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La magia social del SFC

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
14/08/2020

Como aquí estamos para ser sinceros, la eliminación del Atlético de Madrid nos ha puesto media sonrisa bajo la mascarilla de rigor. Decía su presidente en la previa, el avispado Enrique Cerezo, que "la Champions les debía una". ¿Deberles qué? El fútbol es pura enseñanza de Barrio Sésamo. O se gana o no se gana, que es lo mismo que acudir a la lógica científica e incontestable del "fútbol es fútbol" del gran Vujadin Boskov. Sólo dudaríamos de la máxima del fútbol si recordáramos a Einstein y su "dos más dos son cuatro (hasta nueva orden)". Cierto es que hay derrotas cruentas que no cauterizan la herida en el tiempo. Pero, en cualquier caso, al alcabalero Cerezo le diremos que siga apuntando deudas supuestamente pendientes en su Excel particular. Otros, en cambio, seguimos compitiendo en Europa por la elemental razón de que vamos pasando eliminatorias en este extrañísimo mes de agosto. Se gana en octavos, y se pasa. Se gana en cuartos, y se pasa a semifinales. Si Champions o si Liga Europa, si por Portugal o por Alemania, ¿qué más da? Si se gana, se sigue. Si no se gana, pues lo mandan a uno a la celebérrima Venta de los huéspedes escocidos.

Decíamos entre amigos, acudiendo a la dulce malicia, que de qué iban a hablar ahora en los telediarios sin el Real de Madrid y sin el Atlético llorón. Queda el FC Barcelona y queda nuestro SFC. Pero mucho nos tememos que ahora, entre otras vainas, volvamos a oír cantinelas de posibles fichajes capitalinos, del peñazo del caso Bale, de la posible amortización de Simeone, etcétera. No vamos a caer nunca en el rencor del aldeano. Recordemos a Josep Pla: "El nacionalismo es como un pedo: sólo le gusta a quien se lo tira". No somos nacionalistas futboleros. Pero cada vez se soporta menos el tinglado mediático que produce la Villa y la Corte los 365 días del año. De ahí la comprensible sonrisilla que ahora nos invade.

De entre brotes y rebrotes de Covid-19, el SFC es el único brote de alegría que se esparce como esperanza y consuelo entre tanta incerteza. La labor social de nuestro equipo es digna de un estudio sociológico. Con el fútbol no se come, pero se olvida la penuria por unos momentos. De ahí la grandeza social del SFC hacia los suyos, seamos pudientes, simples resistentes o perdedores ante tanta adversidad. Lo recordaba el compañero Rafael Pineda aquí mismo. Brotes de alegría que surgen en medio del pandémico carrusel de brotes que escuchamos a diario.

Nos aguarda el Manchester United. Dicen que tiene ansiedad de títulos, como dice su robótico entrenador Solskjaer, a quien vimos jugar hasta ayer mismo en Old Trafford. Veremos qué ocurre. Pero llegar ya a semifinales es un signo de que existe la magia social del SFC, sin olvido de la otra magia competitiva. Que sea lo que tenga que ser en la noche extraña y agosteña del domingo. Pero, de momento, que sigan los brotes de alegría que nos da este equipo, este gran equipo de veras admirable.