muchodeporte.com Real Betis Balompié

Setién al Sevilla

Antonio Félix
Antonio Félix
17/04/2019

Consecuencia primera del derbi, asentada por el paso de los días: Quique Setién está acabado como entrenador del Betis. Cae en mis manos ‘La rebelión de las masas’ de Ortega, un libro recién escrito hoy. Basta ojear unas páginas para terminar de convencerse: Setién está acabadísimo como entrenador del Betis. La masa tiene sus razones, pero no acierta a razonar. Se detiene en los detalles, en las fruslerías, en los deberes y los rencores para atizar al entrenador, víctima propiciatoria de la derrota más dolorosa que jamás debió ser. El Betis, o sea, se encamina con endemoniada firmeza hacia una decisión absolutamente trágica: prescindir del mayor genio que ha pasado por el banquillo de esta ciudad en los últimos 20 años.

Ya, Setién se equivocó. Tuvo que poner desde el principio a Tello, eso es evidente. Tal vez también a Joaquín. Debió aleccionar a Lo Celso para que cortara desde el origen las carreras del Sevilla, y tal vez incluso fue culpa suya que Mandi se trastabillara con la pelota o que no saliera a tapar algo más al Mudo, que, como todos sabemos, es un chutador casi infalible desde la larga distancia. Okey. Pero pensemos en que sin Tello y sin Joaquín, el Betis dominó el juego del Sánchez Pizjuán con absoluta claridad. Y que Lo Celso no pegara y Mandi no cubriera habrían sido anécdotas que se hubiera llevado el viento como se llevó que el celebradísimo Roque Mesa pusiera con sus fallos dos veces a Jesé sin más oposición ante Vaclik. Y he aquí que hemos llegado a la madre del cordero, es decir, que podéis pasar días lamiéndoos las heridas y acordándoos de Tello y de Joaquín, de Mandi y Lo Celso, de Setién y su santa estirpe, pero la realidad, la única y absoluta realidad, es que si el Betis hubiera tenido un delantero capaz de llamarse por ese nombre el derbi hubiera sido suyo, y suya sería la regalada calificación para la Champions de este campeonato, y que el responsable de que eso no haya sucedido no es precisamente el entrenador, sino vuestro admirado y reverenciado don Lorenzo Serra Ferrer. Ea, ya está dicho. Qué a gusto me he quedado.

En dos años, con su mercado de verano y de invierno, y su nuevo mercado de verano y de invierno, don Lorenzo ha sido incapaz de firmar a un goleador mínimamente competente. No hacía falta traer a Cristiano ni a Messi. Con un Borja Iglesias o un Raúl de Tomás habría bastado. Pero Serra ni se acercó. El año pasado Quique se sacó de la manga a Loren cuando estaban a punto de despedirlo del filial. Fue un buen truco, pero no alcanzó para este curso, el del regreso a Europa, recuerden. Por momentos, pareció que el entrenador repetiría la jugada dando cancha a Robert, pero tal vez pensó que a qué hacerle otra vez el trabajo al divino Serra. Error. En la lucha de egos, Quique no tenía ninguna posibilidad de ganar. Como respuesta se encontró en enero con que el dinero (¡18 millones!) se gastó en un crío mexicano y que el gol sería cosa del elemento que ya le ficharon en Las Palmas, Jesé. Además, vendieron al irregular pero talentoso Sanabria. Hace unos días, don Lorenzo reconoció esa cadena de fallos. En cualquier club, ese disparate le costaría el puesto al director deportivo. Aquí pagará el entrenador porque de ninguna otra manera puede ser, a pesar de que todos sepamos que la gran responsabilidad de la ruina de lo que debería haber sido una temporada histórica corresponde a Serra, no a Setién.

Y de esta manera el Betis cometerá un error catastrófico y de consecuencias funestas -Como toda la vida, vamos- El error de despreciar al entrenador más increíble que ha tenido la suerte de sentarse en su banquillo en las últimas décadas. Un genio capaz de hacer jugar a ese equipo como los mismos ángeles, y que bien hubiera merecido la fortuna de contar con un delantero en condiciones. Un genio que, lo mismo, ni siquiera tendría que cambiar de ciudad. Ojo al dato con lo que vamos: he aquí la gran oportunidad del Sevilla para asestar el mazazo definitivo tras un derbi que ya ha hecho tanta pupa. ¿Qué sería de un equipo de Setién con Ben Yedder en la punta? Sería una decisión polémica, arriesgada, turbulenta, terrible, apasionante y magnífica. ¿Imposible? ¿Realmente lo piensan? ¿O realmente lo temen?