Hay que ganar por dos goles en Alemania. Cosas más raras se han visto, aunque en realidad cunde la sensación de que el Sevilla tiene sobre sí un techo (casi) irrompible en la Champions. Erling Haaland, sí, trazó un rastro de derrota y devastación en su paso por el Sánchez-Pizjuán, dejó un ambiente fúnebre y sulfuroso con el que debieron dejar sus antepasados vikingos que, en el siglo IX, navegaron Guadalquivir arriba para saquear la Isbiliya mora. Dos goles y una asistencia del prodigioso delantero del Borussia Dortmund pusieron en chino un octavo de final abierto y cerrado con los goles de Suso y De Jong dejan un hilo –magro hilillo– de esperanza para la vuelta.
¿Se vio demasiado guapo el Sevilla antes de medirse con el Borussia Dortmund? En absoluto. Puede, eso sí, que los demás lo viéramos más guapo de lo que es, confundidos también por el brillo que antaño tenía la Liga española, hoy ajada y decadente. Prácticamente inabordable aquende los Pirineos y rey tiránico de la Europa League, se extrapolaban con alegría estos méritos a la máxima competición continental, vale decir mundial. Y no. Este admirable equipo de Lopetegui está capacitado para discutirle el pase casi a cualquiera, pero jamás es favorito en este torneo despiadado frente a quien presenta el pedigrí de campeón que tienen los renanos, por mal que le vayan las cosas.
Honor, pues, a Óscar Arias y a Vincenzo Montella, tan denostados. “La historia me absolverá” tronó Fidel Castro en su alegato de autodefensa durante el juicio por su fallido asalto a los Cuarteles de Moncada. Tres años después, esa misma historia glorifica al director deportivo orillado y al entrenador tunante, que sí hollaron la cima (casi) prohibida de los cuartos.
¿Se vio demasiado bonito el Sevilla cuando Suso lo adelantó al séptimo minuto? En absoluto. Puede, eso sí, que viese un poco feo a su rival, este Borussia sufriente en defensa al que bastó el derechazo de un zurdo para que se autolesionase al batir Hummels a su portero, suplente y desconfiable, en su intento de despeje. Quedaban 173 minutos de eliminatoria y es posible que Lopetegui soñara durante un microsegundo con congelar el emparejamiento para alargar el récord de imbatibilidad de Bono, que sólo aguantó hasta el minuto 20. La primera cabalgada de Erling Haaland, el dios vikingo, desbandó el entramado defensivo sevillista y Dahoud, sorprendente titular para fortificar el centro del campo, empató con un chut a la escuadra.
La pesadilla no había hecho sino comenzar. Paralizados sus centrocampistas por un ritmito que parecía de broma ante los forzudos teutones, el Sevilla poseía la pelota por puro compromiso mientras rezaba por que el Altísimo confundiese a Haaland en sus estampidas, cosa que está fuera de toda previsión. Antes del descanso, servido una vez por cada socio del ataque –el eléctrico Sancho y el quirúrgico Reus–, el delantero noruego había logrado un doblete que lo mantiene en el promedio goleador asombroso que presenta desde agosto de 2019: más tantos marcados que partidos jugados.
Se antojaba la necesidad de un reseteo total, táctico y psicológico, en el descanso. Acometió Lopetegui el primero con el cambio de Gudelj por Rakitic para jugar con tres centrales pero no pudo operar el necesario clic mental porque sus chicos se veían derrotados e inferiores, superados en las carreras y arrollados en las disputas. Con abnegación pero sin furia, con corrección pero sin magia, generó el Sevilla ocasiones con cuentagotas –un remate de Escudero desde cerca, una falta a la cruceta de Óscar– que terminaron hallando el premio del descuento cuando De Jong embocó un golpe franco lateral. Había vida, y más que podría haber habido cantando bingo en alguna de las escaramuzas de los minutos finales. Era pedirle demasiado a la diosa Fortuna, que deberá estar del lado sevillista dentro de tres semanas porque, de lo contrario, la eliminación está cantada.
Sevilla FC (2): Bono, Jesús Navas, Koundé, Diego Carlos, Escudero, Fernando, Joan Jordán (Óscar, minuto 72), Rakitic (Gudelj, minuto 46), Suso (De Jong, minuto 59), En-Nesyri (Munir, minuto 59) y ‘Papu’ Gómez (Óliver Torres, minuto 59).
Borussia Dortmund (3): Hitz, Morey, Akanji, Hummels, Guerreiro (Passlack, minuto 76), Dahoud (Menieur, minuto 89), Emre Can, Bellingham, Sancho, Reus (Brandt, minuto 79) y Haaland.
Goles: 1-0, minuto 7: Suso. 1-1, minuto 19: Dahoud. 1-2, minuto 27: Haaland. 1-3, minuto 43: Haaland. 2-3, minuto 84: De Jong.
Árbitro: Danny Makkelie, holandés. Amarillas para Hummels, Haaland, Óscar y Julen Lopetegui.
A balón parado animó los minutos finales de la segunda parte, con asistencia incluida.
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