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La (doble) reconciliación

Javier Santos
Javier Santos
23/02/2020

El fútbol es tan puñetero que... Stop. No, no nos equivoquemos. Somos los aficionados los puñeteros, y no el fútbol. Tanto que no nos enteramos por muchos años que acumulemos y tropezamos habitualmente en las mismas piedras. Dos planes casi calcados y diferenciados por una eficacia muy diferente, uno en Rumanía y otro en Getafe, reconciliarán a gran parte del sevillismo con su equipo, que no con el escudo, como se comprobó en las gradas de Getafe. Y un solo error defensivo en Rumanía y cero en el Coliseum reconciliarán a los jugadores con su propio destino, con la fórmula del éxito fuera de casa de este Sevilla de Lopetegui. Muchos equivocaron el titular antes del encuentro de este domingo. No era una prueba de fuego para el entrenador, no. Lo era para los futbolistas, quienes la superaron con nota altísima.

Porque el plan de Lopetegui no fue muy diferente al de Cluj, ni al de Valladolid, ni al de Mallorca, ni al del Villamarín, ni al del RCDE Stadium, ni al de Vitoria, ni al de Los Cármenes, etc. Al entrenador del Sevilla habrá que examinarlo sobre todo en los dos próximos partidos en casa ante rivales de nivel inferior al suyo. Cluj y Osasuna. Es en estos escenarios cuando se ha atascado de verdad Lopetegui en la pizarra, por un temor inexplicable a destaparse, repercutiendo en un ataque estéril de su equipo. Lo que no había que tocar demasiado era el traje de visitante, pues fue y sigue siendo habitualmente fructífero. Y no lo ha tocado, pese al populismo tribunero. Ese que ahora dirá que el técnico es un crack por cómo superó a un Bordalás colocado en el altar más elevado pero que calificó el partido del jueves como espantoso porque había que haberle metido 7 al Cluj. Así está montado esto y no cambiará. Y lo dice uno que insiste en que ante rivales de menos enjundia, sea fuera o en casa, este Sevilla debe arriesgar para atacar mejor. Es compatible con congratularse con el tan deseado poderío defensivo.

El triunfazo en Getafe, además de ser el más contundente de la temporada, es un golpe en la mesa de la confianza, aumentando esta en el vestuario y espantando los fantasmas, al menos durante un buen rato. El Sevilla estaba tocado, lógico. Y necesitaba reordenar sus ideas. Por eso fue infravalorado el buen partido defensivo en Rumanía, por muy 'malo' que sea calificado el Cluj. Así construyó la necesaria base mental para poder salir de Getafe con dos pares de guantes impolutos, los de Vaclik y los de Bono. Ahí queda eso. Pero también supo resetear Lopetegui en varios aspectos. ¿Qué hacía Koundé tantos minutos en el banquillo, por Dios? Se dice ahora y tras una mano voladora inoportuna en Cluj, que conste. Siempre en el campo. No miren más su DNI. Siempre en el campo. Y otra buena rectificación del entrenador: Gudelj y Fernando juntos, aunque aquel se incruste mucho tiempo entre los centrales, no es una opción prohibitiva.

Es un día para destacar al bloque, porque en cuanto el Sevilla está bien organizado, Jordán vuelve a ser el de principios de la temporada (y encima hasta ejecuta jugadas a balón parado) y Fernando, Ocampos, Diego Carlos y compañía recuperan sus mejores sensaciones. No era un partido para el toque de Banega o el alicaído Franco Vázquez. Era un día para el Sevilla que ilusionó antes de la Navidad, el de la inteligencia táctica, el las faltas oportunas y el de esa pizca de suerte que siempre hay que tener y que también se había esfumado, sea un resbalón de Etebo o un doble toque oportunísimo en la asistencia de De Jong a Fernando. Es el momento para espantar definitivamente la crisis en esta próxima semana.