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Vicente Cantatore

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
16/01/2021

Continúan los crespones negros sobre la blanca nieve. Nos hemos enterado del fallecimiento de Vicente Cantatore. Hace nada evocábamos el paso agridulce de Diego Armando Maradona por el SFC a raíz de su muerte. Ahora otro inquilino de nuestra memoria futbolera ha recibido la visita del terrible Señor Alzheimer. Somos en buena parte los nombres de los otros. Recordar al chileno Vicente Cantatore es recordarnos a nosotros mismos. Entrenó al SFC a finales de los 80 y los primeros 90. El equipo gastaba una estética briosa y alegre por aquellos años. La medianía del SFC se aliviaba de cuando en cuando con alguna que otra clasificación para la antigua UEFA de antaño. El “rudo Prieto”, como lo llamaba Cantatore en los entrenamientos, no oscurecía el juego fluido de Francisco, Nacho Conte, Bengoechea y Carvajal, entre otros, mientras arriba el dinamitero Toni Polster, sin olvido de Ramón, le ponía la pólvora necesaria a la estética. Dassaev se había caído ya con el coche al foso de la Universidad por dos veces, un hecho inaudito que forma parte de las leyendas y tradiciones de la ciudad. La saga futbolera de los Choya continuaba en aquel equipo con nuestro querido Jesús Choya, que era nuestro favorito entre los amigos, sobre todo cuando las cervezas en los bares surtían su efecto y empezábamos a reírnos de nuestras cosas en una especie de coda tardía de la edad del pavo.

Que haya muerto Cantatore es prueba de que el fútbol en el que nos educamos se nos está muriendo también. Nos avisan, además, de que el gran Bilardo anda negociando con la parca su salida de este mundo. Y todo apunta a que no están siendo del todo dignos los preparativos para el último viaje. De hecho, le desenchufaron la televisión y la radio para que no supiera nada de la muerte de Maradona. No somos unas castañuelas, como quien dice. Pero es verdad que por edad nos toca ir haciendo el obituario de la educación sentimental del fútbol en la que crecimos en aquellos años decisivos de los 80 y 90.

El nombre de Vicente Cantatore está muy vinculado también al Real Valladolid, equipo entre modesto y medio al que hizo igualmente vistoso cuando lo entrenó y lo hizo jugar en el memorable campo de la pulmonía de Pucela. No recordábamos apenas que Cantatore, ya epilogal y decadente, había entrenado sólo unos meses al equipo vecino. En esta ciudad, las gafas de grandes lentes de Cantatore siempre estarán asociadas al bando de Nervión. Como decimos, aún lo escuchamos en los entrenamientos, llamando “rudo” a Prieto, aunque lo necesitaba, igual que a Juan Martagón, para repartir estopa en mitad de la bonita sinfonía de equipo que había logrado crear. Otra vez ha muerto una forma del recuerdo. Descanse en paz uno de los inquilinos de nuestro pasado.