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Sea usted un 'box to box'

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
03/02/2023

En el fútbol de ahora impera de un tiempo a esta parte un detallismo minucioso –y particularmente coñazo– sobre esquemas tácticos. Creo que la pesadilla comenzó con los comentarios televisivos de Juanma Lillo en algún Mundial o Eurocopa. Las posiciones de los jugadores se analizan hoy con gran alarde terminológico. No sé si al improbable lector le ocurre lo mismo. Pero tanta facundia técnica me ocasiona idéntico malestar que el que me produce configurar tal o cual chirimbolo tecnológico o tener que descargarme tal o cual ‘app’ para poder sentirme un sujeto válido y no ninguneado socialmente por la llamada brecha digital.

En las retransmisiones de los partidos no falta el comentarista adjunto que, junto al narrador principal, analiza con todo pormenor el despliegue técnico de los equipos. A veces se agradece un poco de lección a los más retrasados (sobre todo por vagancia). Pero otras veces, las más, tanto melindre sobre posiciones, movimientos de péndulo y estrategias se me antoja algo tan indigesto como leer el ‘Ulises’ de Joyce al filo de la medianoche. Tanto rigorismo convierte el fútbol en un juego de sobremesa, a medias entre el Risk y el Subbuteo (se ataca Kamchatka igual que el dedo más diestro permite una incursión con la pelotita sobre los engorrosos pliegues del verde tapiz).

El bazar de fichajes del invierno acaba de cerrarse. Los directores deportivos, con ceño grave y profesoral, han soltado sus ‘master-class’ respecto a las prestaciones de los jugadores recién llegados. Y es aquí donde aflora cada vez más la terminología de marras. Si antes se hablaba de las cualidades de un mediocentro tipo ‘stopper’, virtuoso en lo defensivo, ahora se aplica el otro anglicismo ‘box to box’ para designar a ese mismo mediocentro poderoso, pero que se implica con gran prestancia en la porfía de las dos áreas. El ‘box to box’ defiende su portería como un jenízaro y, a la vez, sabe aparecer en el área rival para amedrentar al enemigo con peligro cierto de gol. Una maravilla, extrapolable incluso a la vida. Suena a anuncio y a superación: “Usted también puede ser un ‘box to box’”.

Yo me crie con la palabra centrocampista y no mediocentro. Pero he aceptado el cambio de terminología, igual que he tenido que aceptar, entre otras cosas, que a la gente le guste José Manuel Soto o los pantalones tobilleros. La vida, en fin, no es otra cosa que una colección de extinciones y pérdidas más o menos añoradas. Ya no existe el concepto universal de “líbero”. No se habla apenas ya del “delantero tanque” (siempre pienso en aquel alemán de inicios de los 80, Horst Hrubesch, apodado ‘El Tanque’). Aunque no se ha extinguido del todo, el término “9 puro” se halla en desuso. Se habla más –pero cada vez menos– del ‘killer’, del “asesino” o del “matador del área” (al cual aún le ponemos cara hoy por hoy: la de Cavani, más que la de un Lewandowski). Sin embargo, ¿qué fue del célebre "ratón del área"? Con Del Bosque, cuando España hizo del fútbol una suerte de pasamanería, escuchamos por primera vez aquella fantasmagoría conocida como el “falso delantero”: no existía, pero existía y hasta marcaba goles.

Aún tiene algo de predicamento entre los llamados hombre de fútbol el término “punta” o “medio punta”. Pero casi ha desaparecido la cualidad del “volante” o “medio volante”. La figura antañona del “carrilero” resiste a duras penas frente al lateral sin más. Existe aún hoy el icono y el número del dios menor asociado al jugador número 10 (normalmente, salvo el 5 de Fernando Redondo y pocos más, se reservaba al más creativo y talentoso). Pero ya casi nadie se preocupa por saber quién es el “cerebro” de tal o cual equipo, que solía llevar el 10 también a la espalda.

Hay muchísima terminología agónica y otra de nuevo cuño, que es la que está reemplazando a nuestro diccionario básico con la citada querencia por el anglicismo. O sea, lo que va últimamente del ‘stopper’ al ubicuo ‘box to box’. El perfil ‘box to box’ suele coincidir además con la estampa briosa y musculada de un jugador de ébano, de orígenes subsaharianos, pero de pasaporte europeo y hasta de apátrida del mundo si hace falta. Pienso en un Paul Pogba, aunque también se nos cuela por aquí un Arturo Vidal de la vida.

De hecho, el propio ‘box to box’ no es un término nuevo en estricto sentido, aunque es ahora cuando ha recobrado nuevo auge, sea por lo pegadizo, sea porque suena cuqui y permite fardar de sapiencia balompédica. Esta posición ha sobrevivido incluso a la geometría de las pizarras y a sus variables más liosas según qué entrenadores. El uso moderno del 4-2-3-1 parecía que iba a deglutirlo con la extinción paulatina del clásico 4-4-2, que es la sinfonía táctica que siempre hemos entonado quienes nos preocupábamos poco de la teoría y del rigorismo en torno al juego. Por sus virtudes de poder ir físicamente de un área a otra, habrá que asociar la prestación de un ‘box to box’ a los partidos que se disputen de “poder a poder”, otra expresión agónica, pero a la que aquí, por acabar ya, queremos rendir homenaje. La melancolía es otra forma de agonía.