En el instante mismo en el que Lucas Ocampos batió a Unai Simón, penalti casi en la madrugada del Viernes de Feria, toda la Hispalis futbolera se puso a cavilar acerca del asunto. Que apenas se mencionaba porque los verdes no querían ni pensarlo y los rojos no se atrevían ni a soñarlo, pero que ahí estaba: a tiro de cuatro resultados posibles tomados de uno en uno, incluso probables, pero complicados de concatenar porque la dinámica, esa cosa, es algo muy delicado que con un soplido se quiebra. La victoria del Sevilla sobre el Girona –modestísimo recién ascendido que no ha completado aún tres ligas en Primera–, era un resultado casi descontado como una formalidad en las cuentas de pretemporada. Pero, ¡qué fundadas eran las sospechas de los recelosos! El equipo catalán le infligió a José Luis Mendilibar su primera derrota como sevillista. Duró el ensalmo mientras duró abril y la Conference será, por lo visto, para otro año.
Esto del fútbol acorazado –mantengamos la puerta a cero que ya tendremos alguna– está muy bien, excepto que el plan puede salir mal. Era la defensa la piedra sobre la que Mendilibar quería construir su iglesia y fue su monaguillo preferido, Marko Dmitrovic, quien complicó la noche cuando los púgiles aún se andaban tanteando. Mediaba el primer tiempo cuando llovió un córner al segundo poste, cometió el portero serbio el pecado capital de la mala salida y apareció Juanpe para rematar el 0-1. Ni lo merecía ni lo dejaba de merecer el Girona pero ahí estaba su golito para complicarle la vida a este Sevilla tan poco ducho en atacar a rivales cerrados.
No se precipitaron los locales porque tampoco había motivo para ello. Quedaba un verano y el cálculo había variado poco, pues es imposible no gozar de un par de ocasiones en tanto tiempo. Se le aparecieron a Bryan Gil, a centro de Montiel y tras pared con Fernando, pero los dos remates del canterano fueron deficientes, uno al muñeco y otro lateral de la red. También rondó el peligro a Gazzaniga en media docena de centros defendidos por sus centrales o cabeceados dificultosamente por los sevillistas y si los gerundenses ganaban al descanso, los optimistas lo veían más como una de esas circunstancias malajes del fútbol que por estarse padeciendo uno de esos días en Nervión. La cofradía de los resignados creció al poco de comenzar la segunda parte.
Rodrigo Riquelme es una de las revelaciones de la temporada. Se estaba encargando de demostrar los motivos de tanto elogio como acapara con algunas conducciones vertiginosas y refrendó las buenas impresiones al regreso del vestuario: quiebro y zurriagazo al larguero, los atacantes están más vivos que los defensores en la pugna por el rebote, como en una zona de baloncesto, y el balón acaba en el techo de la red impulsado por Tati Castellanos, otro de los hombres del momento. ¿Tenía ganas el Sevilla de lanzarse a por la remontada? Sin duda. ¿Tenía fuerza y/o capacidad? Quizás Ocampos sí o Suso, que nada más salir pudo acortar distancias con un tiro desde fuera del área, pero la verdad es que era los cuatribarrados quienes con más colmillo se acercaban al gol; a la goleada, más bien. El zurdito cedido por el Atlético martirizaba a Badé a campo abierto.
Con los cambios, cundió la sensación de asedio del Sevilla y se acumularon las llegadas potencialmente peligrosas, pero también con una ligera impresión de que al Girona no le inquietaba demasiado esa configuración de partido. Es imposible remontar dos goles sin marcar el primero, al fin y al cabo, así que no se iban a agobiar los chicos de Míchel mientras su portería se mantuviese incólume, que así se mantuvo hasta el pitido final a pesar de algunos barullos en su área en los que se salvó de milagro (magnífico el tiro de Suso al travesaño en la prolongación). La noticia mala es que este tropiezo interrumpe, puede que para siempre, la loca remontada de los chicos de Mendilibar. La buena, que este equipo tiene ganas, fuerza y fútbol para competirle a la Juventus y a quien se le ponga por delante.
Sevilla FC (0): Dmitrovic, Montiel, Badé, Gudelj, Acuña, Fernando (Suso, minuto 60), Gueye (Rafa Mir, minuto 75), Papu Gómez (Rakitic, minuto 60), Ocampos, Bryan Gil (Lamela, minuto 81) y En-Nesyri.
Girona CF (2): Gazzaniga, Javi Hernández (Callens, minuto 62), Santi Bueno, Juanpe, Miguel Gutiérrez (Reinier, minuto 73), Yan Couto, Oriol Romeu, Iván Martín, Riquelme (Bernardo, minuto 89), Tsyhankov (Artero, minuto 89)y Taty Castellanos (Valery, minuto 73).
Goles: 0-1, minuto 22: Juanpe. 0-2, minuto 54: Taty Castellanos.
Árbitro: Muñiz Ruiz, gallego. Amarillas para Gudelj y Callens.
Si Mendilibar quiere más fútbol de centro del campo para arriba, Suso tiene que jugar el máximo de tiempo posible
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