muchodeporte.com Real Betis Balompié

Palingenesia bética

Antonio Félix
Antonio Félix
04/09/2019

El problema del Betis es largo y bien sabido. Me refiero a su problema capital, esencial, sublime. Para no gastar tinta resumámoslo en un término: palingenesia. Lo encuentro en la Voluntad de Azorín, con remisión a las Circulares de Augusto Comte. Es decir, que hay mucha reflexión al respecto, que bien debiera interesar al Betis. El porqué de la mutación de un estado social a otro, por ejemplo. Y más concretamente, en su caso, el porqué no. En ese justo punto parece seguir anclado el Betis, un club en el que pasa de todo para que, al fin, nada cambie.

Entiéndanme. No es de menospreciar cierta mejora en la convivencia. Digamos que se ha pasado de la autarquía a la autarquita. Oiga, se agradece. Y este año, apenas con un puñado de movimentos de mercado, parece haberse afianzado el estado de ilusión, ilusorio, connatural en la populosa hinchada bética. Pero más allá de estos y aquellos afeites, en cuanto se ahonda un poco aflora la eterna oquedad que lastra el porvenir verdiblanco. Una mezcla de conformismo, pudor, bobedad, resignación e incompetencia que conduce a la desazón en enero, mayo a lo más tardar, y la creencia en agosto, en el eterno retorno que supone el viaje del Betis por este siglo.

Después de armar el precioso equipo, sí señor, que se ha montado esta temporada, después de alardear de contar con el quinto plantel más valioso de la Liga, toma ya, uno bien habría esperado otro comienzo. No ya en el juego y los resultados, que también. Sino en el discurso, en el tono, en el nivel de exigencia de un club donde sigue imperando un conformismo exasperante. El otro día, después de haber cascado en casa frente al Valladolid, de haberse arrastrado ante un Barcelona sin Messi ni Suárez y de haberle remontado al Leganés, colista del campeonato, que le tiró 20 veces, el presidente Ángel Haro dijo que todo estaba fenomenal. Que si Fekir es la caña, que si a Rubi ya se le advierte algo de Bismarck y que ellos, vamos, ellos son la rehostia por el trabajaco que hacen a pesar de todas las dificultades que han de soportar, que ya algún día dirán. Autocrítica, cero. Complacencia, absoluta. Cambio, ninguno. Apretar un poquito a esta gente, quítese, no se nos vayan a alborotar. En fin, olvidémonos de la palingenesia. Ni Fekir, ni Borja, ni Canales, ni Joaquín. Es algo más profundo, más sutil y emocionante lo que debe variar en el Betis. Y algo nos dice que, de momento, todo, en el fondo, sigue igual.