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Daños y perjuicios

Juan Miguel Vega
Juan Miguel Vega
06/05/2019

Les confieso mi perplejidad. No termino de entenderlo. A cuento de qué ha podido venir esta debacle final, esta traca de verbena de pueblo con la que está rematando la temporada el Sevilla. Un desastre generalizado que por tener ha tenido hasta esa lamentable bronca tabernaria protagonizada en la caseta de Monchi por un Del Nido definitivamente echado a perder como referente de algo en la entidad de Nervión. La pérdida de papeles es total y absoluta, global, no se libra nadie. ¿Qué demonios está pasando? ¿Qué ha provocado este apocalipsis? Lo de la impericia del presidente ya lo sabíamos; que se habían equivocado con la dirección deportiva y el entrenador, también; que la plantilla no es la del Barcelona, ni siquiera la del Getafe (5 a 0 en el cómputo global), está comprobado de forma empírica, pero ¿a cuento de qué le ha entrado ese absceso de poca vergüenza a los jugadores para, salvo honrosas, pundonorosas e impotentes excepciones, tirarse al palo y dar los circenses espectáculos de desgana y apatía que están dando? Hay algo que se nos escapa, eso está claro. En el club andan esgrimiendo como coartada ante este desastre la clasificación carambolesca lograda para la Europa League. Un dato objetivo, cierto. Como objetiva es también la manera en que se ha logrado, más por errores ajenos que por virtudes propias. De hecho la clasificación se obtuvo no por ganarle al Leganés sino por la derrota del Alavés, que de ambas formas se podía. Eso sí, ya veremos en qué puesto se queda al final, porque de seguir la actual dinámica lo normal sería que, de no mediar nuevas carambolas, acabe séptimo y condenado a jugar las correspondientes previas. Claro, lo suyo sería que esas carambolas siguieran y acabara cuarto, lo cual todavía es posible, aunque, si les digo la verdad, empieza a darme morbo la idea de ver al Getafe jugando contra el Manchester City, la Juve o el Bayern de Munich. Seguro que haría mejor papel que este Sevilla. Porque piensa uno que con tan lamentable tropa, qué ilusión puede hacer clasificarse para nada. ¿Para hacer otra vez el ridículo, para seguir arrastrando la camiseta que indignamente visten tantos en ese plantel? No sé. Ya digo que lo ignoro todo, que se me escapa lo que pueda estar ocurriendo en el intramundo de ese vestuario, de esos despachos. Y resulta que va el presidente y se queja de que la afición le chille a él porque los jugadores juegan mal. En fin. Poco se queja, señor Castro, una afición que se empeña para pagar unos abonos que no son precisamente baratos. Daños y perjuicios deberían pedirle por la gestión que está haciendo, que ha devaluado la entidad hasta niveles que recuerdan los años previos a 2006. Los expertos en la materia hablan de que el regresado Monchi lo va a arreglar todo. Los expertos, anda que no se llevan equivocando nada los expertos. Ojalá y lo arregle, ojalá. Pero Monchi fue también el que dejó como legado a un tal Oscar Arias. No quería acordarme, pero no he tenido más remedio. En el actual Sevilla, además de decepción y tristeza, hay demasiadas razones para el escepticismo.