No hay forma de que el Betis tenga pulso. Tal y como todo el mundo esperaba, menos Rubi, que vive en su mundo y sigue sin enterarse de lo que tiene entre manos, el conjunto verdiblanco dio por finiquitada la temporada en un campo de escaso lustre, Leganés. Allí, en tierras madrileñas, el conjunto bético fue un cadáver andante en la primera mitad, mejoró algo en la segunda y, en definitiva, fue incapaz de lograr el triunfo. La victoria era, en definitiva, el único resultado posible de un equipo cuyo objetivo era la clasificación europea. Justo en la semana en la que el presidente, Ángel Haro, había expresado la necesidad de dar un paso adelante para, al menos, dar la sensación de que se pelea por algo. La vida no tiene objetivos para este Betis mediocre y perdido. Es muy triste no tener una meta en la vida. Es demasiado triste rendirse. Es demasiado triste contemplar una semana tras otra que el Betis es incapaz de ganar. Es un agobio tremendo tener que buscarse una excusa cada semana y jamás mirar hacia adentro: los árbitros fueron el motivo de la derrota ante el Getafe y el Barcelona. En Eibar fue la ausencia de acierto. ¿Y en Leganés? ¿Cuál fue el motivo para no ganar (un triunfo en ocho partidos) ante un rival medio muerto? Las carcajadas de los dirigentes del VAR llegan a La Palmera mientras el Betis echa la persiana a una temporada que empezó mal y que tiene pinta de acabar en el limbo de la mediocridad.
¿Cómo es posible que el Betis juegue al fútbol tan mal como lo hizo en la primera mitad? Otra vez el fútbol mortecino de un equipo sin alma. El primer acto fue una burla para todo aquel que sienta en bético. Hay decisiones del entrenador que no se entienden, como la persistencia en alinear a Borja Iglesias o la apuesta por Guido, pero lo peor no es eso. Lo peor, sin duda, es la desesperante sensación que embarga a un equipo que se mueve como un fantasma. Rubi es una víctima. Como Borja Iglesias. Como Aleñá. El problema trasciende lo futbolístico aunque el entrenador ponga a Guido antes que a Edgar. “Lopera sal al campo y mete un gol”, le cantaron a Lopera con el Betis jugando la Liga de Campeones. ¿Qué se le canta ahora a Haro y Catalán?
Ni la mejoría de la segunda mitad puede invitar a cierto optimismo. La tuvieron Canales y Aleñá. Qué más da. El Betis no gana. Al menos no perdió, eso sí, lo que le vale, de momento, para no pelear por el descenso. 14 partidos por delante para pasearse por LaLiga. El Betis se ha convertido en una empresa incapaz de generar la más mínima ilusión. El pasado miércoles se conjuraron en un almuerzo para llegar a Leganés y hacer esto. No hay más que ver la expulsión de Borja Iglesias para darse cuenta de que todo se ha acabado. Tan poco pulso tiene la entidad que ya no hay ni un resquicio para la excusa. A mediados de febrero en chanclas. A buscar un director deportivo, otro entrenador y unos cuantos Guidos que refuercen el espíritu competitivo del Betis. Igual en 2040 vuelve a pelear por Europa después de las enésimas proclamas de crecimiento imparable del club. ¿Cuál será la próxima milonga?
CD Leganés (0): Juan Soriano, Ruibal, Bustinza, Awaziem, Siovas, Silva, Eraso (Bryan Gil, minuto 55), Rubén Pérez, Recio (Assalé, minuto 82), Kevin Rodrigues (Óscar Rodríguez, minuto 55) y Braithwaite.
Real Betis (0): Joel Robles, Emerson (Barragán, minuto 46), Mandi, Bartra, Álex Moreno, Guido (Loren, minuto 46), William Carvalho, Canales, Aleñá, Joaquín (Tello, minuto 73) y Borja Iglesias.
Árbitro: Estrada Fernández, catalán. Roja directa para Borja Iglesias. Amarillas para Emerson, Guido, Braithwaite, Rubén Pérez, Wiliam Carvalho, Bryan Gil, Óscar Rodríguez y Ruibal.
Canales no hizo un buen partido, y fue el mejor. Así que calculen.
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