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Prueba de fe

Juan Miguel Vega
Juan Miguel Vega
05/06/2019

Jesucristo no era, ni por asomo, el Mesías que los judíos esperaban. Un pueblo sojuzgado por el imperio romano, y también por las debilidades que toda alma humana experimenta, cómo iba a creer que un tipo que predicaba lo de poner la otra mejilla, amar a los enemigos, compartir lo propio con quien no tiene, rehuir las tentaciones y todo eso. Un Mesías que, para colmo, sufrió una muerte ominosa con la que se certificaba su derrota no podía ser ningún Mesías. Aún así, logró reunir a su alrededor un pequeño grupo de fieles que lo fueron hasta el final, e incluso después. El Evangelio –junto con el resto de la Biblia, el mejor libro que nadie ha escrito ni escribirá jamás- cuenta que, no contento con lo difícil que ya de por sí lo tenían sus seguidores, Jesucristo los puso a prueba más de una vez. Algo que, dadas las circunstancias, no parecía lo más razonable, pero lo hizo porque quería estar seguro de que los había elegido bien. Algo de todo eso parece latir en la decisión de Monchi de que Julen Lopetegui sea el próximo entrenador del Sevilla. 

Si había algún entrenador que no gustara a la parroquia sevillista, ese era el ex demasiadas cosas que no hace falta recordar. Si había alguien que careciera de avales para suscitar ilusión entre la infantería nervionense, ese era el que al final va a ser. Las razones que hayan llevado al todopoderoso Monchi para señalarlo con su dedo y convertirlo en el ungido seguramente no serán tan inescrutables como pueda parecer, aunque ciertamente a la mayoría se les escapan. Lo curioso ha sido la reacción de la tropa que del, ‘por favor, Monchi, no vayas a traer a Lopetegui’ ha pasado al ‘si Monchi lo ha traído por algo será y ese algo seguro que es bueno’. 

Lo único que está claro, por ahora, es que la contratación del técnico guipuzcoano ha constituido toda una prueba de fe para los fieles del león de San Fernando, que han pasado de la duda, cuando no el escepticismo, a la protestación absoluta de fe en su pastor. Monchi no tenía por qué, pero se la ha jugado y eso, a los que no somos tan crédulos nos hace confiar, incluso creer. De modo que la primera prueba ha sido superada, ya veremos qué pasa con las demás. Por cierto, Jesucristo empezó con doce seguidores, dos mil años después, va ya por dos mil quinientos millones. No iría tan descaminado. Quizá Monchi tampoco.