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Coronaburbuja del fútbol

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
10/04/2020

Medio mundo anda haciendo cábalas sobre cómo será el mundo después del coronavirus. Hacen mal los impacientes. Primero, porque aún hemos de llegar vivos a ese otro país extrañísimo y supuestamente llano al que llaman ‘normalidad’. Segundo, porque a falta de pasos el único santo al que sacamos en procesión en casa en su tarima ambulante es la talla de un señor llamado Arthur Schopenhauer, filósofo y santo padre del pesimismo. Prueben hoy a recuperar el Oficio de Tinieblas del Viernes Santo y háganlo bajo el amparo de don Arturo. La oscuridad se disipa en la oscuridad. No falla.

¿Que el mundo cambiará? Para nada. Los pobres serán más pobres y los ricos más ricos. A corto plazo cambiará la estética, el maquillaje de los usos sociales con guantes y mascarillas escrupulosas. Dicen que ahora la gente, atribulada, se ha vuelto más religiosa ante la certidumbre de que la vida tal vez solo sea eso, un gol fantasma. Recuerden el glorioso sobrecito de azúcar del Bar Goma, frente al cementerio de San Fernando. “Aquí se está mejor que Allí”, se lee en el papelito blanco con ribete negro. La gente se está viendo ahora más Allí que Aquí y apela a la trascendencia. Pero Dios volverá a los cajones, no lo duden, aunque todo esto haya dejado su cosecha de nuevos místicos 4.0 y alguna que otra semilla verdadera para lo por venir.

Pero el sucio légamo volverá al fondo del río. ¿Y el fútbol? Oímos el cacareo de sus dirigentes. Dice Karl Heinz Rummenigge, hoy CEO del Bayern de Múnich, que el fútbol tras el coronavirus será más racional. O sea, que la coronaburbuja del fútbol habrá pinchado. El negocio del esférico ya no moverá las colosales cifras de ahora. Se habla de mercadeo de jugadores en préstamo, de una vuelta antañona al espíritu de cantera. El CEO bávaro nos recuerda al chiste de ZP en la crisis de 2008. Dijo el ínclito que España iba a cambiar de modelo productivo… Veamos el solar patrio hoy: monocultivo de turismo y ladrillo.

Puede que el fútbol vuelva y que estemos vivos para verlo. De momento sólo sabemos que no sabemos nada (no nos referimos al griego de la cicuta, sino al 8 de aquel Brasil de los 80). Si vuelve, la Liga volverá con los estadios vacíos y un desconcierto algo más que lisérgico. Pero el negocio, mientras se le pone fecha a la salvífica vacuna, dejará atrás la coronaburbuja. Porque siempre hubo hinchazón y dinero a espuertas según fueron los años.

Hemos visto esta semana a Scotta por las redes sociales del SFC. La memoria nos ha crujido igual a como el gran Héctor Horacio Leonel Scotta hacía crujir aquel balón Tango en el Sánchez-Pizjuán de nuestra infancia. Por aquella época –y años después– fue el Calcio en Italia el que reflejó el dispendio en el fútbol. Odiamos al compañero de clase al que le trajeron una camiseta violeta de la Fiorentina con una banda blanca y el escudo rojo de la Opel en el pecho, que parecía el símbolo de un cruzado en Tierra Santa. ¡Qué maravilla! Se equivoca el CEO germano. CEO patatero. El fútbol volverá a ser irracional. Siempre fue así. Y así nos gusta que sea.