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El Barça ens roba

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
18/02/2023

Sin ánimo de frivolizar (o sí), el llamado 'Barçagate' nos pone al nivel del interés turbio y morboso que siempre despertó el Calcio italiano y sus escándalos cocinados al 'risotto' modo. Recuérdese la hora aquella del inefable director deportivo de la Juventus Luciano Moggi (alias Lucky Luciano), implicado en la célebre trama 'Calciopoli', y recordemos justo ahora que la Juventus, la llamada 'Vecchia Signora', la austera escuadra de la Fiat de los Agnelli (por eso quiso vestir de austero blanco y negro desde su origen), vuelve a estar bajo sospecha de corrupción por alteración de cuentas.

El fútbol turco, ahora suspendido por el aterrador terremoto (acaba de saberse que Christian Atsu, jugador del Hatayspor y ex del Málaga, Chelsea y Newcastle, ha aparecido muerto bajo la papilla), también ha propiciado capítulos deliciosos (presidentes corruptos, relaciones porosas entre clubes y bancos, mafias en el negocio de las apuestas, tiroteos a autobuses de equipos rivales, etcétera). Pero, como digo, el 'Barçagate' y la relación fraterna largos años entre el club blaugrana y el otrora colegiado y exvicepresidente de los árbitros españoles, Enríquez Negreira, está escribiendo uno de esos capítulos que, libro mediante, se estudiará más pronto que tarde como anatomía sociopolítica y hasta espiritual de un país.

A Enríquez Negreira lo recordaba uno perfectamente, mucho antes de que hayan aflorado fotos de archivo del susodicho. Se lo ve ataviado de riguroso negro, cual juez de la contienda de finales de los 70 y de toda la década de los 80. Era la época en la que, entre otras recordaciones, el Real Madrid lucía su publicidad de electrodomésticos Zanussi (de 1982 a 1985) para incordio de los puritanos. Recordábamos perfectamente al personaje, tanto por los apellidos, tan onomatopéyicos (al modo de los sonoros apellidos de los árbitros), y por su rostro por lo común ojeroso. Pertenecía al Colegio Catalán de árbitros, hasta que le sucedió, en medio de otro escándalo menor pero también relacionado con una empresa de su hijo, otro inefable en cuanto a figura y apellidos sonoros: Casajuana Rifà.

El improbable lector tiene ya y seguirá teniendo suficiente información sobre el 'Barçagate'. Su bola escandalosa irá creciendo como vasta ola de manteca por días y hasta por horas. Por eso, si se me permite y a modo de auscultación de la sociedad catalana, me gustaría recordar los latrocinios fraguados en la historia reciente de la muy europea, próspera y poco española Catalunya. Estos sobresaltos también forman parte, si así puede decirse, de la educación sentimental que uno ha vivido, desde fuera eso sí, como español o "bestia con rostro humano", por decirlo en feliz expresión lombrosiana del otrora y muy conspicuo 'president' Joaquim Torra i Pla (de rasgos hermosos y apolíneos, concedidos sin duda por su devoción a la Moreneta de Montserrat, su probado sentido del 'seny' catalán y sus excursiones aldeanas bajo los vientos de tramontana).

Recuérdese el escándalo del gran desfalco en el Palau, icono del 'volkgeist' catalán. Evóquese el famoso "tres per cent" en la voz cazallera de Pascual Maragall en el Parlament, denunciando las comisiones que el emporio de la vieja CiU exigía a empresarios y potentados para dar contratos. Y recuérdese, también, el nombre aquel de Banca Catalana, cuyo logo presidía la zona del parquet bajo las canastas de baloncesto del Palau blaugrana. Su quiebra, trufada de irregularidades, salpicó al primer Jordi Pujol i Soley. Eran los inicios de su gran carrera como servidor de Catalunya y como 'molt honorable president' a base de mamelas, sinecuras y desfalcos, edificando a la par toda una familia piramidal en proporción, igualmente piramidal, a los dineros que la gran estirpe catalana iba amasando durante años con la complacencia de doña Marta Ferrusola Lladòs, simpática dama donde las haya. Obviamos, por ser más recientes, los intríngulis de los dineros públicos desviados para llevar a cabo el 'Procés' bajo la sardana del 'Espanya ens roba'.

Dados los precedentes en aquel rincón del nordeste, el FC Barcelona, de oficio victimista, está escribiendo otra gran pieza de la historia de España, no sólo asociada al fútbol o al cloacal negocio del fútbol. El 'Barçagate' se va a convertir en breve en un 'El Barça ens roba' y, por ende, en un 'Catalunya ens roba'. Resulta todo irónicamente divertido, lo que explica que España necesita para su porvenir y sin que ella lo sepa el nacionalismo periférico que intenta destruirla. Está al caer que el ex presidente Zapatero, barcelonista de León, pida hacer la vez de intermediario o de relator del caso. No queríamos frivolizar (o sí).