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Por qué Del Nido Benavente y los "americanos" no quieren echar a Castro

Lucas Haurie
Lucas Haurie
07/10/2020

Este miércoles se celebra la vista tras la que la Justicia deberá dilucidar si la convocatoria de una Junta General Extraordinaria del Sevilla realizada (valdría decir perpetrada) por José María del Nido Benavente se ajusta a derecho o contraviene, como sostienen los actuales mandatarios del club, el pacto firmado por las principales familias de accionistas. Lo que entra en un juzgado jamás se sabe cómo saldrá (ni en España, ay, cuándo), aunque en esta ocasión no es tan relevante la decisión del magistrado como pudiera parecer. Porque resulta que los convocantes, el expresidente y sobre todo esos “americanos” que lo azuzan, no tienen la intención de tomar el poder.

La naturaleza (cutre) de Sevillistas Unidos 2020, la compañía titular del 6% de las acciones del Sevilla, se percibe en el perfil su plenipotenciario al sur de Despeñaperros y consejero paracaidista de la entidad, Andrés Blázquez: un empleado del bufetucho de la Tercera Regional madrileña al que se encomiendan los financistas de 777 Partners LLC, registrada en Delawere y con sede en Miami (Florida), para rentabilizar su inversión en España sin necesidad de estrenarse en la actividad como gestores deportivos que desconocen con la misma profundidad que este firmante ignora el mecanismo de danza gravitacional de los exoplanetas. A estos señores los llamó Castro –y sus asesores en materia jurídica, sobre todo, que estuvieron asaz desafortunados al darle ese consejo– para que pusieron diez millones y los quieren recuperar con su plusvalía correspondiente. No hay más.

Para llevarse la pasta, se valen de la amenaza que los mandarines del Sevilla perciben en José María del Nido Benavente, a quien creen lo suficientemente fuera de sus casillas como para lanzar este órdago revolucionario. La táctica, sin embargo, es una pura laguna y por eso no es concebible que, ¡ni siquiera en la estrafalaria conjunción de los magines de Blázquez y el pobre expresidente!, esté realmente encaminada a relevar al consejo de administración mediante un golpe de mano. Para eso, habría resultado más sencillo no pregonar la jugada, esperar pacientemente a la junta ordinaria y proponer sobre la marcha la remoción de los cargos, algo que permiten los estatutos. Un putsch fulgurante y sencillísimo si en verdad contasen con la mayoría accionarial.

Al contrario, su solicitud en septiembre le ha regalado a Castro y a sus aliados dos meses para prepararla y será, además, apenas tres o cuatro semanas antes de la cita anual, eso en caso de celebrarse, porque no es descartable que el juez atienda la petición de nulidad de la convocatoria o, todavía peor, que un auto a posteriori deje sin efecto legal las decisiones que en ella se tomen. No mandarán por tanto Blázquez y Del Nido Benavente en el Sevilla, desde luego, pero sí han obtenido un otoño de visibilidad mediática que ni en sus mejores sueños se habrían atrevido a imaginar. Le vale al primero para que los dueños del club tomen conciencia del dolor de muelas permanente que los amenaza como no se quiten de encima a estos americanos (con el dinero por delante); y le sirve al segundo para reverdecer los días de focos que ya no volverán.

“Ahora dicen: ‘ahí viene Gigi’, como quien goza viendo caer a un gigante entre las zarzas. Maldita sea la Humanidad”.