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'Pecados' mortales y veniales de Rubi

Paco Cepeda
Paco Cepeda
07/10/2019

El Real Betis de Rubi se marcha a uno de los parones por las ventanas internacionales más duros de los últimos tiempos. Nueve puntos en ocho jornadas tienen la culpa, cifras a la altura del peor Poyet. Y eso es muy preocupante. El actual entrenador del Betis no deja sensaciones ni parecidas a las del nefasto preparador uruguayo, pero la suma de puntos los iguala peligrosamente. Al margen del error de fábrica, la planificación de la plantilla, corta y con varios lunares groseros, hay decisiones y situaciones más de entrenador que entendemos pueden estar lastrando al equipo. Los dividimos entre pecados mortales y otros veniales, lógicamente con diferente incidencia. Sean ustedes mismos los que incluyan en una categoría o la otra estos problemas:

La sangría de goles encajados. Quique Setién sufrió algo muy parecido en su primera campaña. A estas alturas, en la jornada 8, encajaba su equipo 17, tras un 3-6 ante el Valencia realmente bochornoso. El Betis actual ya suma 16 goles en contra, el peor equipo de la categoría. Y eso que tiene un portero que salva goles. La solución que Serra le encontró al santanderino fue la defensa de tres centrales. Rubi de momento no lo ve.

Equipo mal plantado. Los goles encajados no son más que el reflejo de una disposición defensiva del equipo sobre el campo muy deficiente, especialmente acentuada en los últimos encuentros, desde que se juega con dos delanteros centros. Muy despoblado el centro del campo tanto en cantidad como en calidad. Los delanteros son trabajadores, pero su presión es alta. La media, la que sea, ni roba ni contiene, y como hay jugadores verticales por fuera, el equipo se vuelve muy 'ancho' tras pérdida. En definitiva, un señor agujero por el medio que no subsana. No es que sea sencillo, porque le faltan jugadores con esas características, pero es trabajo de entrenador conseguir tapar esos defectos.

Empatía con el grupo. La plantilla del Betis, gente de peso como Joaquín, Guardado..., estaban muy hechos al trabajo de Setién, mucho más suave entre semana que el de Rubi. Los entrenamientos, sobre todo los de pretemporada, preocuparon a jugadores destacados. Hasta que Rubi detectó el descontento pasaron semanas. La situación ha mejorado, pero los resultados no dejan que la cura sea total. Rubi, además, cuenta poco con un elemento esencial en los últimos Betis, clave para muchas cosas relacionadas con el trabajo físico y con la cohesión del grupo. Marcos Álvarez tiene la total confianza de la plantilla, es el nexo perfecto en ese terreno, pero está infrautilizado. Y hay un tema menor, pero no tanto si los medios lo manejamos. El grupo de trabajo de Rubi habla en catalán entre ellos. No pasa nada, obviamente, pero el grupo lo tolera regular, de un modo inconsciente, los aísla un poco. Tema menor, pero está sobre la mesa.