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Jock Wallace, un 'fox' en Nervión

El exentrenador del Sevilla, ya fallecido, entrenó al Leicester entre 1978 y 1982

José Antonio Jiménez
José Antonio Jiménez
13/12/2016

Todos saben ya a estas alturas de la película que el Leicester City es el equipo que separa al Sevilla Fútbol Club de los cuartos de final de la Liga de Campeones. Habrá que esperar hasta marzo para comprobar si los de Sampaoli son capaces de superar a los de Ranieri. Pero no todos conocían un detalle que hermana, de manera simbólica, a ambos conjuntos. Un hermanamiento por un entrenador que se sentó en el banquillo de ambos equipos. En el de los 'foxes', entre 1978 y 1982. El de los sevillistas, entre 1986 y 1987. Hablamos del escocés Jock Wallace, fallecido a finales de la década de los 90 del siglo pasado.

Wallace fue el elegido por los rectores blancos para sustituir a Manolo Cardo. El Sevilla que a comienzos de los 80 brillaba con luz propia, agonizaba. Necesitaba un giro de 180 grados para soñar con esa quinta-sexta plaza que daba derecho a jugar la extinta Copa de la UEFA. Su bagaje en su país natal e Inglaterra fue la excusa perfecta para apostar por un desconocido por estos lares. Con una manera de entender el fútbol tan distinta a la de Cardo. Sus comienzos, tras una dura pretemporada en el Reino Unido, no fueron nada halagüeños. Derrota en Zaragoza y ante el eterno rival en Nervión. Más derrotas que triunfos en un conjunto en el que destacaban Ramón Vázquez y Jesús Choya. Un Sevilla que alternaba grandes partidos con actuaciones indignas. Así era normal que Wallace fuera muy criticado. Y defendido por una directiva que, con poco dinero en la caja, no tenía más remedio que aguantar el tirón de una apuesta que no demasiados entendieron.

Con el paso de las jornadas, Wallace y Paco Chaparro (su mano derecha en el entidad blanca) fueron ganando adeptos a una causa que no veía de lejos la sexta plaza. Toca recordar que en la 86/87 la Liga no acababa en la jornada 38. En el caso del Sevilla, debía acabar entre los seis primeros para pelear con los mejores por una de las plazas que daba derecho a Europa. Se acercaba el final y sus hombres tenían por delante una serie de partidos para cumplir el objetivo o para malvivir con los que ni lucharían por Europa ni por no bajar. Haber derrotado al Atlético de Madrid en el Vicente Calderón y al Athletic de Bilbao en San Mamés hacía soñar al personal con los ojos abiertos. Sobre todo tras superar en casa al Espanyol. Cholo y McMinn, fichajes hechos ya con el campeonato empezado, también ponían de su parte para que las cuentas cuadrasen. Todo pasaba por ganar dos de los tres últimos encuentros de Liga. O sumar 4 de 6 puntos posibles. A priori, los de Wallace estaban en disposición de doblegar al Murcia, a Las Palmas y al Sporting, aunque ante los pimentoneros y asturianos tocaba rendir visita a sus respectivos estadios.

Desgraciadamente, el 2-1 encajado en La Condomina obligaba a un 4 de 4 complicado. Se hicieron los deberes ante los canarios, pese a la lesión de Fernando Peralta, pero no hubo nada que hacer en El Molinón tras un choque controlado de principio a fin por los locales. Tras suspender en la 86/87, tenía la reválida de la siguiente campaña para cumplir la meta que le había traído por Sevilla. Sin embargo, cuando estaba a punto de comenzar la 87/88, fue cesado y sustituido por Azcargorta. ¿Las razones Dijeron en su momento que su poco castellano no ayudaba demasiado. Otros culparon a Francisco de su adiós. Wallace quería que el de Osuna jugara de mediapunta, como Platini, posición que el fino medio nunca vería con buenos ojos. El resto pensaron que un derbi a las primeras de cambio, recordando lo acaecido en la 86/87, no ayudaba demasiado a darle continuidad a un proyecto que nunca tuvo uno sólidos cimientos.

Casi tres décadas después del paso por Sevilla y el Sevilla, de Jock Wallace merece la pena repasar la trayectoria de un entrenador que nunca fue comprendido, pero que dejó para el recuerdo partidazos y golazos digno de videoteca. Un Wallace que también estuvo en el banquillo del Leicester, que se ha acordado de un técnico muy apreciado en tierras británicas.