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Adiós, Mesut Özil

Javier González-Cotta
Javier González-Cotta
01/04/2023

Lo siento si cruzo por encima de los temas más bullentes. Podría opinar con pereza sobre los castigos tardíos impuestos a Canales y al Sevilla FC. Quizá podría hablar de cómo lleva uno esto de combinar la tensión por la Liga con el sahumerio de las cofradías. O si me parece acertada o no la última e interesantísima convocatoria del entrenador Jorge Vilda para la selección femenina de fútbol (disculpen, es broma).

Pues no, yo vengo aquí a hablar de lo mío, de mi libro. Y lo mío y mi libro se llaman Mesut Özil. El excelso mediapunta alemán de Genselkirchen, pero de orígenes turcos (de Zondulgak, en el Mar Negro), ha dejado el fútbol con 35 años. La esquela apareció hace unos días, a finales de marzo. Tristeza y desazón. Me pregunto si alguien más que yo comparte igual abatimiento. Yo contaba con la astenia primaveral, la crisis existencial post pregón de Semana Santa y estas cosas… Pero la noticia me ha vuelto mohíno de un modo inesperado.

Se ha ido uno de mis imprescindibles. Ha dicho adiós un busto del fútbol de los que ya no se tallan: mediapunta fino, veloz, de cintura y quiebro elegantes, magnífico pasador cara al gol del prójimo. Un amigo y servidor estuvimos largo tiempo dándole vueltas a los abultados ojos de Mesut Özil. Sus grandes globos oculares, como de pez globo, nos recordaban a ese alguien que se nos escapaba siempre en el último momento. Hasta que lo conseguimos. "¡Paul Auster!" "¡Tiene los ojos de Paul Auster!" Y era verdad. Por fin hallamos el eslabón ocular entre uno de nuestros jugadores favoritos y uno de nuestros escritores favoritos.

El obituario de Özil obliga a hablar de sus primeros equipos (Shalke 04 y Werder Bremen). Pero decir Özil (pronúnciese "Ousil") es decir sobre todo Real de Madrid y Arsenal. El hijo pródigo regresó en sus postrimerías a la patria pródiga: Turquía. En enero de 2021, aun en pleno covid, recuerdo que leí que Özil había dejado el Arsenal para fichar por el Fenerbahçe. Fue una lástima que aquel acontecimiento se viera lastrado ceremonialmente por la pandemia. No pudo producirse la madre de todas las bienvenidas al jugador en Estambul. Es otra forma no dramática ni lúgubre en la que se producen los terremotos en Turquía: los recibimientos a las estrellas decadentes del fútbol (Roberto Carlos, Robinho, Drogba, Van Persie, Falcao, etcétera).

Es célebre la frase que acuñó el turcoalemán Özil. "He tomado lo mejor de los dos pueblos: la disciplina de los alemanes y la imaginación de los turcos". Desde ‘El vizconde demediado’ de Italo Calvino no había leído nada tan sutil. Özil jugó en la selección alemana. Pero me acuerdo de su amargo fin de ciclo con Alemania (Eurocopa 2016 y Mundial 2018). Aficionados y periodistas le reprocharon su bajo rendimiento. El partido de ultraderecha Alternativa por Alemania le reprochó en su día que no cantara el himno con la selección y que, encima y para provocar, se fuera a La Meca a cumplir con el obligado rito mahometano (Mesut, musulmán suní, colgó una foto en Instagram ataviado con túnica blanca). El jugador abandonó la selección diciendo que los dirigentes del fútbol alemán eran racistas y le habían faltado el respeto.

Las turquerías del último Özil dieron su juego, al menos para quienes seguimos los enloquecidos intríngulis del fútbol en aquel país. El presidente turco Erdogan, futbolista en tiempos, fue el padrino de su boda. Mesut se casó con una de esas beldades bendecidas por el cruce de la sangre entre pueblos: la turco-sueca Amine Gülse, a la sazón Miss Turquía y actriz de telenovela turca (error: los turcos detestan la palabra telenovela y prefieren decir que son 'dizis').

Uno de los aspectos biográficos de Mesut resalta un dato crucial: sus cualidades amatorias. No se sabía a qué era debido el 'sex appeal' –dinero aparte– que generaba el chico de los ojos abultados. Pero más de una vez la prensa especializada en las vísceras del amor se preguntó: "¿Qué les das, Mesut?"

También hizo fama una fotografía en la que Mesut aparecía mostrando con el propio Erdogan su camiseta del Arsenal con el número 11 a la espalda. Curiosamente, al enlace nupcial con la bella Gülse, celebrado junto al Bósforo, faltó Mustafa Özil, padre y durante años represente de Özil hijo. Sí, otro caso de pederastia blanqueada o como se le quiera llamar. Su padre fue su avariento agente y, a la sazón, el culpable de que Özil se marchara por la puerta de atrás del Real de Madrid y del Arsenal. Mesut rompió con su progenitor, pero el daño ya se había producido (aparte de otras turbiedades relacionadas con negocios familiares).

La ruptura ocurrió mucho antes de que Özil dijera que cumplía un sueño: fichar por el Fenerbahçe. Era el equipo al que desde siempre le había declarado su amor en la intimidad. Se ha ido, en fin, el gran Mesut Özil, mediapunta de la bella y extinta extirpe. Adiós, Mesut. Hosçakal, Mesut.