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La 'Final Perdida' de Drazen Petrovic en la NBA: 1990, Portland, KO ante los Bad Boys de Detroit

Alejandro Delmás
Alejandro Delmás
20/04/2024

Muy poco más de un año después de que, en la primavera de 1987, Fernando Martín abandonara Portland y sus Trailblazers... Arvydas Romas Sabonis llegó también a la ciudad portuaria del Estado de Oregón para someterse, de la mano del cirujano y ortopedista Robert Cook, al tratamiento de rehabilitación de los tendones de Aquiles que le haría guiar a la última URSS en Juegos Olímpicos a la medalla de oro en los Juegos de Seúl, 1988.

Las primeras andanzas de Sabonis en Portland (donde acabaría fichando con los Trail Blazers en 1995, 'The Big Red One', 'El Gran Rojo', tras conquistar la Euroliga con el Real Madrid) se remontan, pues al verano de 1988. Y sólo había pasado un año desde que Cook logró la recuperación de 'Sabas' ("habría hecho lo mismo con un 'Vietcong", diría Cook, que fue médico cirujano en la guerra de Vietnam)... cuando Drazen Petrovic, en agosto de 1989, escapó de Madrid y del Real Madrid para firmar contrato con los Blazers... 

Tras la debacle del quinto partido de la Final ACB de 1989-90, 'La Liga de Petrovic' que acabó convertida en 'La Liga de Neyro' [Juanjo Neyro, árbitro bilbaíno ya fallecido], con la derrota definitiva del Real Madrid ante el Barça de Alejandro García Reneses, 96-85 en el Palau Blaugrana... Petrovic decidió continuar su carrera en la NBA, en Portland. Desde su fastuoso partido en la final de la Recopa de 1989, con sus 62 puntos a 'la' Snaidero Caserta de Oscar Schmidt, el 14.3.89, en el Palacio de La Paz y La Amistad del Pireo, Atenas, Drazen ya mantenía contactos formales con los Blazers de Portland [entonces, presididos por el magnate Harry Glickman] y su 'staff' técnico. 

Hasta Atenas ya habían viajado Morris 'Bucky' Buckwalter, 'General Manager' y Presidente de Operaciones de la franquicia de Portland, cuyo jefe de 'scouts' ('ojeadores'), Brad Greenberg, ya había 'ojeado' sobrados partidos del croata en Madrid... y en Zagreb. En el 'Draft NBA' de 1986, Petrovic había sido elegido por el club de Oregón con el número 60, en tercera ronda, puesto relativamente alto para aquellos tiempos... aunque Sabonis 'salió' en primera ronda, ese mismo año y siempre por Portland, con el número 24, un elemento más en la 'eterna rivalidad' entre Drazen y Arvydas. 

Inclusive, y a comienzos de 1989, Petrovic, entonces jugador internacional con Yugoslavia, había reemplazado a José Antonio Arízaga, el veterano agente vasco que le llevó al Real Madrid, con el astuto Warren LeGarie; astuto... y con mucha más experiencia y contactos en la NBA. LeGarie empezó a darle 'tips' sobre cómo tendría que portarse en la NBA, donde el gran problema para que Drazen tuviera minutos iba a ser... la defensa.

MÁXIMO ANOTADOR.- Una vez tomada la decisión de largarse a Portland, tras cerrar en el Real Madrid la temporada 1988-89 con el desastre de Neyro y del Palau Blaugrana. Drazen se iba a marchar de España como máximo anotador de la Liga ACB 1988-89, a media de 28,0 puntos por partido. Esa tremenda noche del Palau, 'de lobos', 'de Neyro' y de 'cuchillos largos', la noche del 25 de mayo de 1989, también fue la última noche de Lolo Sainz al frente del equipo de baloncesto del Real Madrid. Desde 1975, cuando relevó a Pedro Ferrándiz, Manuel Sainz había hecho dos veces campeón de Europa y de Recopa al club madridista.

En tres o cuatro semanas más, Petrovic y LeGarie cerraron la negociación con los Blazers (4,4 millones de dólares por tres años, 530 millones de pesetas de aquel tiempo, más del doble de lo que Drazen ganaba en Madrid), después de que, durante el verano, el propio Drazen preguntara al mismísimo Fernando Martín cómo y cuántos eran los impuestos que se pagaban en el Estado de Oregón. Como es universalmente sabido, Martín había integrado la plantilla de los Blazers de Portland en 1986-87.

El 15 de agosto de 1989, Petrovic no se presentó a los reconocimientos de la plantilla madridista, ya a las órdenes de George Karl. Al día siguiente, 16.8.89, junto a Renata, su novia de entonces, y una docena de maletas, Drazen emprendió viaje a Portland con la aerolínea American Airlines; desde Madrid y vía Dallas. Ni siquiera se enteró de 'la gran escapada' el técnico serbio Miroslav Vorgic, empleado del club madridista, acompañante, 'policía' o 'detective' que el Real Madrid había puesto a Dražen... y que quedó tan implacablemente burlado como si hubiese tratado de defender al de Sibenik 'uno contra uno' y con el balón en juego. Todo lo que Petrovic dejó en Madrid fue un mensaje en el contestador automático de su gran amigo Quique Villalobos -hoy, representante de jugadores-, al que comisionó para 'hacerse cargo' del ya legendario 'Porsche 911' rojo que le había regalado el club entonces presidido por Ramón Mendoza.

Cuando Petrovic no compareció en el entrenamiento inicial del Real Madrid 1989-90, ya a las órdenes de George Matthew Karl, nada menos que Fernando Martín dijo a Chechu Biriukov: "Este tío se ha fugado a Portland; se ha escapado, seguro". Ahí, Fernando -que de tonto no tenía un pelo- recordaba nítidamente las bien recientes preguntas que Drazen le había hecho sobre las tasas de impuestos que regían en Oregón para las ganancia de los jugadores profesionales de la NBA.

PORTLAND.- Ya alojado en Portland, inicialmente en el (buen) Hotel Red Lion Lloyd Center, el 17 de agosto de 1989, antes de tomar un apartamento cercano en la calle Southwest Harrison, 'downtown Portland', y con el formidable acorazado 'USS New Jersey BB-62' amarrado en el muelle... Drazen Petrovic arrojó toda careta en una entrevista de impacto con quien aquí suscribe, para el hoy desaparecido periódico 'Diario 16': "Tengo muchas ganas de jugar en la NBA y es el momento idóneo. No se trata de dinero. O doy el salto ahora o no lo doy nunca, quiero jugar en la NBA por encima de todo, y si al menos no lo intento, eso va a ser algo que me perseguirá durante toda mi vida. Portland me ha ofrecido tres años de contrato y tiene un solo base en la plantilla (Terry Porter), con lo que en el primer año, y a poco que tenga suerte, voy a jugar un mínimo de 25-30 minutos por partido. El año que viene puede ser demasiado tarde, ya he dicho lo que tenía que decir. Ahora debo esperar a que se desarrollen los acontecimientos, pero creo que voy a jugar en Portland y que mi etapa en Madrid ha terminado".

Entonces, Ramón Mendoza y el Real Madrid se quejaron formalmente a la NBA. Pedro Ferrándiz, ya 'Director de Operaciones' de la sección madridista de baloncesto, viajó para negociar con el 'staff' directivo del club que presidía Harry Glickman. Se fijó una vista judicial para el día 24 de ese mismo agosto 1989 en el Juzgado de Multnomah County, en Portland; un Juzgado que operaba bajo dirección de un juez... 'abonado de temporada' de los Portland Trail Blazers.

Al fin, dada la firme determinación de Drazen y para ahorrarse conflictos, el Real Madrid aceptó una buena compensación de los Blazers -1.500.000 dólares, se informó-; Mendoza prefirió cortar por lo sano. Se abría un ciclo de gafes y maldiciones para la sección de baloncesto del Real Madrid (que el 3 de diciembre de ese mismo 1989 perdería a Fernando Martín, tras mortal accidente en la M-30 madrileña), racha de males y desastres varios -no fue el menor que el veterano técnico Ignacio Pinedo sufriera en el banquillo madridista un infarto letal, que le liquidaría en agosto de 1991 tras dejarle cinco meses en coma-, ciclo de desgracias que sólo clausuraría la imponente aparición de Arvydas Sabonis con la camiseta blanca, ya a partir de la temporada 1992-93.

1990: DEBUT... Y ADELMAN.- En 1989-90, su primera temporada con los Blazers del industrioso -pero poco imaginativo- Rick Adelman, que no le daba el balón y quería hacerle defender... Petrovic debutó en casa ante los Sacramento Kings de Ralph Sampson y Danny Ainge (Blazers, 114-96), en el Memorial Coliseum de Portland. Fue el viernes 3.11.1989, en el 'Veterans Memorial Coliseum' de Portland, tras haber anticipado al aquí firmante, en el gimnasio del 'Jewish Community Center': "Voy a jugar, voy a salir y voy a meter un triple". Hizo exactamente eso que dijo: siete puntos tras 10.00 en pista, con 3/7 en tiros de campo (1/1 en triples, el primer balón que tocó)... y segundo mejor reboteador -cuatro capturas- del equipo que Rick Adelman dirigía. Pero...

El llamado' 'Mozart' sólo jugaría una miseria de 967 minutos en 77 encuentros, sin una sola titularidad, en esta su temporada 1989-90 como 'rookie' o novato en la NBA y en los Blazers. Promediaría 12,6 minutos por partido (7,6 puntos)... que iban a descender a 7,4 minutos en 1990-91. Todo el problema era la defensa... y que Petrovic era un jugador para 'tener' el balón, no para que se lo dieran de vez en cuando, bajo presión y a la salida de bloqueos. Pero claro, en ese equipo de Portland, el 'ùno' inamovible era Terry Porter. Y de escolta o 'shooting guard', Adelman prefería a un discreto 'NBA veteran' como Danny Young (Wake Forest, Seattle Sonics), al que concedía 17,0 minutos por partido... aunque Young se quedara en promedio de 4,7 puntos por día de trabajo, poco más de la mitad de la media de Petrovic. 

Cuando Drazen irrumpía en la NBA, a los bases-escoltas europeos se les calificaba como 'blandos' ('soft'); éste era el criterio de Adelman. En Detroit, dentro del mismo equipo técnico, y hacia 2010, el propio Porter insistió a Igor Kokoskov, más tarde Seleccionador de Eslovenia: "Le teníamos que insistir a Drazen en que no defendía una m... y que, o lo hacía o iba a jugar muy poco. Otra cosa es para qué se planeó ficharle, si éstos eran los criterios". Kokoskov reponía: "Un jugador como Petrovic no tiene que matarse en defensa, su ataque es la mejor defensa que puede existir". 

En 1990-91, Danny Ainge fue traspasado de Sacramento a este equipo de Portland, ya consolidado y en pleno crecimiento hacia las 'NBA Finals' (1990, 92). Duro, feroz competidor, Ainge - dos veces campeón de la NBA con los Boston Celtics, a los que años más tarde presidiría-, Danny A. se hizo buen amigo de Petrovic. Y contó esto: "Tras los entrenamientos de las mañanas, Drazen y yo solíamos jugarnos el almuerzo a 50 tiros de tres, en movimiento y como si fueran en salidas de bloqueos ('pantallas')... yo podía ganar como tres de cada 12 apuestas, pero si no metía 44 o 45 de esos 50 tiros no tenía ninguna posibilidad... todos sabíamos que Drazen era un gran jugador, no comprendí por qué hubo que traspasarle".

FINALES 1990.- Antes de que todo terminara en Portland, Petrovic aún tuvo opción cercana de ceñirse el anillo de campeón en las 'NBA Finals' de 1990, ante los imponentes 'Bad Boys' de los Detroit Pistons; los campeones de 1989 y finalistas de 1988: Isiah Thomas, Joe Dumars, Dennis Rodman... Bill Laimbeer. Habían despachado una vez más a los Bulls de un tal Michael Jordan en la final de la Conferencia Este (4-3), desencadenando la agonía, la ira y -en fin- las lágrimas irresistibles de Jordan en el autocar de salida del hoy desaparecido Palace de Auburn Hills, amenazante caverna entre selvas. Aquí, uno que testificó todos esos sucesos.

En las '1990 NBA Finals', los Blazers de Adelman, que ya habían sacado adelante una durísima final del Oeste contra los Suns (4-2), en lo que ya se consideraba gran hito histórico tras el título 'blazer' 'de' Bill Walton en la 'Rip City' de 1977... vieron luz tras las zarpas y colmillos de los Pistons después de igualar la serie final en los dos primeros partidos en el cavernoso Palace de Auburn Hills: 1-1, al sorprender a los lobos de Detroit en el segundo turno; 105-106, tras prórroga. 

Pero Laimbeer -que recién venía de provocar tremebunda refriega con Charles Barkley y los Sixers de Filadelfia en el límite de la 'regular season' 1989-90, todos juntos, 'pistons' y 'sixers', sumaron 162.500 dólares en multas de la NBA...- proclamó al mismísimo 'coach' Chuck Daly: "No hemos llegado hasta aquí para pensar en ir Portland sólo a ganar un miserable partido. Vamos a ganar los tres seguidos". Detroit llevaba 16 temporadas sin vencer en Portland...

Y exactamente eso, ganar los tres partidos en Portland, hicieron los Pistons, para firmar en 4-1 un segundo título 'back to back': 1989 y 1990. Isiah Lord Thomas, Laimbeer, Dumars, el 'Microondas' ('Microwave') Vinnie Johnson, el prodigio de agilidad competitiva que era Rodman -aunque con lesión en el tobillo que le martirizó y limitó-, etc... gobernaron los tres partidos en el Memorial: 106-121, 109-112 y, en el quinto y último, 90-92, mortal canasta de Vinnie en el penúltimo suspiro, imparable suspensión matadora en 'pull up', traccionando desde la mismísima loseta de parqué del angustiado Memorial Coliseum... cuando algún enviado especial español ya se había quedado sin dinero, sin tarjetas de crédito y casi sin pasaje de regreso. 

Esa final de 1990, aunque su mejor éxito colectivo en la NBA, resultó ser un pequeño desastre individual para un Petrovic confuso, aturdido y sobrepasado por los acontecimientos; como casi nunca se le había encontrado. Anotaría 10 puntos en el total de los cinco partidos, aunque en realidad fue en solo dos partidos, primero y segundo: 2+8. Con 13 minutos de acción y 4/5 en tiros de campo, Drazen emitió destellos de ser 'quien era' solamente en el segundo encuentro, el del único triunfo 'blazer', el 105-106 en Auburn Hills...  bien a pesar de 26 puntos de Laimbeer, con 6/9 en triples.

Más allá, de ese buen segundo partido, el del 1-1, siempre saliendo del banquillo, Petrovic apenas existió. Se hundió en la catástrofe 'blazer' del tercer y decisivo encuentro, una exhibición del poderío de Detroit (106-121, 33 puntos de Joe Dumars, 21 de Thomas, siete 'pistons' en diez o más puntos), descalabro durante el que el croata falló sus cinco tiros en ocho minutos de juego. Ya sólo jugaría cuatro minutos más (0/1 en tiros) en el cuarto turno... y Rick Adelman ni siquiera le alineó en el quinto y último choque, el del desenlace fatídico para Portland. 

Asi, Drazen Petrovic cerró las única 'NBA Finals' que disputó con 29 minutos totales en pista a lo largo de cinco partidos, más diez (10) ralos puntos en secuencia de 5/13 en tiros de campo. Él, el mismo 'Mozart' Drazen... que había estampado 62 puntos a 'la' Snaidero Caserta en un simple partido, la final de la Recopa de un año atrás, en Atenas. Entretanto, el oscuro Danny Young casi triplicaba en minutos (78 en total en los cinco partidos) al exmadridista durante esta serie final... y con aportación global de 15 puntos, tan sólo cinco tantos más que el postergado Petrovic. 

El único enviado especial español se largó de Portland a todo prisa, para emprender largo viaje a España, provisto de los calcetines ('Portland', en letras rojas) y equipación de juego que le regalaría -con sonrisa amarga- un Petrovic al que en esa misma mueca de amargura se le adivinaban sus escasas, casi nulas intenciones de seguir bajo las implacables órdenes de Adelman. Joe Dumars, por entonces una especie de ametralladora ultradisciplinada, fue nombrado 'Jugador Más Valioso de las Finales'. Aunque había sido Bill Laimbeer el que había 'impuesto el tono', el que había manejado el escenario...

1990-91, DESPEDIDA.- En la temporada 1990-91, Adelman no bajó el pie del acelerador del rigor. Peor aún, la incorporación de Danny Ainge (encima, nativo de Oregón, Eugene) rebajó aún más el tiempo de Petrovic en pista hasta unos míseros 7,4 minutos por partido... desde los 12,6 minutos de 1989-90. A mediados de temporada, la situación Adelman-Petrovic era insostenible (y la relación, inexistente) por más que incluso Clyde 'The Glide' Drexler, inminente campeón olímpico con el 'Original Dream Team' de 1992, intentase hacer de 'hombre bueno', pidiendo a Adelman que diese más minutos a Drazen... y aconsejando a Drazen que resistiera siempre 'un poco más', porque su tiempo iba a llegar...

"Me sentí muy contento con él, con Drazen, cuando empezó a jugar bien en New Jersey; siempre sentí que podía haber hecho bastantes más cosas en Portland, y que allí no se fue totalmente justo con él en lo tocante al tiempo de juego y al mismo concepto. Pero él lo pasaba muy mal", ha declarado Drexler muy recientemente. 

En enero de 1991, Petrovic rompió la cuerda y proclamó: "No tengo ya que decir nada más a Adelman y viceversa, ni él tampoco a mí. Han pasado 18 meses desde que vine a Portland, demasiado. Tengo que irme para demostrar cuánto valgo. Nunca en mi vida me he sentado en un banquillo de esta manera ni tanto tiempo y no es mi planteamiento seguir así en Portland". "A nadie he visto en mi vida que el hecho de no jugar le molestase... tanto como le molestaba a Drazen", diría Ainge. 

En Portland, entre los entrenamientos matinal y vespertino, Petrovic y Ainge se iban a la casa de este último... quien solía tumbarse a la siesta, con el cuerpo molido... sólo para despertarse bajo los sonidos rítmicos que emitían el cuerpo de Petrovic y la bicicleta estática de Ainge donde el competitivo 'Mozart' de Sibenik pedaleaba a toda pastilla. "¿Estás seguro de que esto es bueno para tu cuerpo? Para, por favor, que me vas a destrozar la bicicleta", regañaba Ainge, cansado y somnoliento. "En la NBA no puedes obrar del modo tan 'loco' y desenfadado como obrabas en Europa... en la NBA tienes que llevar ojos en la espalda", le recomendaba Warren LeGarie.

Pero en ese enero de 1991 ya todo estaba claro y el traspaso a New Jersey -un traspaso 'de tres vías' en el que el hoy fallecido Walter Davis, entonces ya con 36 años, acabaría siendo enviado de Denver a Portland- quedó consumado por insistencia del mismo Petrovic, quien lo tenía todo hablado (por vía de LeGarie) con el 'staff' técnico de los New Jersey Nets, dirigido por Wilis Reed, legendario pívot en los N. Y. Knicks. En Portland, el propio Ainge criticaría públicamente el traspaso: "Todos sabemos la clase de buen jugador que es Drazen; voy a sentir su marcha".

Tras 38 partidos de 1990-91 (en 20 de los cuales, Adelman no le había concedido un solo minuto), Drazen Petrovic consumó el traspaso a los New Jersey Nets. Allí le iría muy bien, singularmente con Chuck Daly en 1992-93, y con alguna exhibición suntuosa como los 44 puntos del 24.1.1993 en Meadowlands a unos excelentes Rockets de Hakeem Olajuwon, en plena ascensión hacia sus dos títulos de 1994 y 95. 

Hay alguna foto entrañable de esa última época en la que un chiquillo llamado Stephen Curry mira extasiado un tiro lejano y lateral del propio Petrovic... desde los brazos de su padre: Dell Curry. Esto fue ya en el mismo 1993... en el que el Real Madrid, para disgusto del propio Petrovic iba a hacer 'doblete' en Liga y Copa del Rey, enganchado a las gigantescas manos de Arvydas Sabonis. "Cuando Petrovic fallaba un tiro de tres, desmarcado, uno no podía creerlo. Porque cuando tiraba en esas condiciones siempre era 'money', dinero", revelaría Willis Reed.

Ya en 1991-92 (tras promediar 12,6 puntos con los N J. Nets en los 43 partidos finales de 1990-91), Bill Fitch empezó a usar a Drazen como titular en el 'starting five', el 'cinco inicial' de los Nets. Fitch acabaría haciéndole 'starter' en los 82 partidos de la temporada... y Drazen respondió acercándose a los 21 puntos por partido, promedio final de 20,6... con 44,4% de acierto en triples, a razón de 3,3 intentos por cada 36 minutos en pista. Poca gente se ha acercado a esos números en la NBA. En 192-.93, ya con Chuck Daly a los mandos en Meadowlands, New Jersey, Petrovic crecería hasta 22,3 puntos de media y 44,9% de aciertos en triples.

En el conjunto total y definitivo de su carrera en la NBA, entre 1989-90 y 1992-93, Drazen Petrovic acertó en el 43,7% de los triples que lanzó. Sigue siendo la tercera mejor marca en ese departamento en la historia de la Liga, tras las de Steve Kerr (...) y Hubert Davis. Todo el mundo en Croacia lleva esa estadística en el fondo del corazón. 

"Drazen fue de los primeros tipos en la Liga en tirar desde un metro más atrás de la misma línea de tres, y lo hacía entrando y saliendo en los bloqueos a toda velocidad; Drazen Petrovic era algo salvaje y podría haber jugado perfectamente en los tiempos actuales", analizaba no hace mucho en la ESPN Rick Carlisle, hoy entrenador-jefe de los Indiana Pacers (y ex 'coach' en Dallas Mavericks), además de exjugador de los Boston Celtics. Carlisle fue técnico-asistente, dedicado especialmente a los tiradores y 'exteriores', en aquellos Nets de Petrovic, entre 1991 y 1993.

Kenny Anderson, el base neoyorquino de Queen´s que coincidiría con Petrovic en los Nets, a partir de 1991-92, estableció: "Drazen cambió el modo en que la NBA pensaba de los bases europeos; antes de él ni siquiera se quería que vinieran por... 'blandos'... él llegó a confrontar cara a cara con Reggie Miller, Michael Jordan y con un tipo tan duro como Vernon Maxwell, 'Mad Max', quien una vez quiso pegarle, creo recordar". Sin embargo, también recuerda Rick Carlisle, cierta vez, en un Nets-Celtics, Petrovic se negó, 'sólo por simple timidez' a que Carlisle le presentara a Larry Bird, que había sido compañero del propio Carlisle en los Boston Celtics. "Era como si Drazen tuviera tan idolatrado a Larry que se considerara indigno de ser presentado a él", recordó Carlisle. George Karl llegaría a establecer similitudes entre Drazen Petrovic y una leyenda de la magnitud de 'Pistol' Pete Maravich... de abuelos croatas.

Cada vez que va por Croacia, en Zagreb, etc... Kenny Anderson viste una antigua camiseta de aquellos New Jersey Nets de los años 90, una camiseta que muestra a Derrick Coleman y Drazen Petrovic, grandes estrellas de aquel equipo de New Jersey, que llegó a firmar los 'playoffs'. Anderson relata la 'increíble' cantidad de gente que se le acerca a él reconociéndole y felicitándole 'sólo por haber sido amigo y compañero de Drazen'. "Sólo intento mantener vivo su nombre. Ojalá hubiera podido pasar más tiempo con él para preguntarle y conocer más sobre lo que estaba pasando en su país", ha contado Anderson, todo un personaje en Queen's, N. Y. City.

Y éste fue el relato de la única final de la NBA que disputó 'Mozart', Drazen Petrovic, el 'Mozart' del balonc esto europeo... que iba a abandonar este mundo en una tenebrosa autopista de Baviera casi tres años exactos después. En agosto de 1990, en Argentina, el tercer y último Campeonato Mundial que Yugoslavia conquistó también fue la última competición internacional que vio a Drazen con la camiseta de los 'plavi' de Yugoslavia. Ya no jugaría el Eurobasket de 1991, en Italia, con una Yugoslavia al borde de hacer 'crack'... y que pese a todo alzó en el PalaEur de Roma su postrer, definitivo título continental.

Un incidente entre Vlade Divac (hoy, ' general manager' en Sacramento Kings) y un aficionado que se echó a la pista del Luna Park de Buenos Aires con la bandera de Croacia, al término de la final Yugosavia-URSS (92-75) iba a ser como un anticipo de la misma Guerra de los Balcanes; que arrancaría en solo un año más para destrozar y liquidar lo que fue Yugoslavia a partir del verano de 1991. "Pero no creo que un verdadero aficionado al baloncesto pueda olvidar jamás a Drazen Petrovic". Palabra de un amigo de Drazen: Vlade Divac.