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Hipocresía

Antonio Félix
Antonio Félix
20/03/2019

Muchos todavía recordaréis cómo se pidió, con clamor incluso, el regreso de Juande Ramos. No recuerdo bien cuándo, pero debió ser tras alguna de las catastróficas decisiones que tomó para el banquillo (Jiménez, Licenciado Manzano en lugar de Pellegrini, Míchel…) un director deportivo llamado Ramón Rodríguez Monchi. Contra dicho clamor se opuso como un titán José María del Nido, en tiempos en los que todavía era un gran presidente. La presión era intensa. El campo cantaba, los medios empujaban e incluso desde su entorno se alzaban voces proclamando a Juande como la única solución. Del Nido ni se inmutó. Para él no había debate. Alguien que había abandonado al Sevilla por cuatro libras, con la temporada en marcha, el equipo en Champions y el cádaver de Antonio Puerta aún humeante, alguien, en suma, que insultaba de tal manera al Sevilla sólo habría de volver a él "por encima de su cadáver". Personalmente, creo que ésas son las cosas que hacen grande a un club.  Aquel Sevilla, desde luego, lo era.

Los tiempos han cambiado desde entonces. Del Nido quedó desahuciado tras su paso por la cárcel. Ahora no tiene fuerza ni para presentar oposición, y sólo aguarda en la misma mesa de los actuales gestores para cobrar su porción por la venta del club. Monchi abandonó el Sevilla de malas maneras, para volver un par de años después. El otro día, en su presentación, dijo resumidamente que no regresaba como salvador y que lo hacía porque era la oferta más atractiva que tenía. También contó un buen chiste, ése de que Caparrós podía ser entrenador varios años, pero respecto a aquellas dos afirmaciones debemos decir que, en esencia, son falsas. Es evidente que Monchi regresa como el gran salvador que ansiaba el Sevilla, y por descontado como el único golpe de efecto capaz de cubrir al presidente y los suyos para enderezar el rumbo de un club que parecía perdido. Por lo demás, han de ser prolijas las razones por las que vuelve el gaditano: cariño, comodidad, ego, familia, catetismo, yo qué sé, pero desde luego la oferta de este Sevilla desnortado palidecía ante la opción de un Arsenal candidato a ganar la Premier y dar guerra en la Champions.

Así que con mentiras vuelve Monchi, de igual manera que con mentiras se fue. Yo imagino que al personal, ahora con la emocioncita, no le debe apetecer mucho recordar. Tampoco al mismo Monchi, que en su momento forzó hasta las trancas su salida del Sevilla proclamando a los cuatro vientos que estaba más quemado que el tizón y necesitaba pasar una larga temporada pescando cucamonas en San Fernando. Luego se supo que ahí ya estaba trabajando para la Roma, donde ha terminado malparado tras liarla parda con los fichajes y las ventas (ay, Salah). Por ello, en mi inmensa inocencia, confiaba en que Monchi reiniciara su camino en el Sevilla pidiendo perdón a la afición. Algo así como: "Lo siento. Os engañé. Me equivoqué, pero aquí estoy otra vez para devolveros todo lo mejor". La musiquilla de fondo del Titanic y de allí habríamos salido todos de hinojos y con el corazón henchido de entusiasmo.

En lugar de eso, se optó por la hipocresía. Unos y otros prefirieron mirar hacia otro lado. ¿Algún problema? Desde luego que no. Joder, this is Sevilla. Hoy te mato y mañana estamos tomando cañas en la Alameda si es menester. Y quien más y quien menos entiende que al Sevilla le es menester Monchi, proclamado como la piedra filosofal que hace encajar todo en este club. Si en el pasado funcionó, por qué pensar que no vaya a suceder otra vez ahora. Mejor, de hecho, que así ocurra, no sea que a la peña le dé por pensar en aquella despedida, este retorno y las pesadumbres romanas de por en medio. Ya se conoce que la memoria del sevillano es muy antojadiza.