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Dream Team

Antonio Félix
Antonio Félix
15/09/2021

A aquel primer Dream Team del Sevilla, poco antes de que Juande Ramos pegara la espantada, le empezó a ocurrir algo peculiar. Era tal su superioridad, el aplastamiento con el que sometía a sus rivales, que si a la media hora del partido no iba ganando comenzaba a intoxicarle la ansiedad. El equipo se aceleraba, se descuidaba y no pocas veces caía en la trampa de pequeños pero bravos adversarios que flipaban al abatir a tal monstruo con apenas un par de balas en su cargador.

Algo de aquel Sevilla, que andaba en esa tercera temporada que tanto teme Julen Lopetegui, contrastamos en éste durante el estreno de la Champions, titilante y chirigotero, que encendió las primeras alarmas en los siempre exigentes, y en ocasiones enfermizos, críticos de Nervión. El mismo día en que el Manchester United de Cristiano, Sancho, Pogba y Bruno Fernandes cedía al quedarse con 10 frente al Young Boys, el Sevilla salió vivo, también con 10 y después de regalar tres penaltis en media hora, ante los diablillos del Salzburgo. Un ejercicio de funambulismo con el que, al cabo, el equipo sigue imbatido en este arranque de temporada que, sin embargo, tiene frío al personal.

 

Son tantas las expectativas que ha levantado el Sevilla, que se hace difícil buscarle excusas. Es cierto que la plantilla se completó mucho al final del mercado, que hubo jugadores que apenas hicieron pretemporada por estar con sus selecciones (Diego Carlos), que algunos llegan de lesiones largas (Ocampos) y otros andan en depresión por no haberse podido ir (Koundé). Es cierto que al equipo le puede faltar rodaje y que esto es muy, pero que muy largo. Pero también lo es que, probablemente, estemos ante la mejor plantilla de la historia del club. No el mejor equipo: Luis Fabiano valía lo que En-Nesyri y Mir juntos, jamás volverá a vibrar una banda derecha como con Alves y Navas, Rakitic ni se acerca a la ascendencia de Kanouté… Pero nunca en su vida tuvo el Sevilla una plantilla con la excelencia y la profundidad como la que ha adquirido este año, con la que, a decir de la mayoría de analistas, debería sentarse en la mesa de los grandes para discutir la Liga.

Bien sabemos que no hay entrenador que no pueda cargarse un buen equipo. En el pasado lo vimos aquí con el entonces novel Manolo Jiménez y hoy lo podemos comprobar por allá con gente como Rober Moreno o Míchel. Pero no parece éste el caso del Sevilla. Al contrario, y salvo muy sonadas y todavía dolorosas excepciones, Lopetegui ha estado al nivel del estupendo plantel que siempre le han dado. Es un tipo inteligente que conoce la principal función de un entrenador: no molestar. El resto corre de cuenta de los jugadores, y el Sevilla tiene ahí un arsenal (para su dimensión) difícil de superar. Sin el relumbre del primero pero con el inmenso fondo que tanto se echó de menos en Tarragona y Mallorca, estamos sin duda alguna ante un nuevo Dream Team. Ya sólo falta que lo demuestren.