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Los langostinos no levantan UEFAs

Alguien tenía que decirlo

Javier Santos
Javier Santos
21/11/2019

Cuando en 2010 el que suscribe recibió uno de los reconocimientos del Sevilla en sus Premios José Antonio Blázquez, entre las palabras pronunciadas como gratitud se encontraba el verdadero gran agradecimiento que, casi una década después, cobra más fuerza que nunca: gracias eternas al Sevilla FC por reconocer la labor periodística, profesión vital tan maltratada desde dentro y desde fuera. En tiempos de periodistas o medios de comunicación al completo vetados por entidades deportivas e incluso partidos políticos, el Sevilla da las gracias al periodismo no sólo por artículos y fotografías emotivas, históricas o agradables, sino por todos aquellos reportajes e informaciones que con dureza señalaron las equivocaciones de la entidad. Un "gracias por las críticas" que contrasta con el proceder de la mayoría de actores de este circo, aspirantes a controlar los teclados y micrófonos para gozar de voceros a la carta.

Hay dos caminos para afrontar una realidad no deseada: intentar cambiarla o soportarla huyendo de ella con justificaciones estrambóticas. Para los victimistas crónicos, el Sevilla lleva años comprando a la prensa con langostinos para que hable bien del club y lo ayude (?) a tocar la gloria ocultando sus errores. Da igual que muchos de los premiados estos años hayamos tenido no pocos rifirrafes con las cúpulas sevillistas a cuenta de la posible venta del club, de la salida de Monchi o del asunto Vitolo, entre otros temas. Que la realidad no estropee ese extendido mecanismo de defensa para poder soportarla. Es precisamente ese "gracias por las críticas" del Sevilla donde se encierra buena parte del secreto del éxito en Nervión. La exigencia, la no complacencia, la ambición, la huida hacia la incomodidad, el inconformismo. Dime las cosas que hago mal y no me repitas las que hago bien. Un camino incómodo pero acertado. Todo lo contrario a un veto. Todo lo contrario a pensar que un langostino consigue levantar una o cinco UEFAs.

Me decía hace poco un compañero que ha enriquecido no pocas redacciones a lo largo y ancho del mapa nacional y que dignifica como pocos esta profesión, que el periodismo futbolístico sevillano le mete 20 a cero al del resto de ciudades. Seguramente sea una exageración. Sí es cierto que aquí en Sevilla muchos ciudadanos siguen, en pleno siglo XXI, exigiendo al periodista que defienda a su club poniendo de ejemplo precisamente lo que ocurre en otros lugares. Y encima lo exige al tiempo que presume de no pagar ni un solo euro por nuestro trabajo. En fin... El periodista no está para defender ni ayudar a nadie (si lo hacen en otras ciudades, allá ellos), está para, en este caso, informar a ese aficionado sobre lo que le sucede a su equipo, sea un título o la intrahistoria de una crisis. Si me apuran, sobre todo para esto más que para aquello.

Así pues, no hay que dar las gracias al Sevilla por un langostino (nuestros sueldos aún no han bajado lo suficiente como para recurrir a la mendicidad), sino por interrumpir momentáneamente la constante lapidación de los medios de comunicación (avivada desde arriba) para realzar su trabajo o añorar a los ya liquidados (¡ay, El Correo de Andalucía...!) con un minuto piadoso reconocimiento público. Gracias por las críticas, dijeron. Gracias por lo de ayer, les digo. Pero ya es hoy, así que procedamos a escribir algo sobre los pocos goles que meten los delanteros del cuarto clasificado de la Liga.