales los seres más necios y vanos de la especie humana'. Pero eso (y más cosas) lo escribió George Borrow. Las cuentas, a 'Don Jorgito, El Inglés'.