Por fas o por nefas, por falta de puntería o por desatenciones defensivas, el Sevilla se ha abonado a la agonía. Sumó su tercera victoria consecutiva en Nervión, dos en Liga y una Champions, frente a un Celta que juega pero que es una bicoca para los atacantes rivales en un partido que sólo se decantó en los últimos minutos merced a dos rebotes, dos piernas salvadoras de Tapia y Murillo que despistaron a Rubén Blanco en los disparos de Escudero y Munir que pusieron el 4-2 final. Tiene muchas cosas que mejorar Lopetegui, desde luego, pero es ésta tarea siempre más grata cuando sonríen los resultados.
Transcurre lenta la vida entre pandemias y parones, de modo que parece que fue un siglo cuando el Sevilla le arrancó a Osasuna la victoria con fórceps que comenzó a enderezar su andadura liguera. Entonces, se auguraban largos periodos de baja para Jesús Navas y Acuña, a los que curó su defección de esos compromisos internacionales de los que volvió contagiado de covid-19 Bono, aunque el caso de Carlos Fernández demostró que el virus también atrapa dentro de la burbuja de los clubes. Con sus laterales titulares y con Vaclik, por tanto, esperó Julen Lopetegui a este Celta de tanto ataque que pregonaba el debutante Coudet.
La alineación gallega, con cinco futbolistas de neta vocación ofensiva, era una invitación a lanzarse a su yugular que comprendió a la perfección Lopetegui, quien ordenó una ofensiva desaforada que en cinco minutos habían generado cuatro situaciones ventajosas ante Rubén Blanco y un gol, de Koundé, que remachó tras pararle el portero un cabezazo a Diego Carlos. Se anunciaba paseo militar sevillista porque Ocampos rozaba el 2-0 nada más sacarse de centro, pero las apariencias engañan y la alta competición es un ámbito en el que no conviene no regalar, pues el rival aprovecha los obsequios.
En el primer desperezo de un Celta realmente agobiado, Hugo Mallo tiró un centro soso ante el que Vaclik perpetró un numerito de los Hermanos Tonetti. Escorzo innecesario para agarrar una pelota que venía blanda, manos blandas, larguero y remate a placer de Iago Aspas, que pasaba por allí. Habían ocurrido muchísimas cosas en sólo diez minutos, en los que la tarde había transitado de la promesa de placidez al anuncio de inquietud, confirmado por un tramo en el que los centrocampistas visitantes se hicieron con el mando. Para terminar de afear el panorama, Acuña se iba lesionado y el Celta se adelantaba con una jugada a la espalda de Escudero, que acababa de entrar.
Los tres exsevillistas a las órdenes de Coudet intervinieron en la acción del 1-2, gestada por un gran pase en profundidad de Denis Suárez, provocada por una carrera ganada de Iago Aspas a Fernando y rematada por Nolito, oportuno para cazar el despeje de Vaclik al remate del pontevedrés. Poco después, el sanluqueño ensayaba su especial de la casa, un tirito raso al palo largo, pero el guardameta local intervenía con mérito para mantener con vida a su equipo, que arañó el empate por los pelos en la última jugada de la primera mitad tras cabecear En-Nesyri, pleno de poderío, un centro llovido de Navas. Discutido o no, el delantero tetuaní está en vena.
Los guardametas, más bien transparentes hasta el descanso, protagonizaron para bien la segunda mitad, en la que se produjo la redención de Vaclik. Dominaba el Sevilla sin generar peligro y se dejaba hacer el Celta, consciente de que su oportunidad llegaría con dos venenos como Mina y Aspas, la explosión del primero o el tajo del segundo, pero ahí apareció el arquero sevillista para detener dos remates insidiosos de unos delanteros gallegos que le ganaban la partida a la prestigiosa pareja de centrales locales. También Rubén Blanco se ganó la soldada al desviar una falta muy bien tirada por Joan Jordán cuando el Sevilla comenzaba a desesperarse.
Las últimas balas de Lopetegui, Munir e Idrissi, revitalizaron la ofensiva frente a un Celta que ya pedía la hora con descaro. El debutante dejó buenas sensaciones con un par de incursiones eléctricas por la izquierda, deja ganas de verlo más. Y el partido terminó cayendo del lado correcto con un disparo a media distancia de Escudero, un profesional que se agarra al puesto con loable abnegación que suple su menguante talento y con una contra que el hispano-marroquí condujo hasta la tierra prometida. Ambos goles, se dice en el primer párrafo y se repite ahora, con la involuntaria colaboración de sendos defensores. Porque cuando se tiene suerte, sí, hay que presumir de ello.
Sevilla FC (4): Vaclík; Jesús Navas, Koundé, Diego Carlos, Marcos Acuña (Escudero, minuto 33); Fernando, Joan Jordán (Óscar, minuto 80), Rakitic; Ocampos (Idrissi, minuto 80), En-Nesyri (De Jong, minuto 67) y Óliver Torres (Munir, minuto 67).
RC Celta de Vigo (2): Rubén; Hugo Mallo, Aidoo (Araujo, minuto 40), Murillo, Olaza; Tapia (miguel, minuto 88); Brais Méndez, Denis Suárez, Nolito (Okay, minuto 67); Iago Aspas y Santi Mina.
Goles: 1-0, minuto 5: Koundé. 1-1, minuto 10: Iago Aspas. 1-2, minuto 35: Nolito. 2-2, minuto 45+: Em-Nesyri. 3-2, minuto 85: Escudero. 4-2, minuto 87: Munir.
Árbitro: Soto Grado, riojano. Amarillas para Jesús Navas, Denis Suárez, Hugo Mallo y Escudero.
Salió, mantuvo el tipo atrás y marcó el gol clave. Gran aportación ante el Celta.
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