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El maestro

Antonio Félix
Antonio Félix
25/08/2021

Por experiencia les diré que existe un método infalible para descubrir si alguien es bueno o malo para el Betis. La cosa es sencilla: si los sevillistas lo aplauden, huyan de él como del demonio; si los sevillistas lo desprecian, fírmenle un contrato por diez años [La fórmula, por descontado, también funciona a la inversa entre los clubes]. Esto, por encima de cualquier otra consideración, debería haber alertado respecto a don Antonio Cordón, de quien Ramón Rodríguez Monchi, sumohacedor blanquirrojo, dijo al llegar a Heliópolis: "Creo que el Betis ha acertado de pleno. Fue un gran maestro para mí". Tendría que haber reparado el beticismo en la dimensión del elogio sevillista. Y en el tiempo verbal. Pasado. Fue.

La trayectoria de Cordón ya invitaba, de hecho, a la sospecha. Tras su excelente obra en el Villarreal, había trabajado sin mayor fortuna para un fondo de inversión árabe, para el Mónaco, ese club irreal de ese estado que tal, y para la selección de Ecuador, a la que dejó tirada alegando motivos personales y perjurando que nada tenía con otro equipo apenas unos días antes de firmar por el Betis. Podíamos inferir que el tiempo de gloria de don Antonio quedaba ya atrás, tal vez demasiado atrás. Pero lo que debería haber convencido a los dirigentes béticos sobre lo errático de su decisión fue ese rendido aplauso de Monchi, que ahora se ha extendido hasta los confines de Nervión. Pregunten, y hasta el último sevillista les dirá que admira al señor Cordón y que espera que siga trabajando por mucho tiempo igual.

La llegada de Cordón fue acompañada, sin embargo, de una enorme expectación. Ya sabemos que no hay espacio más fértil que el fútbol para ilusionarse con nada. Y el beticismo lo hizo con la recuperación en Heliópolis de las cualidades que, en su momento, catapultaron al director deportivo pacense como uno de los mejores del oficio. Como un maestro de maestros. Dos años después, sin embargo, el balance es deprimente.

Este verano, Cordón ha ratificado, si no intensificado, su anodino pulso para reforzar una plantilla que, a todas luces, necesitaba un meneo generoso para afrontar una temporada con Europa. Nada de eso ha sucedido. Su falta de astucia para jugar con las notorias piezas que cuenta en su plantel ha resultado sofocante. Es cierto que el mercado no ha sido precisamente fácil. Pero también que otros (Getafe, Granada… ¿De verdad el Elche le puede arrebatar un fichaje al Betis?), con mucho menos, han realizado operaciones realmente interesantes. En el Betis, por contra, el conservadurismo ha sido atroz. Se perdió a un lateral, a un central y a un delantero, y han llegado un lateral, un central y un delantero a los que difícilmente se puede catalogar como mejores. El lateral, Sabaly, para colmo, se ha lesionado para media Liga, con Cordón oyendo llover. Hasta el día, el desempeño del director deportivo es de un cinismo, una vulgaridad y una falta de audacia exasperantes. Para esto no hacía falta un maestro. Un mono con un lápiz ficha igual.

Ni siquiera el inquietante arranque de campeonato del Betis parece haber espabilado a Cordón, cuya labor (su ausencia) provocaría sin duda una severa llamada de atención en un club con auténtica tensión por crecer, competir y vencer. No es ése el caso del Betis, donde al hombre le basta con ser paraguas de los dirigentes y coleguita del entrenador. Más discutible es que eso le sirva también ante la hinchada, que probablemente reprobará su actuación a no ser que en este final de agosto se apriete los machos y trabaje de veras. Tampoco es que se le pida que sea Monchi. Bastaría, al menos, con que recordara en algo a aquél que fue su profesor.